Los empleados de Twitter rechazan la cultura tóxica de Elon Musk y lo dejan al borde del colapso

Carlos del Castillo

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Son horas extrañas en Twitter. La plataforma se caracteriza por su tono un tanto desquiciado, no precisamente reflexivo. Pero la sensación general es que, esta vez sí, las cosas han llegado al límite y que todo está a punto de implosionar. Los usuarios dudan que la red social sea sostenible después del último bandazo de Elon Musk, que ha terminado con la dimisión de cientos de trabajadores, a los que hay que sumar los 3.500 que el empresario despidió hace dos semanas.

Según Blind, Twitter tiene ahora mismo 238 empleados. Hace un mes tenía 7.500. La cifra no es oficial, puesto que Blind es un portal donde los empleados de la industria tecnológica postean comentarios sobre la realidad interna de sus empresas y que suelen usar para sus quejas laborales, a menudo anónimas. No obstante, es la única cifra disponible. Twitter no ha dado ninguna información oficial. No puede hacerlo: su departamento de comunicación al completo fue despedido la semana pasada.

La nueva limpia de trabajadores fue promovida por el propio Musk. El multimillonario envió un ultimátum a los empleados en el que les instaba a comprometerse con una nueva cultura de trabajo en Twitter o irse de la compañía. “Esto significará trabajar muchas horas a alta intensidad”, les avisaba en un mail enviado en la medianoche del martes al que tuvo acceso el Washington Post. Fue claro con ellos: “Será extremadamente duro”. Lo llama “Twitter 2.0”.

El resultado han sido dimisiones en masa. Los trabajadores saben que Musk, que se pasa el día publicando memes en Twitter, no bromea con este tipo de cosas. El empresario ha sido demandado por extrabajadores de Tesla por “imponer una cultura de trabajo tóxica” en la compañía. En SpaceX la situación es similar. Él ha presumido habitualmente de prácticas como dormir en la oficina. Con “muchas horas a alta intensidad” se refiere a cosas como esa, que ya se están dando en Twitter. Una de las jefas de producto que quedan en la empresa defendió la necesidad de hacerlo ya antes del actual cataclismo.

Al igual que cuando se produjeron los despidos masivos, Twitter se ha llenado con las cartas de despedida de sus ya exempleados. “No me he ido por el despido del 50% de la empresa que no me afectó. Todos sabíamos que se iban a producir despidos. La dirección anterior probablemente habría recortado muy poco al principio y luego habría tenido que hacer varias rondas de despidos. Eso también habría sido una mierda”, ha opinado uno de ellos en una serie de publicaciones que se han viralizado: “Me voy porque ya no sabía para qué me quedaba”.

“Antes me quedaba por la gente, la visión a largo plazo y, por supuesto, el dinero (seamos sinceros). Todo eso ha cambiado radicalmente o es incierto”, detallaba el mismo extrabajador, Peter Clowes. “Si me hubiera quedado habría estado de guardia constantemente con poco apoyo durante un tiempo indeterminado en varios sistemas complejos adicionales en los que no tenía experiencia. Tal vez por la visión adecuada podría haber profundizado y hacer un trabajo que adormeciera la mente durante un tiempo. Pero esa es la cuestión... No se ha compartido una visión con nosotros. Ningún plan de 5 años como en Tesla. Nada más que lo que cualquiera puede ver en Twitter. Supuestamente viene para los que se quedan pero la petición era fe ciega y requería firmar la oferta de despido antes de verla. Pura prueba de lealtad”, ha revelado.

El resultado ha sido el convencimiento de que Twitter tiene las horas contadas. Las peticiones de descarga de las publicaciones personales se han disparado y hashtags como #RipTwitter acumulaban más de un millón de comentarios a media tarde de este viernes.

Se han extendido los debates sobre redes alternativas y las despedidas tuiteras. Otra gran parte de usuarios, puede que hastiada ya de Musk y sus ocurrencias, hacía caso omiso a los sentimientos de trascendencia que inundaban el resto de la red. “Se hace tan extraño ver los tuits normales ahora mismo. Como si la ciudad estuviera sitiada y vieras gente de picnic, o haciendo las compras con normalidad... ¿lo saben? ¿Debemos decírselo?”, ha tuiteado Meredith Whittaker, la presidenta de la Fundación Signal, que sostiene la app de mensajería privada del mismo nombre.

Musk, sorprendido por el alcance de las dimisiones

El correo de Musk a los empleados incluía un botón que debían pulsar aquellos que desearan continuar en la compañía. El bajo porcentaje de trabajadores que estaban optando por continuar llevó al multimillonario a convocar una reunión de urgencia poco antes de que se cumpliera su ultimátum para intentar convencer a aquellos que gestionan servicios “críticos” de la red social de que se quedaran, ha revelado el New York Post.

Musk planteó la medida, con la que ofrecía tres meses de indemnización a los que se marcharan, como una forma de seguir reduciendo costes y librarse de trabajadores que no están contentos con su liderazgo. Pero todo apunta a que el alcance de las dimisiones ha sorprendido al propio Musk, pese a que su respuesta ha sido publicar más memes.

Lo cierto es que el empresario siempre pensó en hacer una gran purga en Twitter. “Es necesario tomar medidas drásticas. Hay que reestructurar”, dijo en mensajes privados a sus allegados en marzo, antes de lanzar la oferta definitiva por la compañía. Mensajes que fueron presentados como prueba en el proceso legal que se abrió tras la demanda que Twitter interpuso contra él por negarse a respetar su acuerdo de compra y que lo llevaron a aceptar el desembolso de los 44.000 millones a los que se había comprometido meses atrás.

Sus comunicaciones privadas revelan lo que muchas veces ha dejado ver en público. Al empresario le gusta Twitter como concepto, pero no la cultura que ha tenido hasta ahora la compañía, ni sus trabajadores, ni su dirección, ni el supuesto sesgo progresista que daban a la plataforma y que él denunciaba cuando solo era un usuario más. Su estrategia siempre fue dejarla en el esqueleto y construir a partir de ello.

“La reestructuración debe hacerse como una empresa no cotizada”, decía, consciente de que el proceso traumático que iba a afrontar la red social habría destruido su cotización. Tanto en sus mensajes privados como en filtraciones posteriores de sus reuniones con los fondos que financiaron la operación de compra, Musk ha expresado que su plan es volver a sacar la compañía a bolsa cuando la haya reconstruido siguiendo su idea y convertida en una empresa rentable. Algo que Twitter, que acumulaba 1.600 millones de dólares en pérdidas desde 2020, nunca ha sido hasta ahora.

Salarios “muy por encima de mercado” para el “Twitter 2.0”

Musk había empezado la reestructuración en base a su cultura “Twitter 2.0” antes de las dimisiones en masa de este jueves, según ha podido saber elDiario.es. Empleados de otras grandes compañías tecnológicas han recibido ofertas muy altas para ser la nueva fuerza laboral de la red social.

“Dejaban muy claro que iban a superar mi remuneración actual (que sin pago en acciones será un salario muy, muy por encima de mercado)”, ha explicado a este medio uno de los ingenieros que han recibido una de esas oferta de Twitter, que pide permanecer en el anonimato por su condición de trabajador de otra compañía. “Enfatizaban mucho el Twitter 2.0 (creo que para atraer gente que ve a Elon como un valor, cosa que funciona cuando pones cohetes en el espacio, pero no tanto para dirigir Twitter)”, desvela.

Dejaban muy claro que iban a superar mi remuneración actual (que sin pago en acciones será un salario muy, muy por encima de mercado)

Este ingeniero no se planteó aceptar la oferta por la exigencia de trabajo presencial en EEUU que requiere el “Twitter 2.0” de Musk. Pero aclara que, además del salario fuera de mercado, el Twitter de Musk ofrece otro tipo de alicientes. “La oferta cuenta con una ventaja a considerar: entras en una empresa donde tienes un avance de la carrera muy rápido. No hay gente casi, si haces la cosas bien progresas muy rápido. Otra ventaja es la posibilidad de moverse rápido. En empresas grandes hacer proyectos es complejo y hay burocracia y gente a la que convencer y eso, a veces, es frustrante”, explica.

“Por otro lado, tienes la cultura más tóxica de la industria, claro está”, apunta.

¿Adiós, Twitter?

¿Podría colapsar Twitter ante la salida en masa de trabajadores? “Operativamente hablando, no creo. No es necesaria mucha gente para mantener el sistema sin fallos. Ahora bien, en la parte de negocio, gestión de anunciantes y, sobre todo, moderación, es otra cuestión”, responde este mismo ingeniero.

“Yo no creo que se vaya a caer ni hoy, ni mañana, ni pasado”, coincide César Córcoles, profesor de Informática de la Universitat Oberta de Catalunya especializado en productos digitales. “No creo que ocurra en horas ni en los días inmediatos, pero dentro de algo más de tiempo, si no comienza a hacerse mantenimiento, desde luego que es posible”, puntualiza.

El profesor recalca además que, aunque Musk consiga reclutar muchos ingenieros con sus ofertas fuera de mercado, no le resultará sencillo integrarlos: “Las operaciones sencillas se pueden empezar a realizar en 24 horas. Entender el sistema de Twitter, aun cuando no se hubiera echado a centenares de ingenieros, un nuevo trabajador empezaría a ser realmente útil al cabo de dos semanas o un mes. Pero faltando tanta gente y cuando tanto conocimiento sobre la empresa ha desaparecido... Puede ser realmente un trabajo de muchas, muchas semanas llegar a entender los sistemas”.

El peligro ahora para Twitter no es una caída inmediata, sino que un pequeño fallo en las próximas semanas se convierta en una bola de nieve que nadie sea capaz de parar. “Podríamos llegar a ver fallos en el servicio de varios días de duración”, avisa Córcoles.

CC