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Exclusión económica y social: las trabas de ser adulto analfabeto en Senegal

Exclusión económica y social: las trabas de ser adulto analfabeto en Senegal

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María Augusta Insali, bisauguineana de 28 años y trabajadora doméstica en Senegal, pidió hace tres años a sus familiares ir a la escuela “para ser como los otros”. Los otros eran quienes sabían leer y escribir, y ella era analfabeta.

“Me quedaba en casa sin saber leer y escribir, como si fuera un papel, (…) hoy necesitamos gente que lea y escriba es por eso que pedí a mis tíos cuando vine aquí (a Senegal) ir a la escuela”, cuenta a EFE Insali en un pupitre del Centro de Alfabetización Soeur Marie Luc Vaderloge, donde se forman en Dakar más de 260 adultos.

En 2020, África subsahariana era la región más afectada por el analfabetismo, con un 33 % de adultos que no sabían leer ni escribir, según los últimos datos recogidos por el Banco Mundial.

Aunque los países más afectados son Chad, Mali, Sudán del Sur, Níger y República Centroafricana, en Senegal la tasa de alfabetización de adultos (personas de 15 años o más) era en 2021 de un 56,29 %, es decir, el 43,71 % era iletrado.

UN MUNDO CERCADO

“Cuando alguien no sabe ni leer ni escribir está encerrado, el mundo está cercado y es muy estrecho, no ve nada más, pero en cuanto pueden leer tienen curiosidad”, explica a EFE Ousmane Diadhiou, miembro de la Asociación Nacional de Senegal para la Alfabetización y la Formación de Adultos (ANAFA).

Estas personas sufren exclusión social y económica, están privadas de autonomía e intimidad (si reciben un mensaje de texto debe leérselo otra persona) y son más vulnerables a cualquier tipo de manipulación, declara a EFE Tidiane Sall, especialista de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en educación no formal y alfabetización en la sede de Senegal.

“Antes no podía leer las frases, solo un poco. Eso me molestaba, mis amigos sabían leer y yo no”, relata a EFE Bilaly Mohamed Diallo, un joven de 27 años que estudia desde 2017 en el mismo centro que Insali, donde los alumnos pueden optar a obtener los certificados oficiales preparándose por candidatura libre.

A pesar de que Senegal dedica más del 20 % del presupuesto nacional a la educación, Diadhiou remarca que menos de un 1 % de éste se destina a la alfabetización de adultos.

El dinero público dedicado a esta materia está focalizado, según Sall, “en quien puede ser portador de un proyecto que puede cambiar la vida de la familia, y ese es el niño”.

ELLAS, LAS MÁS AFECTADAS

Pero las más afectadas son ellas.

“Se dice que no vale la pena que una mujer haga el esfuerzo. Va a casarse, tener hijos, que realice estudios no es importante”, comenta a EFE Bineta Diallo, profesora de alfabetización de adultos en lenguas nacionales.

Este tipo de programas van, además, acompañados de actividades generadoras de ingresos, como la transformación de cereales, frutas o verduras, de gran utilidad para las mujeres que sobreviven a base del pequeño comercio informal, otorgándoles una mayor autonomía.

En África subsahariana son analfabetas el 39 % de las mayores de 15 años frente al 26 % de hombres y, en el caso de Senegal, la cifra aumenta al 55 % de mujeres frente al 32 % de varones.

“Aquí la vida es dura, las cosas son caras y no hay suficiente trabajo. Las mujeres ya están a las cuatro de la mañana despiertas para buscarse la vida para sus hijos”, explica a EFE Bintou Badji, alumna del curso de alfabetización que imparte Diallo en un barrio de Dakar y que fue solicitado por las propias mujeres.

Para Diadhiou, el analfabetismo en las mujeres no sólo tiene consecuencias para su propia salud, sino también para la de sus hijos pues, por ejemplo, no pueden seguir el calendario de vacunación o leer las ordenanzas médicas y prospectos de los medicamentos.

MOTIVACIÓN ECONÓMICA

Insali quiere montar su propia peluquería, Badji aspira a ser profesora de wolof (idioma local) para mujeres en su región, donde se habla la lengua pular; y Diallo sueña con ser entrenador de desarrollo personal.

Para un adulto, dedicar su tiempo a aprender a leer y escribir es “un lujo” al que sólo puede dedicarse “cuando ha resuelto sus problemas de vida”, advierte Sall, al recordar las dificultades a las que se enfrentan en esta región y añadir que, para que un adulto llegue a la escuela, tiene que “sentir la necesidad”.

Mejorar su situación económica es el atractivo principal de los adultos que deciden empezar a aprender a leer y escribir, pero también son motivaciones el formar parte del grupo social letrado, el aumento de la autoestima o la participación e inclusión ciudadana.

“Me siento bien, mi nivel ha aumentado (…). Aún queda, pero voy a aguantar hasta llegar a la clase superior porque necesito lograr mis objetivos”, concluye, con motivación, el joven Diallo.

María Rodríguez, para la agencia EFE.

IG

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