Anne Perry falleció a sus 84 años en 2023. A lo largo de su trayectoria, la autora británica había conseguido consolidarse como una de las grandes figuras del género literario del thriller. Para hacernos una idea, el diario The Times llegó a considerarla como una de las 100 mejores escritoras de crimen del siglo XX. Se vendieron más de 25 millones de ejemplares de sus novelas de intriga a nivel mundial al mismo tiempo que consiguió numerosos galardones que premiaron su escritura.
Sin embargo, no muchos saben que detrás de su famosa serie de novelas de crímenes protagonizadas por el inspector Pitt está una mujer que protagonizó su propio crimen cuando era una adolescente. Perry, cuyo nombre real era Juliet Hulme, tenía solo 15 años cuando entró en la cárcel por ayudar a planear y llevar a cabo un asesinato.
Todo ocurrió en 1954, en la ciudad de Christchurch, Nueva Zelanda. En aquel momento, los padres de Juliet estaban separándose y decidieron que la joven iría a vivir a Sudáfrica una temporada. Juliet y su entonces mejor amiga Pauline Parker tenían una relación muy cercana y no querían separarse bajo ningún concepto. Las dos adolescentes intentaron convencer a los padres de Pauline para que pudieran viajar juntas hasta el país africano. Sin embargo, Honorah Rieper, la madre de Pauline, no aceptó que su hija se marchara.
Esto no fue plato de buen gusto para las jóvenes, que pronto empezaron a planear su venganza. Así, el 22 de junio de 1954, las chicas decidieron salir a dar un paseo por el parque Victoria en la ciudad de Christchurch con Honorah y llevar a cabo su plan. Juliet y Pauline asesinaron a la madre de Pauline golpeándola con un ladrillo. Como eran demasiado jóvenes para la pena de muerte, las dos entraron en prisión, donde estuvieron encerradas cinco años.
Una película para contar el caso real
Una vez fueron puestas en libertad, Juliet decidió cambiarse el nombre y empezar una nueva vida. Así nació la figura de Anne Perry, que publicó su primera novela Los crímenes de Cater Street en 1979. Durante años, nadie supo que su nombre era un seudónimo ni que había estado en la cárcel por cometer un asesinato.
Su identidad y su pasado no fueron conocidos por todos hasta la década de los 90, cuando su historia fue adaptada a la gran pantalla. En 1994, el director Peter Jackson decidió contar la historia del crimen en la película Criaturas celestiales, protagonizada por la neozelandesa Melanie Lynskey y la británica Kate Winslet, que entonces apenas tenían 15 y 17 años respectivamente.
“¿Por qué no puedo ser juzgada por lo que soy ahora en lugar de por lo que era entonces?”, llegó a lamentarse la escritora en una entrevista para The Guardian años después del estreno del largometraje. Sus novelas de crímenes y asesinatos, traducidas a varios idiomas, siguen leyéndose actualmente en todo el mundo.