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El punk antes del punk

“Represión”: cómo el libro póstumo de Pil revive la génesis de Los Violadores en tiempos de censura

Pil Trafa, una de las personalidades más lucidas del rock nacional.

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A las ocho de la noche de un miércoles de diciembre, en un Strummer Bar lleno hasta el borde, Enrique “Pil” Chalar volvió a aparecer. Las más de cincuenta personas que estuvieron presentes en ese punto del barrio de Palermo sabían que no iban a una presentación editorial, sino a presenciar un regreso. Cuando el periodista Juan Ignacio Provéndola levantó Represión: el punk antes del punk, el libro que ambos firmaron y que Pil dejó casi terminado antes de su prematura muerte en 2021, ese clima se cristalizó: fue la irrupción de una voz que parecía volver a encenderse.

En un ambiente atravesado por la memoria, músicos, lectores y seguidores de Los Violadores revisitaron la historia de su álbum homónimo de 1983, el primer disco punk grabado en la Argentina, un material fundacional concebido en plena dictadura y bautizado, ya con la democracia naciente, como una obra pionera del género. A Provéndola lo acompañaron Sergio Gramática, baterista histórico de la banda, y Beto Zamarbide, exintegrante de V8, con la moderación de Mariano Asch, amigo de Pil y en su momento también su manager.

De izquierda a derecha: Beto Zamarbide, Juan Ignacio Provéndola, Sergio Gramática y Mariano Asch, durante la presentación de Represión en Strummer Bar.

Desde el comienzo quedó claro que el evento sería algo más que un lanzamiento. Provéndola lo expresó sin rodeos: se trataba de una especie de “réquiem para Pil”. No sólo porque ambos habían concebido el libro juntos, sino porque la escritura nació de una afinidad narrativa que se consolidó cuando en 2019 salieron de gira para presentar sus respectivos librosRockpolitik, en el caso del periodista, y la autobiografía de Pil—, un recorrido donde las conversaciones sobre el origen del punk argentino se volvieron inevitables.

“Pil tenía claro que quería contar la historia de su primer disco desde su mirada”, apuntó Provéndola, quien recordó que el vocalista repetía, sin dudarlo, que su disco favorito de Los Violadores era ese. Un apego emocional que ordenó el proyecto desde el inicio. También el título llegó rápido: debía llamarse Represión, como el himno del disco debut, y llevar el subtítulo El punk antes del punk, porque el objetivo no era contar sólo la grabación, sino el camino previo: los ensayos en lugares imposibles, las razzias policiales, la sensación de tocar contra el mundo.

Juan Ignacio Provéndola y Pil Chalar en 2019, durante una clase del seminario "Cultura rock y política en la Argentina" que dicta el periodista en la Facultad de Sociales de la UBA.

La escritura, según contó Provéndola, se armó de forma natural. Ambos se repartieron entrevistas y materiales, con la premisa de que los personajes aparecieran como habían aparecido en la vida real. Él aportó una mirada más técnica y editorial mientras Pil sostenía la voz narrativa. Provéndola incluso le sugirió que intentara enfocarse “en los recuerdos positivos”, aunque sabía que la memoria de Pil no podía desprenderse del clima áspero de la época. Una de las líneas más potentes del libro lo sintetiza: “Yo responderé por todos los que fui”, frase que Juani destacó como la definición más precisa de su identidad, marcada por apodos, viajes, rupturas y reinvenciones.

Aunque el prólogo de Pil no fue leído durante la presentación, su espíritu sobrevoló toda la noche. Ese texto —escrito en Lima en 2021, a cuarenta años de su ingreso a Los Violadores— funciona como una clave de lectura del libro. Allí Pil describe el disco debut como “la gesta de cuatro pibes que lucharon por hacer oír en plena dictadura sus propias canciones de punk”, una época marcada por represión policial, críticas y shows en espacios marginales.

Pil Trafa, en sus épocas en Los Violadores.

En esas líneas, Pil admitía también que recién con los años entendió la dimensión de lo que habían hecho: un álbum grabado a los veinte años, “como púberes pero con nuestras propias canciones”, que terminó representando, según él, “el espíritu más verdadero de la banda”. Ese tono, una mezcla de memoria callejera y revelación tardía, estuvo presente aunque nadie lo leyera: era el hilo invisible que sostenía la conversación y que hacía que Pil pareciera seguir dialogando con la sala.

Uno de los momentos más conmovedores de la tarde llegó cuando Provéndola contó que, al morir, Pil había dejado el manuscrito “casi terminado”. Él mismo necesitó tiempo para retomarlo, dejar que el duelo se asentara y recién entonces continuar con la edición, siempre con la decisión de preservar el pulso original. En la tapa del libro aparece una fotografía en blanco y negro que no sólo los muestra a los integrantes de la bamda, sino que los sitúa en medio de una requisa policial en plena calle: cuerpos apoyados contra un auto, brazos extendidos, la escena típica de una época donde la sospecha y la vigilancia formaban parte del aire.

Represión: el punk antes del punk, de Pil Chalar y Juan Ignacio Provéndola.

Al tomar la palabra, Gramática también permitió abrir la cocina del disco. Describió aquel proceso como una combinación de precariedad y convicción: “El disco está grabado en dos máquinas de cuatro canales en los estudios de Buenos Aires Records, con Michel Peyronel en producción artística”. Explicó que el histórico integrante de Riff venía de absorber la movida new wave y punk europea, lo que le dio al disco “un sonido importante”. “Michel quería que sonáramos como en vivo”, describió. Y cerró con una definición que condensó el orgullo de la época: “Es un disco inoxidable”.

Por su parte, Asch recuperó un pasaje del libro en el que Zamarbide compara la forma de escribir de Pil con la de Ricardo Iorio. “Vos decís que Ricardo estaba mucho más lleno de ira y de odio, y que Pil tenía como un bisturí para escribir las letras”, le señaló. Y, antes de pasarle la palabra, indicó: “Con eso no estoy del todo de acuerdo. Y principalmente me baso en una canción de V8 que es Deseando destruir y matar, que habla de la Guerra de Malvinas con un bisturí increíble”. La observación abrió un matiz dentro de la discusión y preparó el terreno para que Zamarbide desarrollara su propia lectura sobre la sensibilidad de Pil como letrista.

Enrique Chalar, conocido como Pil Trafa, líder de Los Violadores

El cantante recordó la curiosidad intelectual de Pil, lo que los llevaba a compartir largas charlas sobre eventos históricos, como la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Lo describió como “un poeta de ascendencia irlandesa, que escribía con el corazón abierto, sin barroquismos”, y aprovechó para profundizar en la diferencia que veía entre su estilo y el de Iorio. “Ricardo era un tipo que, toda esa masa y emociones que tenía, yo creo que venía porque laburaba en el Mercado del Abasto entre pilas de bolsas de cebolla y papa. El día a día de él era ese”, ilustró Zamarbide. Desde ahí, dijo, se explican muchas de sus letras: una escritura más visceral, nacida del peso físico del trabajo. “A diferencia del estilo de Pil, que era una pluma más fina”, concluyó.

Hacia el final, la presentación se volvió una conversación coral. Quienes hojeaban los ejemplares recién adquiridos se detenían en fotos, discutían fechas o recordaban recitales vividos. La sensación colectiva era que el libro no busca clausurar un mito, sino devolverle su vibración original: la de una banda joven que, en los primeros años de los 80, intentaba hacerse escuchar cuando el país parecía empeñado en silenciarlos.

PL/MG

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