América Latina toma el centro del debate climático con el inicio de la COP30

Durante las próximas dos semanas, representantes de cerca de 200 gobiernos tratarán de lograr consensos en la versión 30 de la conferencia anual de cambio climático de Naciones Unidas, COP30.

Es la primera conferencia del clima que tiene lugar en la Amazonía, específicamente en la ciudad de Belém, Brasil, un bioma vital por su rica biodiversidad pero amenazado por actividades extractivas.

Es también el décimo aniversario del Acuerdo de París, el tratado climático global acordado en 2015 para evitar que las temperaturas medias globales aumenten más de 2 °C por encima de los niveles preindustriales y, en el mejor de los casos, mantener este aumento por debajo de 1.5 °C. Sin embargo, la trayectoria actual es que, para finales de siglo, el planeta se calentará entre 2,3 y 2,5 °C, incluso si los planes que los países se han fijado hasta ahora se cumplen al 100%.

“Estamos perdiendo peligrosamente el límite de 1,5 °C. Vamos en la dirección correcta pero demasiado despacio”, sostuvo Christiana Figueres, ex secretaria ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), en una conferencia de prensa la semana anterior al inicio de la conferencia mundial.

La COP30 ocurre en medio de un contexto geopolítico convulsionado y cuestionamientos al estado del multilateralismo. Brasil, como presidente de la conferencia, tendrá el desafío de balancear esas tensiones.

A diferencia de años anteriores, esta edición no tiene como objetivo principal alcanzar un acuerdo o emitir una declaración. El gobierno de Brasil y analistas la han definido como “la COP de la implementación”.

Para ello, los países presentarán sus nuevos planes climáticos nacionales, aunque hasta el domingo, víspera de la cumbre, solo 81 de 198 lo habían hecho. Especialistas coinciden en que se esperan avances en diversos temas, como financiamiento a países en desarrollo, transición energética y adaptación a los efectos del cambio climático.

América Latina, sede de la COP luego de 11 años (la COP20 se realizó en Lima, Perú, en 2014), ya atraviesa impactos visibles y crecientes del cambio climático. Por ejemplo, los científicos han dicho que el reciente huracán Melissa, que afectó especialmente a Jamaica, fue más intenso por efecto del cambio climático.

“La región llega a la COP30 en un punto de inflexión”, dijo Jorge Villareal, director de política climática en la ONG de México Iniciativa Climática. “Estamos fuertemente impactados por la crisis climática, deuda y desigualdades”.

La cumbre de líderes

Días antes del comienzo de la COP, el jueves 6 y el viernes 7 de noviembre, cerca de 60 jefes de estado llegaron a Belém para participar de la Cumbre de Líderes, un segmento previo que pretende dar un impulso político a las negociaciones.

El secretario general de la ONU, António Guterres, criticó duramente a los gobiernos por su incapacidad para limitar el calentamiento a 1,5 °C. “Están cautivos de los intereses de los combustibles fósiles”, dijo en su discurso.

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva advirtió que “la ventana de oportunidad que tenemos para actuar se está cerrando rápidamente” y afirmó que “no hay mayor símbolo de la causa medioambiental que la selva amazónica”.

Diversos líderes de América Latina también estuvieron presentes. El presidente de Colombia, Gustavo Petro, acusó al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de “conducir a la humanidad al abismo” por su negacionismo climático y cuestionó el “lobby de los combustibles fósiles” en las conferencias del clima.

El presidente de Chile, Gabriel Boric, pidió poner “a la ciencia y la evidencia científica en el centro de las decisiones” y avanzar en la implementación, mientras que el presidente de Guyana, Irfaan Ali, defendió el multilateralismo. “No hay otro foro donde los países sean considerados iguales y puedan buscar una respuesta para el planeta”, agregó.

En la lista de asistentes faltaron los líderes de algunas de las economías más contaminantes del mundo, como India, Rusia y Estados Unidos, que se retiró recientemente, y por segunda vez, del Acuerdo de París. China, hoy el principal emisor, envió a su viceprimer ministro, Ding Xuexiang, quien pidió que los países desarrollados tomen la delantera en la acción climática y se respeten los principios de justicia y equidad.

El foco puesto en los bosques

Brasil presentó en la Cumbre de Líderes el Fondo Bosques Tropicales para Siempre (TFFF por sus siglas en inglés), su iniciativa estrella en la COP30. Se trata de un mecanismo voluntario que dará financiación a largo plazo a los países que protegen y gestionan de forma sostenible sus bosques tropicales.

A diferencia de los fondos de conservación tradicionales, que dependen de subvenciones temporales o basadas en proyectos, el TFFF es un fondo de inversión permanente y autofinanciado. Los fondos se colocarán en una cartera diversificada para reembolsar a los inversionistas y recompensar a los países por conservar sus bosques, teniendo en cuenta que en 2024 se perdieron 6,7 millones de hectáreas de bosques tropicales.

Para ello, Brasil fijó un objetivo de 125.000 millones de dólares para el TFFF y pretende recaudar inicialmente 10.000 millones de dólares de gobiernos y organizaciones filantrópicas. Hasta ahora, se han comprometido 5,5 millones de dólares.

El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) estima que entre ahora y 2030 habrá que cubrir un déficit de 216.000 millones de dólares anuales en financiación forestal. La inversión pública es hoy mayoritaria, con sólo uno de cada diez dólares procedentes de inversores privados.

Mirela Sandrini, directora interina del World Resources Institute (WRI) Brasil, dijo que de contar con suficientes fondos, el TFFF podría hacer que “sea más rentable mantener los bosques de pie que deforestarlos”.

Sin embargo, Teresa Anderson, responsable global de justicia climática de ActionAid, cuestionó en un comunicado que se destinen fondos públicos a “instrumentos financieros complejos” —como el TFFF— en vez de otorgarlos directamente a comunidades.

Gran parte del financiamiento climático pasa por intermediarios, como ONG, consultoras y bancos de desarrollo. Esto ha sido un histórico reclamo de organizaciones indígenas y comunitarias.

Nelson Bastos, pescador e investigador de la isla Marajó en el estado de Pará, Brasil, sostuvo en un comunicado: “¿A quién irá a parar ese dinero? ¿Llegará a las personas que están en el territorio? No. Es solo otra forma que tiene el gobierno de decir que está en el territorio colaborando en la defensa, cuando en realidad está convirtiendo la naturaleza en capital para el mercado financiero”.

El financiamiento climático

En 2024 en la COP29 en Bakú, Azerbaiyán, se acordó que los países desarrollados “tomarían la iniciativa” en la movilización de 300.000 millones de dólares anuales para 2035, triplicando la meta previa de 100.000 millones, acordada en 2015 en el Acuerdo de París, pero alcanzada recién en 2022. Aún no hay datos sobre cómo va el cumplimiento de la nueva meta.

Además, en la COP29 se acordó que “todos los actores” trabajarían juntos para permitir que, también para 2035, se alcance un financiamiento de 1,3 billones de dólares de todas las fuentes públicas y privadas.

Azerbaiyán y Brasil recibieron el encargo de elaborar una hoja de ruta para orientar los esfuerzos destinados a alcanzar los 1,3 billones. La hoja de ruta de Bakú a Belém se publicó en el marco de la Cumbre de Líderes, la cual establece “cinco frentes de acción” para alcanzar la meta de financiamiento: “reponer, reequilibrar, redirigir, renovar y remodelar”.

Dentro de cada frente se detallan medidas como impuestos internacionales al carbono y al transporte aéreo y marítimo, una reforma de la arquitectura financiera internacional y el uso de canjes de deuda por acción climática.

Se sugiere que los 1,3 billones se alcanzarían con financiamiento bilateral (80.000 millones), bancos de desarrollo y fondos multilaterales (300.000 millones), cooperación Sur-Sur, es decir, colaboración directa entre países en desarrollo (40.000 millones), finanzas privadas (650.000 millones) y “nuevas fuentes de financiación de bajo costo” (230.000 millones), un paraguas que incluye, entre otros, a los mercados de carbono, los canjes de deuda y la filantropía privada.

Sandra Guzmán, directora del Grupo de Financiamiento de América Latina y el Caribe (GFLAC), resaltó en un análisis de la hoja de ruta ciertos elementos positivos como la diversidad de instrumentos financieros y la inclusión de áreas temáticas críticas, como adaptación. Sin embargo, Guzmán cuestionó un mensaje débil sobre las obligaciones de los países desarrollados y un tratamiento parcial del problema de la deuda. “Solo se consideran mecanismos de sostenibilidad de deuda y no un tratamiento más apropiado dependiendo de las circunstancias de cada país”, sostuvo.

La transición energética

América Latina y el Caribe generaron el 65% de su electricidad a partir de fuentes limpias en 2024, muy por encima del promedio mundial del 41%, de acuerdo a un análisis de Ember. A pesar de esa matriz energética mayormente limpia, países como Brasil, Argentina y Colombia todavía dependen económicamente de exportaciones de combustibles fósiles.

En la COP28 de 2023, en los Emiratos Árabes, los países acordaron por primera vez realizar una transición gradual de los combustibles fósiles y triplicar la energía renovable para 2030. Desde entonces, la discusión se ha centrado en cómo avanzar y supervisar la aplicación de estos objetivos y el tema volverá a estar sobre la mesa en la COP30.

En un evento sobre transición energética en la Cumbre de Líderes, el secretario general de la ONU Antonio Guterres pidió por una transición “justa, rápida y final”. Mientras que el presidente brasileño Lula da Silva dijo que el mundo “no puede sostener más el modelo de los fósiles” y que se necesita “una hoja de ruta para terminar con su dependencia”.

Claudio Ángelo, coordinador de política internacional en el Observatorio del Clima de Brasil, destacó el mensaje de Lula. “Será difícil avanzar sobre fósiles, pero una COP que no habla de ellos falla en su propósito. Las palabras importan, y Lula, como anfitrión, le dio a la presidencia de Brasil [en la COP30] el mandato que necesitaba”, agregó.

Brasil también presentó en la Cumbre de Líderes una iniciativa para cuadruplicar el uso de “combustibles sostenibles” para 2035, incluyendo hidrógeno, biogases y biocombustibles. A pesar de lo positivo del anuncio, Janet Ranganathan, directora adjunta de estrategia en el World Resources Institute, advirtió en un comunicado que esta meta podría llevar a un aumento de la deforestación.

En la COP30, los países también discutirán sobre los minerales críticos para la transición energética. Previo a la reunión en Belém, el grupo del G77 y China, que hoy reúne a 134 países en desarrollo, pidió que haya un “diálogo específico” sobre el tema, mientras que la Asociación Independiente de América Latina y el Caribe (AILAC), un grupo de negociación que incluye a Colombia, Chile y Perú, advirtió que la expansión de la minería puede llevar a mayor deforestación, contaminación y consecuencias para las comunidades locales.

La COP de la adaptación

Si bien el mundo debe reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero de manera acelerada, también necesita incrementar la resiliencia para adaptarse a los efectos ya visibles del cambio climático. Sin embargo, los avances en adaptación han sido hasta ahora limitados. Brasil espera revertir esto en Belém, en lo que ha denominado “la COP de la adaptación.”

En el Acuerdo de París, los países incluyeron una Meta Global de Adaptación para “incrementar la capacidad de adaptación y resiliencia”, pero sin detalles sobre cómo sería exactamente el objetivo, cómo se lograría y cómo se haría un seguimiento de los avances. En la COP28 se acordó un marco general para la meta, pero aún no hay objetivos cuantificados y medibles, ni medidas para movilizar financiamiento.

En los dos años siguientes a la COP28, los países trabajaron junto a expertos para reducir una lista potencial de más de 9.000 indicadores a solo 100. Se espera que en la COP30 se adopte una decisión final sobre estos indicadores, ya que la mitad de la población (cerca de 3.600 millones de personas), vive en lugares vulnerables a los efectos del cambio climático.

“Para América Latina, el tema número uno es el financiamiento para la adaptación. Los riesgos son cada vez más altos”, sostuvo Isabel Cavelier, directora de la ONG Mundo Común. “Somos una de las regiones más vulnerables del mundo y tenemos que hacer progresos en ese aspecto. Tenemos que asegurar los medios para adaptarnos”.

La necesidad de un tratado por el metano

En su paso por Belém, la primer ministra de Barbados, Mia Mottley, conocida por su pedido de una reforma de la arquitectura financiera internacional, pidió crear un tratado global legalmente vinculante por el metano, un gas de efecto invernadero con un poder de calentamiento 80 veces mayor que el dióxido de carbono. 

“El mundo debe activar el freno del metano. Es un freno de emergencia que puede darnos más tiempo. Los científicos aconsejan que esta es la principal forma en que podemos no solo detener, sino revertir el aumento de temperatura que hemos visto en todo el planeta”, sostuvo en su discurso.

Desde la COP26 celebrada en Glasgow, 159 países y la Unión Europea se han adherido al Compromiso Global sobre el Metano, cuyo objetivo es reducir las emisiones de metano en un 30% para 2030, en comparación con los niveles de 2020. Sin embargo, las emisiones de metano siguen manteniéndose en niveles significativamente altos.

El futuro de las COP

Luego de 30 años de conferencias del clima, se están llevando a cabo amplios debates sobre cómo reformar el proceso de la COP para hacerlo más eficaz y se espera que esta discusión esté presente en Belém.

Las propuestas van desde la introducción de nuevas reglas de votación ―el voto actualmente es por consenso― hasta el establecimiento de criterios para seleccionar a los anfitriones de la COP.

Brasil ha creado un grupo con los ex presidentes de las COP, desde la COP21 en adelante, para buscar soluciones que mejoren la gobernanza climática. Una de las grandes expectativas es, precisamente, la presentación de un reporte con recomendaciones que presentarán durante la COP30.

“Hay gente que le pierde esperanza a este proceso por ser lento o no dar resultados ante evidencia de crisis climática. Pero al ir al detalle es evidente que hemos avanzado. En muchos países de América Latina la deforestación ha bajado y el desarrollo de las renovables es significativo. Brasil quiere mostrar progreso y que estamos implementando el Acuerdo de París”, sostuvo Manuel Pulgar Vidal, presidente de la COP20 y ex ministro de Ambiente de Perú.

La COP30 tendrá lugar del 10 al 21 de noviembre en Belém, Brasil. Lee nuestra cobertura de la cumbre aquí.

Este artículo hace parte de una alianza periodística entre Dialogue Earth y Mongabay Latam. Se ha elaborado en el marco de la 2025 Climate Change Media Partnership, una beca de periodismo organizada por la Earth Journalism Network de Internews y el Stanley Center for Peace and Security.