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Cine

Cómo es el documental que reconstruye el extravagante plan de Alfonsín para mudar la capital argentina a la Patagonia

Raúl Alfonsín en una toma del documental "Viedma, la capital que no fue".

Agustina Larrea

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“Esta no es una voluntad presidencial. Esta es, gracias a Dios, la decisión de un pueblo que por fin se ha convencido de la necesidad de cambiar su rumbo”. Raúl Alfonsín habla en la Patagonia desde un balcón. Lo hace frente a un grupo de ciudadanos que, entre la sorpresa, la ilusión y algunas resistencias, se prepara para un movimiento radical que cambiará sus vidas. Luego de que se aprobara en el Congreso de la Nación la llamada Ley de Traslado de la Capital, los poderes del Estado iban a dejar de estar en Buenos Aires para instalarse en un nuevo y ampuloso distrito federal que se construiría en las localidades de Viedma, Carmen de Patagones y Guardia Mitre, entre lo más austral de la provincia de Buenos Aires y el norte de Río Negro.

Con ese discurso de 1986, con otros grandes rescates de archivo, con testimonios de vecinos y autoridades, con las voces de periodistas locales que tuvieron la primicia y con los arquitectos convocados para trazar el plan, el cineasta argentino Jorge Leandro Colás armó el notable documental Viedma, la capital que no fue que, después de su estreno en el BAFICI, llegó a salas de cine en todo el país.

A partir de una narración detallada y muy sobria en los recuerdos de quienes vivieron de cerca aquellos días, el largometraje se detiene en la sorpresa inicial de los habitantes de Viedma, en las cuestiones técnicas que implicaban entonces una empresa tan ambiciosa y un poco extravagante y, finalmente, en todo lo que llegó a plafinificarse y quedó trunco.

HACIA EL SUR, EL MAR Y EL FRÍO

A mitad de su mandato, y bajo el lema “hacia el sur, el mar y el frío”, Alfonsín comenzó a darle forma a una idea que tenía como objetivo descentralizar al Estado y federalizar de esa manera al país.

Primero en secreto, como exhibe con claridad el documental, y luego ya con una ley votada en el parlamento para darle forma a su anhelo, el entonces presidente comenzó a hacer viajes al sur. 

“En cuanto a esto no hay divisiones políticas. Hay una sola voz que se levanta: tenemos que terminar con el centralismo y tenemos que desarrollar la Patagonia argentina”, señala Alfonsín en uno de los discursos que rescata Viedma, la capital que no fue

Era tal el fervor de entonces que en otra de sus intervenciones públicas, el ex presidente también asegura convencido que las obras iban a hacerse de inmediato por lo que entregaría los atributos presidenciales a su sucesor en tierras patagónicas, con la nueva capital ya en marcha.

El lugar elegido, con Viedma como centro, tenía características imponentes y también desafiantes: un río atraviesa el lugar por lo que la capital argentina iba a estar dividida en dos orillas de alturas distintas. Los expertos apuntan también que no se podía soslayar la intensidad del viento y la necesidad de trasladar mano de obra hasta un lugar con poca población. 

Entre otros, analizan estos aspectos vecinos de Viedma, autoridades de aquellos años como la ex vicegobernadora y arquitecta Elva Roulet, involucrada en el proyecto desde sus inicios, y ex miembros del estudio de arquitectura Bacigalupo, convocado a realizar los planos de las obras.

“Las ciudades se construyen a través de la historia, son hechos sociales”, apunta en un momento del documental el arquitecto Gerardo Sánchez, que recorrió la zona para contarles a los vecinos sobre los cambios que se vendrían en poco tiempo con la instalación de nuevos edificios, pero también de empresas, de embajadas y todo tipo de instituciones.

Lo primero que se hizo, tal como recupera el documental de Colás, fue comenzar con el armado en Viedma de una zona de viviendas transitorias para unos tres mil obreros que trabajarían en la construcción de todos los edificios que se iban a necesitar en la nueva capital argentina.

Sin embargo el predio, con forma de monoblocks que todavía siguen en pie convertidos en un barrio de pocos recursos, generó resistencias entre los lugareños. Otros, además, temían por la pérdida de la tranquilidad de la zona, por el encarecimiento de la vida y por las posibles expropiaciones de tierras para levantar las edificaciones del nuevo distrito federal.

La película sigue ese proceso hasta que, hacia 1987 la idea empieza a apagarse cuando la crisis económica comienza a poner en jaque todo. Se suma, además, la derrota del oficialismo en las elecciones legislativas de ese año. La “oportunidad histórica”, la “bisagra de la historia” o “el gran sueño federal” –como llamaban algunos entonces a la mudanza de la capital– empiezan a desintegrarse.

“Tiraron una bomba y partieron”, recuerdan algunas vecinas de Viedma desencantadas.

Con la llegada al poder de Carlos Menem tras las elecciones de 1989 el proyecto queda definitivamente abandonado. Aunque, tal como apunta Colás hacia el final de su largometraje, “oficialmente la Ley de Traslado de la Capital nunca fue derogada”. En el camino quedaron los obreros que se instalaron en el lugar, las viviendas precarias, los arquitectos con sus planos y las ilusiones de buena parte de Viedma y sus alrededores.

INCREDULIDAD Y ORGULLO

“Era un niño cuando en 1986, comenzó a decirse que Viedma, la ciudad en la que nací y viví los primeros años de mi vida, sería la próxima Capital de la República Argentina. Todavía conservo algunos recuerdos vagos de aquella época: era una mezcla de lo más extraña entre curiosidad, orgullo e incredulidad”, señala en unas notas del director que el realizador compartió a la prensa.

“Hace un tiempo comencé a tener encuentros con los protagonistas de esta historia, para nutrirme de sus relatos de manera directa y en primera persona. Los conozco a casi todos desde que nací, muchos son vecinos del barrio, amigos de mis padres o incluso familiares cercanos”, agregó el cineasta que, luego de cursar la carrera de Diseño de imagen y sonido en la Universidad de Buenos Aires, se especializó en cine documental. 

“Creo que aquel proyecto del pasado puede ser una clara metáfora de la Argentina inconclusa de hoy. Todavía nuestra democracia no puede garantizar que mínimamente cada habitante de nuestro suelo, como decía Alfonsín, ‘coma, se cure y se eduque’. Viedma: la Capital que no fue habla entonces de proyectos incumplidos, de caminos truncos, de frustraciones colectivas, de ausencias y de nostalgias”, apunta Colás.

AL

El documental Viedma, la capital que no fue se estrenó en salas de todo el país. Entre otras, se puede ver en el Cine Gaumont (Rivadavia 1635, CABA), el Espacio INCAA General Pico, el Espacio INCAA Villa Regina y el Espacio INCAA San Martín de Los Andes. Duración: 78 minutos. Más información, por acá.

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