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El hecho ha muerto

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El hecho ha muerto. El hecho: eso que pasó, eso que tiene un qué, un quién, un cómo, dónde, cuándo y por qué. Ese acontecimiento que es identificable y posible de contar porque tiene un principio, una trama y un final. Un “hecho” es un incidente vial, por ejemplo; una inundación o un derrumbe, una persona que ha declarado tal cosa. Cualquiera de esas opciones constituye un hecho. Bueno, no existe más. El hecho ha muerto.

Si de la verdad hay versiones, de los hechos es complicado hacerse el desentendido. Algo pasó y dejó su rastro en el testimonio de un testigo (o de la víctima, o del victimario), en el registro fílmico de las cámaras de seguridad, en el informe de un perito. Pero esta época llegó para decirnos que eso que ha pasado no es tan así o que, directamente, no fue así. La constitución de un hecho dependerá de la potencia de quien lo enuncia. A más followers, más hecho.

Tengo un ejemplo reciente. El Presidente ofreció el viernes su primer discurso frente a los diputados y senadores, en lo que fue el acto de apertura de las sesiones ordinarias. En los alrededores del Congreso se juntó gente. Esta vez no hubo pantallas en la plaza para seguir lo que sucedía en el recinto. Las alternativas eran entrar en una confitería y pagar una consumición para ver y oír al Presidente. O sentarse en el cordón de la vereda y quemar datos en streaming

El local partidario Igualar, en cambio, colocó un televisor en la vidriera y sumó un equipo de audio. Rápidamente se juntó una buena cantidad de ciudadanos para escuchar con atención a Milei. Esa gente, frente a ese televisor, reaccionó con gritos, con insultos, con cánticos en favor de los trabajadores. No eran militantes o, al menos, no estaban identificados de esa manera. El fastidio era total. Lo sé porque yo estaba ahí.

A las 22.14 el medio Rosario 3 tuiteó desde su cuenta oficial esto: “Mientras tanto, afuera del Congreso. La gente se junta en vidrieras para ver y escuchar el discurso de Javier Milei” (dejo el link aquí por si alguien quiere chequear esto, o sea, el hecho). Una foto acompañaba el posteo. La foto es de ese enjambre que se juntó frente al televisor del local Igualar. Buena parte del discurso lo escuché en ese mismo lugar y con esas personas. Me fui porque las puteadas tapaban el sonido y al cabo no podía enterarme qué se puteaba.

Adorni, el fantasioso

No puedo precisar la hora ni compartir el link (es decir, el hecho) porque Manuel Adorni, vocero presidencial, eliminó el posteo. ¿Qué hizo Adorni? Tomó la foto del tuit de Rosario 3 y escribió: “La emoción y la esperanza en una sola foto. Fin”. Creo que Manuel Adorni es un muy buen vocero pero se hace encima. El periodista Fero Soriano estaba cubriendo las afueras del Congreso para Infobae y también se detuvo en la vidriera del local a ver el discurso. Fero salió a desmentir a Adorni con un video de ese mismo momento y de ese mismo lugar: quedó claro que no hubo ni emoción ni esperanza -como aseguró Adorni- sino indignación e insultos hacia el Presidente.

Pero atrás de Adorni salió el fandom de Milei a confirmar y reforzar la supuesta alegría de los ciudadanos congregados frente a ese televisor. Los fans del Presidente dieron por sentado el hecho compuesto por Adorni, pero lo que hacían circular en redes era la mentira, algo que no sucedió. El oficialismo no convocó a su militancia así que quiénes instalaron la falsedad no habían estado ahí. 

A pesar de la desmentida, que no admite discusión, no recularon. Nadie admitió que se habían cenado un sapo. Es imposible saber cuántos ciudadanos desarmaron la fake que divulgó Adorni y los devotos al Gobierno. Posiblemente muchas personas sigan pensando “che mirá vos el presidente la gente se para para escucharlo”. Este es un ejemplo pequeño, pero ilustrativo. Me gustaría asomarme al futuro para saber cómo se contará esta era que habitamos.

El Gobierno va construyendo su relato con para-verdades: toman el hecho y arman un “hecho alternativo”. La operatoria es la de desplazamiento, correr el acontecimiento de un lugar a otro más “conveniente”. Son “arquitectos de realidades”, una frase muy de posteo en Instagram. La pregunta que se me arma aquí es qué herramientas tenemos nosotros, periodistas, en este nuevo escenario. Quizás parte de la respuesta sea que no hay, que a esas herramientas hay que crearlas. 

Télam es un recurso fundamental para los trabajadores de prensa

El lunes me acerqué a Télam para acompañar a los colegas de la agencia. Están en alerta y en medio de un limbo porque ninguno sabe exactamente qué es, para el Gobierno, “cerrar Télam”. Me expresé públicamente sobre esta afrenta a la agencia estatal de noticias. Me sorprendió el desconocimiento que hay sobre el medio de comunicación público de más alcance en el territorio nacional. 

Es coherente que un grueso de la población ignore para qué sirve una agencia estatal de noticias porque no es como encender la tele y ver a Majul. Acudimos a Télam los periodistas que formamos parte de las redacciones que pagan por el servicio de cables, fotos, infografías y audiovisuales. Sí, los medios pagan por el servicio. Télam produce información básica, es decir, cuenta el hecho. Los periodistas tomamos información de ahí y reescribimos (“picamos”) el cable o ilustramos nuestras notas con las fotos. Télam es más un mayorista de información que un medio de comunicación. Es un servicio rápido, preciso y de calidad, un insumo diario para los periodistas.

Es coherente, entonces, que un grueso de los argentinos desconozca el funcionamiento de un medio público. Pero que lo desconozca el Ejecutivo es de una ignorancia brutal. No voy a ser yo la que les de ideas, pero: no la están viendo ni para ellos. 

como bien desglosa Irina Sternik en su newsletter Lado B: “En la actualidad, y desde 2009, los registros audiovisuales ascienden a 38.000. Hay más de 2.990.000 documentos periodísticos de archivo, mas de 1.500.000 de negativos, mas de 50.000 fotografías blanco y negro en papel”. Télam es, también, acervo histórico argentino. Pero el Presidente Milei la ha reducido a, a su entender, una única utilidad: “(Télam) ha sido utilizada durante las últimas décadas como agencia de propaganda kirchnerista”.

Hay otra cosa que el Gobierno debería saber respecto de los trabajadores de prensa. Los periodistas sabemos de mails que llegan de madrugada anunciando despidos, sabemos de vallados en nuestros lugares de trabajo, sabemos de presencia policial y de amedrentamiento en el territorio que ellos más conocen, el de las redes. Sabemos lo que es tener un trabajo mal pago o tres trabajos para juntar una guita para sobrevivir. De todo eso sabemos también los periodistas empleados en empresas privadas. Esta cultura que el signo político hoy dominante pretende imponer es un agua tibia que horada una piedra mil veces horadada. Estamos entrenados en cuanto afrentas del Estado y también del sector privado. Sepan que los trabajadores de prensa somos de cuero.

El lunes, el vocero Adorni se paró como cada mañana detrás del atril desde donde ofrece su conferencia de prensa. Mientras los colegas de Télam se preparaban para el abrazo simbólico a la agencia, Adorni pasaba el parte del día. Sonreía el portavoz porque la prensa internacional estaba allí viéndolo, oyéndolo. A La Libertad Avanza le encanta la prensa internacional. Tienen tendencia a la genuflexión con la-prensa-internacional. Agachan la cabeza en señal de sumisión y si pudieran, si no fuera ridículo, también se inclinarían sobre la rodilla derecha frente a un periodista “de afuera”. 

Pero el lunes Adorni tuvo que responder exclusivamente sobre el cierre de Télam y el dispositivo de seguridad dispuesto por Patricia Bullrich, ministra de Seguridad devenida inspectora de tránsito. Todos los periodistas sentados frente al vocero fueron directo a preguntar por la agencia. La última pregunta la hizo una colega española que no sólo remarcó que la noticia sobre Télam era excluyente sino que interpeló al vocero sobre el 8M y la decisión de cerrar el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad. Adorni no pudo lucirse.

Cuando afirmo que Adorni es “un muy buen vocero” quiero decir que es sólido y que tiene dos respuestas siempre listas para cuando no dispone de la información que, por el cargo que ostenta, debería tener a mano. Pero sobre todo, Adorni es bueno porque usa perfectamente el “nosotros”. Tiene autorización total del Ejecutivo para hablar en nombre del Presidente y está convencido de ser un órgano (un pulmón, el intestino) del Gabinete. Es difícil comprender que alguien que se para cada mañana frente a los periodistas acreditados en Casa Rosada haya tuiteado (con sobrado cinismo) “saluden a Télam que se va” apenas Milei anunció el cierre de la agencia. 

Bueno, no es difícil de comprender: es totalmente inaceptable. 

VDM

El hecho ha muerto. El hecho: eso que pasó, eso que tiene un qué, un quién, un cómo, dónde, cuándo y por qué. Ese acontecimiento que es identificable y posible de contar porque tiene un principio, una trama y un final. Un “hecho” es un incidente vial, por ejemplo; una inundación o un derrumbe, una persona que ha declarado tal cosa. Cualquiera de esas opciones constituye un hecho. Bueno, no existe más. El hecho ha muerto.

Si de la verdad hay versiones, de los hechos es complicado hacerse el desentendido. Algo pasó y dejó su rastro en el testimonio de un testigo (o de la víctima, o del victimario), en el registro fílmico de las cámaras de seguridad, en el informe de un perito. Pero esta época llegó para decirnos que eso que ha pasado no es tan así o que, directamente, no fue así. La constitución de un hecho dependerá de la potencia de quien lo enuncia. A más followers, más hecho.