Tecnología

China prepara dispositivos que permiten controlar computadoras con el pensamiento y hacen temblar a Neuralink de Elon Musk

Héctor Farrés

0

Los implantes cerebrales que Neuralink probó en pacientes humanos marcaron un punto de inflexión en la carrera tecnológica por las interfaces cerebro-computadora. La empresa de Elon Musk apostó desde el inicio por procedimientos invasivos que insertan electrodos directamente en el tejido neuronal, lo que permite captar con detalle las señales eléctricas del cerebro.

Los primeros ensayos clínicos demostraron que estas técnicas pueden abrir nuevas vías para personas con parálisis, que ya consiguieron interactuar con ordenadores de una manera práctica. Esa experiencia temprana situó a Estados Unidos como pionero y, al mismo tiempo, provocó que otros países decidieran acelerar sus propios planes.

Pekín puso en marcha una hoja de ruta para convertir la interfaz cerebro-ordenador en industria estratégica

China respondió con una hoja de ruta política que fija objetivos concretos para transformar este campo en menos de una década. El plan oficial, elaborado por siete organismos estatales, prevé aprobar un sistema de interfaz cerebro-ordenador para 2027 y contar con una industria plenamente competitiva a nivel internacional en 2030. Las medidas incluyen incentivos económicos, facilidades regulatorias y la creación de parques tecnológicos especializados para que empresas e institutos colaboren en la misma dirección.

La estrategia se apoya en un planteamiento distinto al de Neuralink, ya que promueve dispositivos menos invasivos y prioriza aplicaciones médicas inmediatas. NeuCyber NeuroTech, vinculada al Instituto Chino de Investigación del Cerebro, implantó el chip Beinao-1 en cinco pacientes paralizados.

El dispositivo, del tamaño de una moneda, se colocó en la capa externa del cerebro y permitió a los usuarios manejar un cursor o navegar por aplicaciones móviles, con una técnica que redujo de forma considerable el riesgo quirúrgico.

Minmin Luo, director del Instituto Chino de Investigación Cerebral y científico jefe de NeuCyber NeuroTech, remarcó en Wired que “hemos observado una seguridad y estabilidad excelentes en nuestras evaluaciones clínicas”. También calculó que entre uno y dos millones de pacientes chinos podrían beneficiarse de estas tecnologías en programas de asistencia y rehabilitación.

Otra compañía, NeuroXess, probó sus dispositivos en seis pacientes y logró resultados diferentes según el caso. Tres de ellos utilizaron el implante para controlar aparatos digitales y otros tres participaron en pruebas de descodificación del lenguaje chino. Phoenix Peng, consejero delegado de esta empresa con sede en Shanghái, explicó en declaraciones a WIRED que “creo que los productos de BCI no invasiva recibirán un gran impulso en China, porque es el mayor país fabricante de electrónica de consumo”.

China también impulsa dispositivos portátiles que medirán la atención y avisarán a conductores con somnolencia

El plan gubernamental no se limita al ámbito sanitario. También contempla la producción masiva de dispositivos portátiles en forma de auriculares, gafas o visores. Estos equipos podrían medir el nivel de atención y la fatiga en tiempo real, con aplicaciones en sectores de alto riesgo como la minería, la energía nuclear o la aviación. El documento oficial plantea incluso sistemas capaces de alertar a los conductores en caso de somnolencia o distracciones, con el objetivo de reducir accidentes de tráfico.

La empresa BrainCo ocupa un lugar especial en esta estrategia. Fundada originalmente en Estados Unidos, se trasladó a China gracias a los incentivos del gobierno. Su línea de trabajo se centra en prótesis controladas con la mente y dispositivos de consumo.

Su ventaja reside en haber logrado procesos de producción en masa que facilitan la comercialización, algo que diferencia su propuesta frente a competidores centrados exclusivamente en la investigación.

Estados Unidos responde con Neuralink y nuevas startups como Merge Labs en una pugna que ya afecta al cerebro

El esfuerzo chino pretende replicar lo ocurrido en sectores donde ya logró posiciones de liderazgo, como la energía solar o los vehículos eléctricos. En declaraciones recogidas por Wired, el profesor Max Riesenhuber, codirector del Centro de Neuroingeniería de la Universidad de Georgetown, señaló que “sabemos que a China se le da bien traducir la investigación básica en usos prácticos y comercialización”. La comparación con esas experiencias sirve para entender por qué Pekín confía en alcanzar los objetivos fijados en tan poco tiempo.

Mientras tanto, en Estados Unidos continúan los avances de Neuralink y aparecen nuevos actores. Uno de ellos es Merge Labs, la startup respaldada por Sam Altman, que busca competir directamente en este terreno. La rivalidad tecnológica entre ambos países no se limita ya a los semiconductores o la inteligencia artificial, sino que entra de lleno en un ámbito tan sensible como el funcionamiento del cerebro.

Aunque algunos empresarios chinos como Phoenix Peng apuntan que “podemos cooperar como sociedad para construir algo para los pacientes, porque necesitan desesperadamente esta tecnología para tener una vida mejor”, la realidad de los plazos fijados por Pekín indica que la competencia será intensa. Y todo apunta a que el pulso por los chips cerebrales acaba de empezar, con un horizonte que podría cambiar tanto la medicina como la forma de comunicarse con las máquinas.