SALUD

Llagas en la boca y la lengua: ¿qué las provoca?

Jordi Sabaté

Diario.es —

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Todos hemos experimentado alguna vez pequeñas heridas dolorosas en distintos puntos de la boca, los labios o la lengua, conocidas como aftas o llagas. Las mismas pueden ser en ocasiones muy molestas a la hora de tragar o al mover la lengua dentro de la cavidad bucal, sobre todo en el roce con los dientes. 

Además, si se perpetúan, pueden dar lugar a infecciones que provoquen fiebre y extiendan la infección a la garganta, por lo cual es necesaria la consulta con un especialista para que recete eventualmente un antibiótico. De todos modos, rara vez se llega estos extremos y la llaga desaparece a los pocos días, a lo sumo una semana. 

Pero mientras permanece, se manifiesta sumamente molesta y engorrosa, por lo que puede ser recomendable acudir a una farmacia para que nos recomienden algún tipo de medicamento cicatrizante y antiinflamatorio, si bien también existen algunos remedios caseros útiles. Entre ellos: 

  • Enjuagues de agua tibia con sal, ya que la sal tiene notable poder analgésico y cicatrizante, así como antiséptico, que puede ayudar a reducir la llaga y evitar infecciones, además de calmar el dolor. 
  • Enjuagues con agua de manzanilla tibia: la manzanilla, menos agresiva que la sal, y sin poder cicatrizante, sí tiene virtudes antiinflamatorias y analgésicas. 
  • Aplicación de hielo: el hielo consigue calmar el dolor, no obstante, si lo aplicamos con demasiada frecuencia puede provocar quemaduras que complique la llaga. 
  • No se recomienda usar bicarbonato, y mucho menos agua oxigenada, para hacer enjuagues, pues se trata de productos agresivos en exceso. 

Causas de las llagas bucales

Aunque se desconocen las causas concretas de las aftas bucales, hay distintos factores que pueden actuar combinados para hacerlas más propicias. 

  • Factores genéticos: sobre todo en mujeres existe un factor genético que parece marcar a algunas mujeres más propensas a sufrir llagas. 
  • Mordeduras: las autolesiones por mordeduras suelen derivar en llagas que tardan en cicatrizar, y suelen producirse cuando la mordida -la estructura de los dientes- es desordenada, o cuando comemos con ansiedad y rapidez. 
  • Consumo de productos ácidos: en algunas personas el consumo de frutas o bebidas ácidas aumenta la propensión a las llagas. 
  • Roce con dientes en mal estado: dientes rotos, con aristas, etc., pueden hacer pequeñas heridas que deriven en llagas.
  • Mala salud bucal: una mala salud bucal aumenta el riesgo de que heridas pequeñas empeoren. 
  • Cambios hormonales: sobre todo en la adolescencia y en la meno y andropausia, en menores de 20 años y mayores de 50, se producen cambios hormonales que pueden aumentar la aparición de llagas. 
  • Estrés: el estrés también se ha señalado como un factor que aumenta la aparición de llagas; tanto porque propicia las autolesiones como porque acidifica el pH de la boca, así como porque fomenta la sequedad bucal o xerostomía.
  • Alergias: se sabe que algunas alergias como la alergia al gluten, frutos secos u otros alimentos, como el marisco o las ostras, pueden propiciar la aparición de llagas. 
  • Tabaquismo: el tabaquismo es un factor de riesgo, con el añadido de que puede incidir sobre las llagas aumentando el riesgo de cáncer bucal. 
  • Deficiencias vitamínicas, como vitamina C (raro), ácido fólico (en embarazadas o personas que consumen pocos vegetales), vitaminas A, D (frecuente) y otras. 

Cuando deben preocuparnos las llagas bucales

  • Cuando el tamaño del afta es superior a 1 cm.
  • En el caso de menores de 6 años o en ancianos.
  • Cuando hay otros síntomas asociados al afta, como por ejemplo fiebre, diarrea, erupción cutánea, malestar general, pérdida de peso o aparición de aftas en otras zonas del cuerpo.
  • Si hace más de una semana que se tiene el afta y no se observa mejoría.
  • Cuando se sufren más de 6 episodios de aftas al cabo del año.

Cómo prevenir la aparición de llagas bucales

  • Llevar una higiene bucal adecuada.
  • Tener una dieta variada, rica en frutas y verduras.
  • Consumir alimentos ricos en vitamina C y omega-3.
  • Evitar comidas muy calientes. 

El consumo de suplementos vitamínicos solo se aconseja en caso de tener deficiencias. 

J.S.