Adorni confirmó que la reforma laboral no tocará las cuotas solidarias y evita un conflicto prematuro con la CGT
Manuel Adorni apareció este miércoles en la sala de conferencias con el mensaje que buena parte del Gobierno esperaba para cerrar una de las discusiones más sensibles de las últimas horas. “En principio no habría modificaciones”, afirmó el jefe de Gabinete, al detallar que las eventuales reformas en materia sindical, como las denominadas cuotas solidarias, quedarán para una “segunda ley”. La definición exhibió un giro en la Casa Rosada y apaciguó, al menos por ahora, el conflicto con la CGT, que venía observando con inquietud la posibilidad de que el Gobierno avanzara sobre el sistema de financiamiento gremial.
Pese a todavía no haber sido publicada, Adorni confirmó en conferencia de prensa que la letra de la reforma laboral ya está cerrada. “El proyecto está terminado. Lo tengo yo en mi celular”, dijo Adorni, en una frase que buscó transmitir control político y unidad interna pese a que el detrás de escena mostró exactamente lo contrario. Porque la definición de no incluir la eliminación de las cuotas solidarias resolvió una pulseada que enfrentó al ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, —autor intelectual del borrador original y promotor de un paquete de reformas más amplio y disruptivo— con Santiago Caputo y otros funcionarios que advertían sobre el riesgo de abrir un frente innecesario con los sindicatos justo antes del debate parlamentario.
La tensión venía escalando desde hace semanas. Sturzenegger presionaba para que la reforma incluyera ese artículo como un gesto de ruptura con el sistema gremial tradicional y como parte de su hoja de ruta hacia un mercado laboral más desregulado. Del otro lado, el ala política del Gobierno insistía en que el escenario legislativo ya es lo suficientemente adverso como para sumar un detonante que podría poner en peligro todo el paquete. En ese campamento se ubicaron Caputo y un sector del gabinete que viene insistiendo en priorizar acuerdos tácticos antes que gestos simbólicos.
Para la CGT, la señal de este miércoles puede ser considerada un alivio. La eventual eliminación de las cuotas hubiera significado un golpe financiero directo y un mensaje político de confrontación total. Aun así, la central convocó para este jueves a su consejo directivo para analizar el texto definitivo, delinear su respuesta y evaluar si la decisión del Gobierno evita, o simplemente posterga, un conflicto abierto.
La intervención de Adorni buscó además despejar suspicacias por la ausencia de Gerardo Martínez en la presentación del Consejo de Mayo, episodio que había alimentado rumores de malestar sindical. El vocero lo desmintió de plano y atribuyó el desorden a problemas de agenda: “Martínez llegó en un horario que no estaba previsto. No tuvo nada que ver con un tema interno de la CGT ni con discusiones del Consejo, entre ellas la modernización laboral”.
El cierre de filas que intentó mostrar la Casa Rosada deja entrever, sin embargo, una interna que no se desactiva con un anuncio. La decisión de desdoblar la agenda laboral y enviar más adelante un capítulo sindical muestra que Sturzenegger conserva influencia técnica pero pierde margen político. Y deja entrever que, en la nueva etapa, el Gobierno podría tender a priorizar la gobernabilidad legislativa por encima de las batallas ideológicas.
PL/MC
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