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Problemas para Larreta, dudas para Bullrich y ¿beneficio para Macri?, el impacto de la interna radical en los socios del PRO

La ruptura del bloque radical en la Cámara de Diputados y la pelea por la jefatura de la UCR tiene un impacto que excede al partido que en 2021 cumplió 130 años y repercute en forma directa en el PRO. El principal afectado es Horacio Rodríguez Larreta, el socio de Martín Lousteau que pretende ser ungido como candidato natural a la presidencia en 2023 y viene chocando con una resistencia interna mucho más grande de la que hubiera imaginado. Pese a que sus candidatos, María Eugenia Vidal y Diego Santilli, ganaron las elecciones generales en la Ciudad y la provincia de Buenos Aires, la ilusión óptica de las PASO le puso un piso muy alto a Larreta y la remontada del Frente de Todos lo complicó más que a nadie. Al día siguiente, fueron sus enemigos íntimos los primeros que comenzaron a exigirle explicaciones y a relativizar su victoria. 

La pelea de Emiliano Yacobitti, Rodrigo De Loredo, Martin Tetaz y el grupo de diputados que se enfrentaron a la conducción de Mario Negri dejó al espacio de Lousteau en minoría y lo llevó a perder aliados potenciales como el propio Alfredo Cornejo. A Larreta, que pretende construir poder en base a una infinidad de estrategias de seducción y cooptación, la confrontación directa no le interesa ni le sirve. Así lo reconocen sus colaboradores de mayor confianza. “Horacio no lo va a decir, pero piensa que no es la forma. Martin hizo una de más y perdió”, le dijo a elDiarioAR uno de los dirigentes que integra su mesa chica y ya trabaja para la campaña nacional del jefe de gobierno porteño. 

Larreta no se vio perjudicado únicamente porque Lousteau y su grupo dejaron en evidencia que son una minoría dentro del radicalismo sino, sobre todo, por la ofensiva que desató en su contra el jujeño Gerardo Morales. Lanzado a la carrera para conducir el comité nacional de su partido -todo indica que Lousteau no competirá-, el gobernador radical aprovechó para denunciar en cadena nacional que el sucesor de Mauricio Macri en la Ciudad alquila a los radicales porteños con “contratos” y es el jefe en las sombras de la ruptura de la UCR en Diputados. En Uspallata lo niegan de todos los modos posibles y ofrecen como prueba el saldo desfavorable que le dejó a Larreta la confrontación en el radicalismo. 

De diálogo directo y permanente con Alberto Fernández y Sergio Massa, Morales es señalado por el larretismo como un actor “funcional al kirchnerismo”. Su objetivo principal, según admiten algunos de sus aliados, es tanto frenar la carrera de Larreta como facilitar la posibilidad de que un radical llegue competitivo a la interna opositora de 2023. Sin embargo, son muy pocos los que piensan que la temprana precandidatura presidencial de Morales se sostenga en el tiempo. Al contrario, sus propios correligionarios piensan que su objetivo es ser candidato a vicepresidente de quien esté dispuesto a sellar una alianza con él. Llegado el caso, para Morales no sería ir a tocar la campanita sino ejercer en persona el poder que hoy delega en el formoseño Luis Naidenoff, su delegado en el Senado. 

Morales ya escenificó su potencial alianza con Patricia Bullrich, la jefa de los halcones que desafía a Larreta y expresa la línea dura de la oposición desde el minuto uno del gobierno de los Fernández. Con un presupuesto que le aporta apenas el 10% de los recursos que precisa para gobernar Jujuy, Morales no disimula su vocación de oficialista permanente. Necesita llevarse bien con el gobierno de turno: por eso, no dudó en ser el más amarillo de los gobernadores radicales durante el gobierno de Macri y en ser hoy el más cercano a Fernández. Sin embargo, la más dura de las opositoras y el más acuerdista de los gobernadores se conocen desde el tiempo en que fueron funcionarios de la alianza UCR-Frepaso y tienen en común el rechazo a Larreta. 

Los dardos del jujeño contra el jefe de gobierno tuvieron un efecto ambiguo en la titular del PRO. Según le dijeron a elDiarioAR desde su entorno, Bullrich piensa que la confrontación abierta y, sobre todo, la ruptura expresa una desconexión de la dirigencia con la realidad social y genera rechazo en parte del electorado de Juntos. Con una trayectoria larga y zigzagueante, la ex ministra de Seguridad parece haber recuperado su identidad política en el partido fundado por Macri y ahora quiere desafiar incluso al candidato que pretende jugar su segundo tiempo. Mientras exhibe encuestas que registran una baja de su imagen negativa y una suba de su diferencial positivo, Bullrich repite ante quienes la consultan que su enfrentamiento con Larreta se parece al de David frente a Goliat porque, insiste, no cuenta con financiamiento para enfrentar a la maquinaria del gobierno de la Ciudad. Todo lo que sea perforar el blindaje mediático del alcalde porteño la complace y la beneficia. De todos modos, dice, hay que cuidar el capital social que se expresó en las elecciones y las divisiones pueden beneficiar al Frente de Todos. 

Por último, está Macri, que se presenta a sí mismo como potencial candidato en 2023. En los últimos tiempos, el ex presidente retomó el diálogo frecuente con Larreta, Santilli y la línea moderada del PRO. Aunque no lo dice, Macri considera que todas las diferencias entre dirigentes de Juntos que no lo tengan en el centro redundan en un beneficio para sus pretensiones, incluidas las que se expresan entre radicales que buscan conducir la alianza antiperonista y desplazar al PRO. Macri ya advirtió que “hay muchos que quieren ser papas pero van a tener que competir”. Por eso, las diferencias entre radicales que se alinean con Bullrich y Larreta contribuyen a su estrategia de largo aliento. El ingeniero piensa que las tensiones de ese tipo confirman que nadie logra ocupar el lugar de líder que él mismo tuvo hasta que terminó su mandato. “Mauricio quiere volver a aparecer como la síntesis y cuando ve estas peleas siente que se confirma su tesis. Estos se matan entre ellos, voy a tener que volver a ser yo”, le dijo a elDiarioAR uno de los dirigentes que lo conoce desde hace más de 20 años.  

DG