Pese a la derrota bonaerense, Kicillof reivindica su estrategia e insiste en construir un liderazgo nacional
La derrota del domingo rompió con el armisticio peronista, y comenzaron los pases de factura. Las razones del fracaso, según las tribus kirchneristas. El plan nacional del gobernador bonaerense.
Axel Kicillof en el búnker de la derrota NA
Axel Kicillof tenía un plan. Desdoblar la elección, validar su gestión, proyectar liderazgo y, a partir del 26 de octubre, emerger como el principal candidato del peronismo para 2027. El triunfo en la elección bonaerense lo había blindado, era intocable hasta para las más ariscas voces camporistas. Hasta este domingo. La catástrofe electoral en provincia de Buenos Aires quebró el armisticio del peronismo bonaerense, y 2027 vuelve a quedar lejísimo. Para todos excepto para Kicillof quien, pese a ser uno de los apuntados por la derrota, ratifica la estrategia e insiste: no hay vuelta atrás.
No hubo tiempo de digerir la derrota a manos de La Libertad Avanza. Los pases de factura empezaron antes de conocerse los resultados oficiales. El cristinismo venía afilando los cuchillos desde el día en que Kicillof definió desdoblar la elección, y no dudó en machacar con el “Cristina tenía razón” hasta bien entrada la madrugada del domingo. La culpa fue del desdoblamiento, que funcionó como PASO y permitió al Gobierno reordenarse, y de los intendentes que no se movilizaron. “Todo por un capricho”, mascullaban en La Cámpora.
El kicillofismo, sin embargo, no se movió ni un centímetro. Recibieron las críticas y, desde La Plata, donde se reunieron a hacer catarsis al día siguiente, respondieron: desdoblar fue lo correcto, el problema fue la lista y la estrategia nacional. El problema fue –siguieron–, el cristinismo que cerró las listas y dejó afuera a los intendentes.
Axel Kicillof de campaña junto a Gabriel Katopodis, Cristina Álvarez Rodríguez y el "Tano" Menéndez TW Axel Kicillof
“Desdoblar fue una salvación, si no hoy estarían destrozados los municipios. Acá hay una estrategia que funcionó, que es la de septiembre, y otra que no, que fue la de octubre”, sintetizaron en La Plata, en donde llegaron a una conclusión de la derrota muy diferente a la que, horas antes, llegaron en el cristinismo y parte del massismo: si se ganó en septiembre y se fracasó en octubre era porque la estrategia de septiembre había sido la correcta, y no al revés.
El kicillofismo reivindicó haber desdoblado, no solo porque fue un movimiento clave en la independización del gobernador, sino porque ayudó a garantizar el control de la provincia. La derrota, insistieron, fue el reflejo de lo que pasaba cuando CFK se hacía con el control de la lapicera. “Hicieron todo para perder. Una lista del tren fantasma sin ningún peso territorial. Ni se asomaron en la campaña. La estrategia nacional fue un desastre”, se quejó un referente del Movimiento Derecho al Futuro (MDF) que conduce Kicillof.
Se acusó a Máximo Kirchner de haber ahuyentado a Fernando Gray, el intendente de Esteban Echeverría que participó del esquema de Fuerza Patria en la elección del 7 de septiembre pero que compitió con su propia lista en la elección nacional. Su alianza Unión Federal sacó 78 mil votos. La diferencia final entre LLA y Fuerza Patria en PBA fue de 46 mil votos.
Se acusó a CFK –aunque sin nombrarla– de haber dejado afuera a los intendentes de las listas y, así, haberlos corrido de la campaña. Ante la crítica de que los jefes municipales no habían movido, el MDF salió a justificarlos: “Se rompieron el alma en la campaña, trabajando para instalar a candidatos sin ninguna fuerza territorial”. Se especula, tras la derrota, con que Kicillof sumará al Gabinete a algunos de los intendentes, base principal del MDF que quiere ayudarlo a lanzarse como presidenciable.
El día después
Las luces de artificio se repitieron, en loop, durante las 24 horas posteriores a la derrota. Era inevitable, aunque tanto los principales emisarios de La Cámpora y el kicillofismo apuntaron a bajar los decibeles por la noche. Pese a los tironeos de los lanzallamas de cada espacio, Kicillof y CFK sostienen la misma postura puertas adentro: no hay espacio para romper, la militancia no se los perdonaría.
La duda es hasta dónde llegará el tironeo, especialmente una vez que Kicillof comience a construir su presencia nacional. Un plan que, pese a la derrota del domingo, no se demorará. Kicillof imaginaba poder empezar a recorrer las provincias con dos triunfos arrasadores encima y una centralidad incuestionable. A partir de diciembre, el gobernador comenzará a recorrer el país y buscará inaugurar el MDF en varias provincias.
Axel Kicillof, uno de los principales apuntados por la derrota NA
En paralelo, avanzará en su diálogo con otras fuerzas políticas. Kicillof está convencido de que, para ganarle a Milei en 2027, el peronismo tendrá que sumar aliados. Tras la victoria el 7 de septiembre, incluso, Kicillof fue identificado por varios gobernadores del PRO y radicales, así como empresarios y referentes de otras fuerzas políticas, como uno de los principales interlocutores del panperonismo. El resultado del domingo, sin embargo, cambió las expectativas políticas: hasta hace una semana, parte de la clase política se imaginaba un nuevo gobierno peronista a partir de 2027 y a Kicillof como potencial presidenciable. El escenario cambió.
“Axel está obligado a continuar la idea de conformar una candidatura nacional. Tendrá que suplir la derrota con capacidad de diálogo y posiciones políticas fuertes. Es inevitable”, advierte un peso pesado del peronismo bonaerense.
Una cosa es segura, sin embargo. Si Kicillof antes jugaba con ventaja en la carrera interna hacia las presidenciales, el panorama de disputa política del peronismo acaba de ampliarse.
MCM/MG
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