Tras seis meses de desaceleración, un fin de año con la carne “barata”

Una anomalía. Las fiestas de fin de año llegan, esta vez, con el asado “barato”, al menos en relación con otros productos. Luego de 30 meses consecutivos de encarecimiento en términos reales, la carne ingresó en la segunda mitad de 2022 en una dinámica opuesta. La caída del precio en los mostradores del mundo y la sequía que afecta a la Argentina aparecen entre las principales explicaciones de este fenómeno que, sin embargo, podría revertirse en los próximos meses. 

El movimiento de los precios de la carne en los últimos seis meses contrasta con lo que ocurrió en 2020 y 2021, años en los que hubo incluso picos mensuales de más del 20%. De acuerdo al relevamiento del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), en noviembre el precio minorista promedio de la carne vacuna en el AMBA volvió a caer en términos reales por sexto mes consecutivo, resultando 25% más barata en términos reales que en mayo y 20% más económica que un año atrás.

Según un relevamiento de Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (Isepci) en comercios de cercanía del Gran Buenos Aires, en el último año los productos de almacén se encarecieron 104,8%; los de verdulería, 164,8% y los de carnicería mucho menos, 53,9%. Por otra parte, en la renovación de septiembre de Cortes Cuidados –el programa oficial que regula siete cortes populares en los supermercados– se decidió mantener sin cambios los precios hasta el 7 de enero de 2023. 

En la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes (Ciccra) admitieron que “la baja en términos reales del último trimestre sucedió a un período de treinta meses consecutivos en los cuales la hacienda vacuna incrementó su valor en términos reales”.

Según explica María Julia Aiassa, analista de Mercado Ganadero Rosgan, la dinámica bajista tuvo como primer condimento general la desaceleración del mercado externo. “Hasta el primer trimestre la carne venía con precio récord a nivel internacional, pero luego empieza a desacelerar producto de la recesión en Europa y las nuevas restricciones por covid impuestas por China, que recién ahora se están levantando”, apunta.  

Dentro del plano local, el factor determinante es la sequía, que para algunas zonas del país viene desde hace dos o tres años pero en el último tiempo se generalizó e incrementó su efecto. Esto aceleró mucho la salida de animales del campo; ante la presunción de que faltará alimento, los productores adelantan el envío a terminación en otros campos o a faena, aumentando notablemente la oferta de carne en el mercado. “Eso terminó de planchar los precios de la hacienda y de la carne vacuna al mostrador”, precisa Aiassa. 

Hay que considerar que la “sobreoferta” se piensa en relación con la demanda efectiva: no son volúmenes récord a nivel histórico, pero sí son elevados respecto de una demanda deprimida. El incremento sostenido de precio que experimentó la carne desde la pandemia generó una reducción en el consumo de carne bovina en los últimos años habiéndose reemplazado por otros tipos de carnes más económicas, como la aviar o porcina. 

Actualmente el consumo promedio por habitante es de 47,6 kilos anuales, 30% menos que en el pico de 2007/2008/2009 y muy lejos del récord de 101 kilos anuales que se alcanzó en 1954, en el segundo gobierno de Juan Domingo Perón. Claro que también hay detrás de estos datos un factor cultural de cambio de hábitos, con mayor presencia de dietas vegetarianas en la población. 

Aun así, lo que sucede con el precio de la carne nunca tiene un impacto menor. Este producto representa buena parte de los consumos de las y los argentinos;  su peso es de casi 5% en el IPC y representa el 15% dentro de la categoría alimentos y bebidas, por lo que el impacto de las variaciones de su precio sobre el gasto de las familias no es menor.

Es habitual que la corrección de precio en la carne se concrete a fin de año, asociado al aumento de la demanda asociado a las fiestas. En diciembre de 2020 la carne aumentó 20,2% y en el mismo mes de 2021, 10%. Todavía no están disponibles los datos oficiales del último mes de 2022, pero todo indica que se ubicó muy lejos de esos porcentajes, y noviembre da la pista.

 De acuerdo con la canasta que releva el Indec, en noviembre la carne contribuyó a la desaceleración de la suba de la categoría alimentos e incluso algunos productos tuvieron una retracción en los precios en el mostrador: en noviembre cayó 3,2% el precio de la carne picada, 1,2% el del cuadril y 0,5% el de la paleta. 

Hacia adelante, Aiassa considera que las correcciones deberían plasmarse a partir de febrero. “Enero no es un mes que se mueva mucho. Suele haber ajustes en la segunda quincena de febrero y primera de marzo, pero posiblemente lo veamos más adelantado por la presión que imprime todo este retraso acumulado”, anticipa la analista, para quien más allá de algunas novedades que puedan llegar desde el mercado chino, lo que terminará de cambiar o no la tónica de la situación es el factor climático. Dependiendo de cuánto llueva y cuánto logren recomponerse los campos se verá si se mantiene la sobreoferta o se interrumpe. 

DT