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Opinión - Panorama económico

El día después de las PASO: de la continuidad de Guzmán a los lobos de Wall Street

Alejandro Rebossio Panorama económico rojo

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En el Frente de Todos (FdT) confían en que hoy vencerán aunque sea por un voto en la provincia de Buenos Aires, donde sufragan cuatro de cada diez argentinos, pero también especulan sobre qué sucedería si perdieran. ¿Se iría el ministro de Economía, Martín Guzmán, como tuvo que marcharse del mismo cargo Nicolás Dujovne después de las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) de 2019? En el entorno más cercano de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner lo niegan: “¿Eh? ¿Qué tiene que ver? ¿En medio de una negociación con el FMI (Fondo Monetario Internacional)? ¿Te parece?”. Uno de los principales candidatos cristinistas a diputados nacionales en territorio bonaerense también lo descarta: “Guzmán no se va hasta que termine la negociación con el Fondo”.  

En el Ejecutivo, los albertistas defienden la gestión del ministro de Economía, pese a su partido perdido contra la inflación en 2021, y reivindican sus vínculos personales para negociar con la directora gerenta del FMI, Kristalina Georgieva, y la secretaria del Departamento del Tesoro norteamericano, Janet Yellen, discípula como él del mismo Nobel, Joseph Stiglitz. Agregan que hay en carpeta una batería de medidas de “fomento” de la economía, como las define la vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca Bocco, la nueva economista mimada por CFK y La Cámpora. Son anuncios que se acelerarán o dosificarán según pierdan, empaten o ganen en la provincia. En el gobierno bonaerense también descartan un “timonazo” en caso de derrota, pero sí prevén que siga consolidándose la mayor expansión fiscal que comenzó en el segundo trimestre del año y que podría incluir más impulso a la demanda con aumentos adicionales de jubilaciones y asignaciones, más reaperturas de paritarias, controles de precios, obras públicas y de viviendas. Pero en las filas de Axel Kicillof se muestran cada vez más conformes con Guzmán, después de doblegarlo en su intención de subir más las tarifas de energía: “La configuración de la política económica es bastante parecida a lo que haría el cristinismo, en términos de salario, control de la exportación de carne, obra pública, regulación cambiaria, tarifas”. Y opinan que hay que “desdramatizar” el resultado de hoy. Descartan que sea definitorio para las elecciones presidenciales de 2023, como imagina el mercado financiero.

Por eso por ahora se descarta que mañana Guzmán sea sustituido por los nombres que se agitan tras las bambalinas como sus reemplazantes: Todesca Bocco, el ministro de Producción bonaerense, Augusto Costa, o el ex presidente del Banco Central Martín Redrado, baluarte de Sergio Massa pero con diálogo frecuente con Máximo Kirchner y otros camporistas desde que a fines de 2020 el director general de la Fundación Capital se reconciliara con su madre. En medio de rumores, Redrado volvió a hablar esta semana después de un mes de silencio, pero sólo sobre la inflación, principal inquietud de los votantes de hoy, en una entrevista con el canal alemán Deutsche Welle desde Nueva York. Allí atribuyó el alza de precios a la “indisciplina fiscal y monetaria, falta de un programa financiero y falta de reformas económicas que modernicen la estructura productiva y que incentiven el incremento de la oferta”. “La solución de esto viene con un programa de estabilización y crecimiento”, propuso y reiteró que debería ir acompañado de leyes consensuadas entre Gobierno y oposición. Se trata de un análisis económico con el que disiente el jefe del bloque de diputados del FdT. Difícilmente, Redrado vaya a reemplazar mañana a Guzmán en caso de derrota: no sería él ministro de Economía necesario para revertir un resultado electoral adverso en las elecciones de noviembre a fuerza de gasto público.

¿El resto del gabinete, sí?

Si el el jefe del Palacio de Hacienda no se toca, ¿el resto del gabinete sí? En la Jefatura de Gabinete admiten que Santiago Cafiero es el más criticado por cristinistas y massistas y que podría ser víctima de un intento de cambio de gestión. ¿Vendrá alguien impuesto por la vicepresidenta? ¿O un gobernador de consenso entre Alberto Fernández y ella? Eso se preguntan en el estabishment, que temeroso por la incertidumbre sueña con que Cafiero sea reemplazado por Massa. 

El diálogo del Gobierno con los grandes empresarios está congelado mientras pelea en la justicia con Clarín por regular las tarifas de telecomunicaciones y Máximo Kirchner critica a Techint por el precio del acero. En cambio, los hombres de negocios participaron de tres almuerzos de campaña en La Recova con Horacio Rodríguez Larreta y sus candidatos, como el economista Martín Tetaz. El jefe de gobierno porteño y presidenciable les planteó la necesidad de un Banco Central independiente -la misma perorata incumplida en el gobierno de Mauricio Macri, pero que contrasta con la insólita idea de Javier Milei de eliminar la autoridad monetaria-, la reducción de impuestos -también se aplicó con Cambiemos y vino acompañada de ajuste del gasto- y el reemplazo de la indemnización por despido por un seguro de desempleo -dicen en Juntos que la candidatura de un extremista como Milei les permitió aparecer como más moderados y animarse a plantear en campaña reformas estructurales que Macri en 2015 había evitado mencionar-. Al empresario que no le gustó la idea de eliminar la indemnización fue al textil Teddy Karagozian, que propone la “mochila” -un fondo al que aportan empresarios y acompaña siempre al trabajador- y que influye en la Unión Industrial Argentina (UIA) con su hijo Tomás, que preside la UIA Joven.

No sólo Cafiero es cuestionado internamente. Cristinistas y massistas también apuntan contra dos ministros del gabinete económico: el de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, y el de Trabajo, Claudio Moroni. Otros ministros desgastados son los de Seguridad, Sabina Frederic, de Educación, Nicolás Trotta, y de Agricultura, Luis Basterra, que espera tras las PASO las medidas de fuerza de la Mesa de Enlace por el cepo parcial a la exportación bovina. En cambio, los ex intendentes devenidos ministros están demostrando que su experiencia de gestión municipal les enseñó para mostrarse activos a nivel nacional, según la evaluación interna: el de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, el de Desarrollo Territorial y Hábitat, Jorge Ferraresi, y el nuevo de Desarrollo Social, Juan Zabaleta, que busca concretar la siempre prometida transformación de planes asistenciales en empleo. Allí la discusión reside en si el mercado puede absorber a los beneficiarios del programa Potenciar Trabajo o debe estimularse que las organizaciones sociales funcionen como cooperativas laborales.

Pero más allá de las especulaciones sobre qué sucedería ante una caída electoral, en el Frente de Todos se dividen entre los que confían en las encuestas que les predicen una victoria y los que se resignan a que no hay sondeo fiable ante tantos indecisos. En cambio, los inversores especulativos apuestan algo en un mercado pequeño que se mueve con poco dinero, con bonos y acciones a precios de remate, aferrándose a la ilusión que les traen las encuestas que vaticinan un triunfo de Juntos (sumados Diego Santilli y Facundo Manes) en la provincia de Buenos Aires. El economista para el Cono Sur de uno de los bancos más importantes de Estados Unidos reflexiona desde Wall Street: “Antes yo recibí muchas consultas sobre la Argentina, pero ahora tengo más sobre Chile y Perú por sus cambios políticos. La Argentina está en una impasse, no hay nuevos interesados en invertir ahí, no se la puedo ofrecer a clientes de Europa o Asia. Pero los que ya están alocados en la Argentina están entusiasmados con las primarias para ver cuál va a ser la impronta del país a partir de 2023. Por supuesto que en el medio hay dos años, pero para el que invierte a diez años en la economía real no es nada. Para que el que compró acciones y bonos por las encuestas, habrá que ver si sigue el rally o si vuelven los precios a lo que eran dos meses atrás. Quieren ver cómo reacciona el votante medio no sólo ante dos años de gobierno peronista sino ante años de desencanto. Quieren ver si el votante medio dirá sí a una política que el resto del mundo ve desfasada”. Cuando en Wall Street hablan del mundo, se refiere a su lado del mundo. Es el mismo Wall Street al que critica Joe Biden y que elogiaba los modelos económicos de Chile y Perú, ahora cuestionados por sus habitantes. Claro que la Argentina tampoco ha podido erigirse hasta ahora en ejemplo alternativo.

El asesor de inversores de la Gran Manzana, de diálogo frecuente con el staff del FMI, anticipaba en 2019 que ganara quien ganara la Argentina iba a tener que renegociar su deuda con acreedores privados y con el Fondo. Ahora confía de todos modos en que, venza quien venza, el gobierno de Fernández arribará a un acuerdo con ese organismo: “Pero si el Gobierno pierde las elecciones, habrá más tensión en la negociación. Falta muchísimo por negociar. Por la pandemia, el directorio del FMI va a ser laxo, no pedirá reformas estructurales ni que la Argentina adopte medidas previas a la aprobación del acuerdo, pero el Gobierno deberá responder algunas preguntas sobre la trayectoria de consolidación fiscal sin un supuesto de alto crecimiento, como había prometido Macri. Para crecer más, vas a tener que ser más agresivo en reformas estructurales para exportar más. Si no, vas a tener que hacer un ajuste fiscal más rápido para resolver el descalce de activos (reservas) y pasivos (las Letras de Liquidez, Leliq, y su amenaza de bomba) del Banco Central, lo que es clave para sacar el cepo y bajar la inflación. No creo que el acuerdo con el FMI vaya a resolver el problema de deuda de la Argentina: habrá que renegociarlo en cuatro años”. Ni en Wall Street ni en la City porteña creen en los “opinadores” que en los medios de comunicación vaticinan que el Gobierno vaya a radicalizarse tras las primarias. En todo caso se gastará más o menos, se controlará más o menos. Pero el futuro es el pacto con el Fondo.

No por nada Cristina Kirchner en el cierre de campaña de las primarias dijo que antes de los comicios de noviembre habrá que comenzar a debatir los temas en serio. Ya no de cumpleaños clandestinos, garche y porro. La vicepresidenta planteó que hay que discutir cómo se le pagará al FMI. Es decir, no está en los planes un default sino el cómo abonar. La criticarán por izquierda, pero el oficialismo sostiene que en esa discusión la oposición de Juntos deberá repetir que su autocrítica del gobierno de Macri radica en que deberían haber hecho el ajuste más rápido, mientras que en la coalición opositora ya se animan a reconocer la agenda de la flexibilización laboral. 

AR

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