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El mejor escenario ante el cambio climático

Ciclovía en la Ciudad de Buenos Aires

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Fenómenos meteorológicos extremos, inundaciones y sequías: el cambio climático se acelera. ¿Cómo podemos detener el cambio? 

“Quiero que esta COP28 marque el principio del fin de las energías fósiles”, declaró Wopke Hoekstra, que acaba de llegar a Dubái para la última semana de negociaciones. “Debemos deshacernos de las energías fósiles”. La posición de la UE es bien conocida, pero la inequívoca intervención del comisario se produce en un momento crucial de la 28ª conferencia de Naciones Unidas sobre el cambio climático. Los negociadores de las delegaciones no han avanzado hacia un compromiso después de cinco días de debates.

Wopke Hoekstra insistió sobre uno de los objetivos de los 27 miembros de la UE: dejar constancia en el texto legal negociado en la COP28 que las emisiones de gases de efecto invernadero deben empezar a reducirse antes de 2030. “No tenemos otra alternativa que seguir lo que nos dicen los científicos”, aseguró. “Nos dicen que debemos acelerar la reducción de las emisiones, y debemos hacerlo en esta década”.

7 maneras de ayudar a frenar el cambio climático

Frente a incendios forestales, ciclones e inundaciones más frecuentes e intensas relacionadas con el cambio climático, es fácil sentirse impotente. Muchos creen que las empresas de combustibles fósiles contaminantes no se pueden detener, que los Gobiernos jamás las regularán, que los objetivos de reducción de emisiones nunca se cumplirán. 

Pero, individualmente y, al final, colectivamente, hay mucho que podemos hacer para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero que sobrealimentan el calentamiento global.

1. Cambiar automóviles por colectivos, trenes o bicicletas

El transporte genera alrededor de una quinta parte de las emisiones mundiales, con el tráfico rodado como peor infractor. Una forma fácil de reducir las emisiones es cambiar los autos a combustible por trenes, bicicletas, vehículos eléctricos y, siempre que sea posible, caminar.

Un auto emite más de 10 veces más carbono que una patineta eléctrica, incluso si se tienen en cuenta las emisiones de fabricación y eliminación.

El tren juega un papel importante: emiten hasta un 90 % menos de CO2 que un vuelo en avión equivalente.

2. Comer más plantas en vez de animales

La producción de carne y productos lácteos contribuye con alrededor del 15 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, sin mencionar la pérdida de biodiversidad, la contaminación de los suelos y la polución.

Entonces, convertirse en vegetariano, o vegano, podría ser el camino. Pero hasta ahora, las plantas solo proporcionan el 2% de las proteínas, aunque se espera que aumenten al 11% para 2035 y podrían acelerarse si más de reducimos nuestra demanda de carne y lácteos, según el Boston Consulting Group.

3. Presionar a los Gobiernos para tomar medidas

Los jóvenes de Fridays for Future demostraron que es posible tomar partido colectivamente por el clima a través de protestas, campañas en las redes sociales o escribiendo a representantes locales. Puede que los políticos no estén haciendo lo suficiente, pero se vieron obligados a escuchar mientras las preocupaciones climáticas impulsan a los votantes en elecciones de todo el mundo.

Y a veces los tribunales también escuchan. En abril de 2021, los jóvenes de Fridays for Future argumentaron con éxito en un tribunal superior alemán que la falta de acción climática amenazaba sus libertades fundamentales y era inconstitucional. Como resultado, el tribunal obligó al Gobierno a fortalecer sus objetivos de reducción de emisiones.

4. Cambiar a proveedores de energía verde y (si es posible) instalar renovables

Elegir electricidad verde de fuentes limpias y renovables, como la eólica o la solar, es una excelente manera de contrarrestar la quema de combustibles fósiles para obtener energía, la mayor fuente de emisiones globales de gases de efecto invernadero.

En la Unión Europea, el uso de generación de electricidad renovable se duplicó desde 2005, llegando a representar el 34% de toda la generación de electricidad en 2019.

5. Apagar las luces y bajar la calefacción (o el aire acondicionado)

Algo tan simple como bajar la calefacción (o el aire acondicionado) puede ahorrar mucha energía. Es por eso que el Gobierno alemán, enfrentado a una crisis energética debido a la dependencia del país del gas ruso, limitó las temperaturas de calefacción interior a 19 grados Celcius en los edificios públicos este invierno.

Apagar las luces al salir de una habitación, apagar las computadoras por la noche y desconectar los dispositivos electrónicos inactivos son otras medidas que podemos tomar fácilmente. Usar electrodomésticos de alta eficiencia energética (inducción en lugar de estufas de gas, por ejemplo) es otro paso adelante. Además, podemos exigir al Gobierno apagar las luces nocturnas de monumentos y edificios, una política implementada recientemente en Berlín.

6. Desperdiciar menos comida

Cerca de un tercio de los alimentos cultivados en todo el mundo se tira. Este desperdicio es responsable de emisiones de carbono, cuando se calcula la producción, el transporte y el manejo de los alimentos: los que terminan en vertederos también generan metano, un gas de efecto invernadero muy potente a corto plazo.

En EE. UU., el desperdicio anual de alimentos genera 170 millones de toneladas métricas de emisiones de dióxido de carbono (sin contar las de los vertederos). Estas son equivalentes a las emisiones anuales de 42 centrales eléctricas de carbón.

Si no podemos comer todo lo que hay en la heladera, al menos hagamos compost con el resto, para fertilizar el jardín o para biogás.

7. Plantar árboles

Los árboles son sumideros de carbono vitales, pero la deforestación continúa a un ritmo alarmante: la tala de la selva amazónica, por ejemplo, aumentó un 20 % en 2021. Más que nunca, plantar árboles es una de las mejores cosas que podemos hacer para reducir el CO2 en la atmósfera.

Limpian el aire, aumentan la biodiversidad, mantienen los suelos saludables, y ahorran energía, especialmente en ciudades donde conservan el ambiente más fresco y reducen la necesidad de aire acondicionado. En invierno, pueden proteger las casas del viento, lo que ayuda a reducir los costos de calefacción hasta en un 25 %.

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