La Argentina, a mitad de tabla de la pobreza latinoamericana, según la CEPAL

Lejos están los tiempos en que la Argentina era de los países con más clase media de Latinoamérica. De los 19 países de la región, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) evalúa en su Panorama Social difundido hoy los datos de pobreza de 15 de ellos. Faltan los de Cuba, Guatemala, Nicaragua y Venezuela. De los 15 con cifras, este organismo de la ONU las homogeneiza porque cada nación elabora una canasta distinta y desarrolla una estadística comparable. Es así que la Argentina, en lugar del 37,3% que midió el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) en 2021, aparece en este informe con un 27,9%, como el séptimo país con más pobres o como el noveno con menos, depende de cómo se lo mire.

Uruguay, con una pobreza del 4,8%, es el que menos registra, seguido por Chile (14,2%) y Panamá (15,6%). Después aparecen Costa Rica (17,3%), Perú (19,3%) y Paraguay (20,9%), dos países de los que siguen llegando inmigrantes a la Argentina, pese a todo. República Dominicana tiene un 22,5% de pobres y Brasil, un 24,3%. Peores indicadores que la Argentina registran los dolarizados Ecuador (28,5%) y El Salvador (30,7%), Bolivia (29%), Colombia (35,4%), México (37,4%) y Honduras (52,3%).

Por encima del nivel prepandemia

Pese a la leve disminución de la pobreza registrada en 2021, respecto de un 2020 de cuarentenas, las proyecciones indican que las tasas de pobreza y extrema pobreza se mantienen en 2022 por encima de los niveles prepandemia en América Latina y el Caribe, alertó la CEPAL) en su informe Panorama Social de América Latina y el Caribe 2022 que presentó hoy en Santiago de Chile y que aborda como tema central la educación y su rol en el debate de políticas para la recuperación en la región.

“Después de un fuerte crecimiento de la pobreza y un leve aumento de la desigualdad de ingresos en 2020, a consecuencia de la pandemia por COVID-19, el 2021 dio cuenta de una reducción de las tasas de pobreza extrema y pobreza y un crecimiento de los estratos de ingresos medios, que no fue suficiente para revertir completamente los efectos negativos de la pandemia”, explica la publicación. De esta forma, en 2021 la tasa de pobreza de América Latina alcanzó el 32,3% de la población total de la región, una disminución de 0,5 puntos porcentuales respecto a 2020, mientras que la tasa de pobreza extrema fue de 12,9%, 0,2 puntos porcentuales menos que en 2020.

La CEPAL proyecta que a fines de 2022 la pobreza se situará en 32,1% de la población, lo que equivale a 201 millones de personas, y la pobreza extrema en 13,1%, unos 82 millones, es decir, una leve disminución del nivel de pobreza y un leve aumento de la pobreza extrema respecto a 2021, por los efectos combinados del crecimiento económico, la dinámica del mercado de trabajo y la inflación. Estas cifras implican que 15 millones de personas adicionales estarán en la pobreza con respecto a la situación previa a la pandemia y que el número de personas en pobreza extrema será 12 millones más alto que el registrado en 2019. En el caso de la Argentina, la pobreza era del 27,2% en 2019, según CEPAL, es decir, 0,7 puntos menos que en 2021.

Retroceso

Los niveles proyectados de pobreza extrema en 2022 representan un retroceso de un cuarto de siglo para la región, subraya el organismo regional. Al igual que en años anteriores, la CEPAL señala que la incidencia de la pobreza es mayor en algunos grupos de la población en la región: más del 45% de la población infantil y adolescente vive en la pobreza y la tasa de pobreza de las mujeres de 20 a 59 años es más alta que la de los hombres en todos los países. De igual forma, la pobreza es considerablemente más alta en la población indígena o afrodescendiente.

En 2021, la desigualdad de ingresos (medida por el índice de Gini) disminuyó levemente con respecto al 2020 en América Latina, situándose en 0.458, en niveles similares a los de 2019. En tanto, la desocupación proyectada para 2022 representa un retroceso de 22 años, afectando especialmente a las mujeres, para las que la desocupación sube de 9,5% en 2019 a 11,6% en 2022.

“La cascada de choques (shocks) externos, la desaceleración del crecimiento económico, la débil recuperación del empleo y la inflación al alza profundizan y prolongan la crisis social en América Latina y el Caribe”, planteó José Manuel Salazar-Xirinachs, secretario ejecutivo de la CEPAL, durante la presentación del documento. “No se ha logrado revertir los impactos de la pandemia en materia de pobreza y pobreza extrema y los países enfrentan una crisis silenciosa en educación que afecta el futuro de las nuevas generaciones”, advirtió el alto funcionario, quien llamó a los países a invertir decididamente en materia educativa y a convertir esta crisis en una oportunidad para transformar sus sistemas.

La CEPAL advirtió que América Latina y el Caribe sufrió el apagón educativo más prolongado a nivel internacional: en promedio 70 semanas de cierre de establecimientos, frente a 41 semanas en el resto del mundo. Esto exacerbó las desigualdades preexistentes en materia de acceso, inclusión y calidad, según el organismo de la ONU de tradición de pensamiento económico heterodoxo. En la pandemia, una de las principales limitaciones para la continuidad educativa fueron las desigualdades en el acceso a conectividad, equipamiento y habilidades digitales. En 2021, en ocho de 12 países de la región más del 60% de la población pobre menor de 18 años no tenía conectividad en el hogar.

De no actuar ahora, la CEPAL advierte sobre el “riesgo de cicatriz permanente en las trayectorias educativas y laborales de las generaciones más jóvenes” de la región.  De acuerdo con el organismo regional de las Naciones Unidas, ya se han medido pérdidas de aprendizaje y en América Latina el porcentaje de jóvenes de 18 a 24 años que no estudia ni trabaja de forma remunerada aumentó de 22,3% en 2019 a 28,7% en 2020, afectando especialmente a las mujeres jóvenes (36% de ellas se encontraba en esta situación, comparado con un 22% de los hombres). Persisten brechas de género importantes en términos de desempeño y áreas de formación. En promedio, las estudiantes mujeres tienen peores desempeños en matemática y ciencias durante la educación básica, disparidades que se profundizan en los cuartiles de ingresos más bajos, es decir, el 25% más pobre. Asimismo, en la mayoría de los países de la región la proporción de mujeres graduadas en carreras CTIM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) no supera el 40%.

“Cascada de crisis”

El gasto social de los gobiernos alcanzó un 13% del PBI en 2021 en América Latina, nivel inferior a 2020 pero muy superior al registrado en las últimas dos décadas. El año pasado, la erogado en educación alcanzó 4,1% del PBI (30,5% del gasto social total) en América Latina y el Caribe. “Si bien el promedio del gasto público en educación de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE, el club de naciones ricas) en 2019 alcanzó el 4,9% del PBI, cifra levemente superior a la de la región (4% del PBI en 2019), el gasto en educación por nivel educativo es seis veces el monto por estudiante de América Latina y el Caribe en preprimaria, 5,7 veces en primaria, 5,3 veces en secundaria y 6,1 veces en educación terciaria”, especifica la publicación.

“Estamos ante una cascada de crisis que ha exacerbado las desigualdades y carencias de la región. No es momento para cambios graduales, sino para políticas transformadoras y ambiciosas”, dijo Salazar-Xirinachs. “Se requieren esfuerzos intersectoriales de política pública que vinculen la oferta educativa con la salud, el trabajo y la protección social, y que permitan asentar mecanismos para garantizar un nivel de bienestar e ingresos en una era de volatilidad e incertidumbre”, apuntó el alto funcionario e instó a los países a construir “nuevos pactos sociales acompañados de contratos fiscales para avanzar en el fortalecimiento de la democracia, la cohesión social y garantizar la sostenibilidad financiera de los sistemas de protección social en la región”.

AR