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A diez años de la muerte de spinetta Entrevista
Emilio Del Guercio, bajista de Almendra: “No puedo creer que Luis no esté vivo porque me encuentro preguntándome qué pensaría sobre el mundo”

De izquierda a derecha: Del Guercio, Spinetta, Molinari y García. Almendra, banda fundacional del rock argentino.

Julieta Roffo

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Unas horas después de merendar juntos y de mirar a Piluso y Coquito por televisión, Emilio Del Guercio y Luis Alberto Spinetta, amigos fraguados en el Colegio San Román, se tiraban cerca de la radio de la casa familiar de Emilio y escuchaban el programa Modart en la noche. Había jazz, había algo de surf rock estadounidense y había, de vez en cuando, un anuncio que los dos esperaban con devoción: la fecha del próximo estreno radial de The Beatles.

Les gustaba mucho de todo lo que pasaban en ese programa, pero con los Beatles era distinto. Los fanatizaba y los ponía a trabajar. “Los dos sacábamos los temas, pero sobre todo Luis. Los cantábamos juntos en fiestas de amigos, nos pasamos varios años haciendo eso, y paralelamente empezamos a componer en castellano. Empezó a tomar forma la creación de un lenguaje propio, que después desarrollamos en Almendra”, se acuerda Del Guercio, en diálogo con elDiarioAR a diez años de la muerte de ese amigo con el que compartió aula, barrio, banda y vida.

El locutor de Modart en la noche se llamaba Pedro Aníbal Mansilla. “Era un peruano con una voz bárbara”, dice el histórico bajista de Almendra. Una noche, en vez de escuchar jazz o a The Beatles, de la radio salió la voz de Luis Alberto. Decía: “Para saber cómo es la soledad, tendrás que ver que a tu lado no está…”. “Fue muy emocionante para nosotros. Muy fuerte. El mismo locutor que nombraba a los músicos que seguíamos con devoción presentaba nuestra canción”, dice Emilio.

Él y Luis Alberto se habían conocido a los 13 años. Cuando Del Guercio vio el interés de ese nuevo compañero de aula por la música, la poesía y el dibujo, se le acercó. “Me llamaba mucho la atención que apareciera un muchacho con intereses tan parecidos a los míos, nos hicimos muy amigos. Luis era un tipo muy inquieto y curioso. Los dos éramos o somos así. Disfrutaba de esa inquietud que lo llevaba a enterarse de cosas, no sólo vinculadas a la música. Escarbaba y averiguaba sobre muchas cosas, en libros, en películas. Era voraz e inquieto para enterarse del mundo”.

“A nivel colectivo es obvio que Luis representa una parte muy importante de la afectividad de mucha gente. De muchísima. Entonces lógicamente mucha gente lo extraña porque tenía una relación muy afectiva con él. El hecho de que esté su música mitiga esa sensación”, describe Emilio, y suma: “En el plano personal, me resulta muy extraño que no esté en el mundo. Igual que Rodolfo (García, baterista de Almendra y amigo de los dos). Cuando sos joven no pensás en que esto, la muerte, va a llegar. No se me pasó por la cabeza pensar que Luis no iba a estar, y aceptar eso fue fuerte y duro. Su presencia es muy relevante para mi vida”.

De todos las versiones de Spinetta que conoció, Del Guercio se aferra especialmente a una para recordarlo: “Pienso en nuestra adolescencia. Cuando teníamos 13, 15, 16 años. Esas historias y esas vivencias son las más fuertes porque son anteriores a convertirnos en personajes… Nos guste o no, es halagador que te reconozcan, pero convertirte en un personaje público puede aislarte y modificar la relación entre los propios amigos”, desliza. 

Se acuerda de salidas con amigos y con novias, de shows en vivo y de estudios de grabación, pero sobre todo de una obra en construcción. “Cuando evoco la presencia de Luis lo que más recuerdo es cómo le dimos forma a nuestro sueño. Soñábamos con hacer música y tocar en un teatro en un momento en el que el grueso de las bandas se presentaban en clubes. Trabajamos mucho para construir ese sueño y hacerlo funcionar. Tuvimos suerte pero también hicimos mucho trabajo, pusimos mucha fuerza mental y mucha del corazón”, sostiene, en relación a la creación y consolidación de Almendra, una de las bandas fundacionales del rock argentino.

Junto a Rodolfo García y Edelmiro Molinari -guitarrista de Almendra-, Del Guercio y Spinetta habían empezado a ensayar para una reunión de la banda en 2009. “Aparece Pablo Mangone, productor de Luis, y le propone hacer un concierto muy grande para festejar sus 40 años con la música. Para nosotros hubo una pequeña sensación incómoda porque estábamos desarrollando otro proyecto como banda. Almendra no era una banda de Luis, a pesar de que él era el compositor más prolífico, sino que fue una banda completamente democrática en la que el liderazgo era rotativo”, describe Del Guercio. “A pesar de esa incomodidad inicial, aceptamos porque no podía faltar Almendra en ese escenario”.

El 4 de diciembre de 2009, en el estadio de Vélez, Luis Alberto Spinetta pasó más de cinco horas sobre un escenario por el que desfilaron sus Bandas Eternas. Almendra fue la última: tocaron Color humano, Fermín, A estos hombres tristes, Hermano perro y Muchacha (ojos de papel), en una versión conmovedora que fue pura armonía de voces. Al final de esa canción, como si imitara el cocoliche de un italiano casi recién bajado de un barco, Spinetta le preguntó a su público: “¿Son felices o no son felices?”. El estadio rugió para decir que sí, que claro que sí.

Muchacha tiene una melodía muy hermosa y eso tuvo y tiene mucha pregnancia. Pero también usa palabras que hoy podemos ver como algo naif, pero en el 68 poner ‘pechos de miel’ era muy impactante para una canción que iba a sonar en la radio. Esas dos cosas produjeron un atractivo muy importante, y además es una canción que tiene la virtud de no pertenecer a un nicho, un ambiente, sino que los atraviesa todos. Es una canción popular y masiva, prácticamente conocida por todo el mundo, inscripta en la trama popular. Ese es un beneficio del que no muchos artistas gozan”, describe Del Guercio. “El temor de Luis a quedar demasiado pegado a esa canción lo ha hecho durante mucho tiempo renunciar a interpretarla, pero fue la canción que lo ubicó como un compositor popular, un artista que atraviesa todas las capas”, explica.

“La noche en Vélez fue muy linda. Luis estaba al mango, recontra feliz: tocó cinco horas, cantó 52 canciones y ni siquiera en la última se le notó afonía. Mucha gente cree que él ya estaba enfermo en ese momento. Yo no lo creo. No fue una noche pensada como un broche, sino como una celebración”, sostiene el ex bajista de Almendra.

Para Del Guercio, “es muy difícil definir la obra de Luis”. “Es una obra de alto voltaje emocional. Con los años él fue desarrollando una investigación de la armonía atravesando la melodía, esa es una característica bastante marcada en su trabajo. En cuanto a lo letrístico, la mayoría de la gente dice que son letras surrealistas, si se puede emplear ese término. Luis usaba las palabras como sonidos, algunas veces obviando su sentido. Muchas veces decís ‘¿qué quiso decir?’, y la palabra está puesta ahí como un apelativo sonoro y como la evocación de una imagen. Se especializó mucho en eso, pero quizás la canción que lo muestre en un 100% sea Por”. Es la canción que en su primera estrofa dice: “Árbol, hoja, salto, luz, aproximación / Mueble, lana, gusto, pie / Té, mar, gas, mirada / Nube, loba, dedo, cal, gesticulador”.

“Yo creo y Luis también creía que la poesía menciona aquello que no puede describir o nombrar el lenguaje coloquial. De eso se trata la obra de Luis”, resume su amigo, y reflexiona: “No estoy en un extrañamiento melancólico. Pero a veces me pasa que no puedo creer que no esté vivo porque me encuentro preguntándome qué pensaría Luis sobre tal cosa. Qué pensaría Luis sobre alguna cosa que esté pasando en el mundo”.

JR

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