Los grandes contaminadores no escuchan la llamada de auxilio de los países pobres en la cumbre climática

Raúl Rejón

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Ninguno de los líderes de los cuatro países que más carbono (CO2) lanzan a la atmósfera se presentó este lunes a la jornada inaugural de la Cumbre del Clima de Egipto COP27. Los presidentes de China, EEUU y Rusia además del primer ministro de India se perdieron la llamada de auxilio de la primera ministra de Barbados, Mia Mottley. “No hace falta repetir el horror y la devastación que han golpeado la Tierra en los 12 meses que han pasado desde Glasgow. Pero sí por qué falta la voluntad política para cumplir las promesas”.

Las ausencias del chino Xi Jinping, el norteamericano Joe Biden, el indio Narendra Modi y el ruso Vladimir Putin responden a sus propios intereses y circunstancias locales. No significa que sus países no participen en las negociaciones, pero “es decepcionante que los líderes de los mayores emisores no hayan aprovechado la oportunidad para venir a Egipto a ocuparse de las muchas crisis globales que estamos afrontando”, analiza Alex Scott, experta en diplomacia climática y geopolítica en el think tank E3G.

Es cierto que el presidente ruso Vladimir Putin no es un habitual de estas citas. Rusia no niega el cambio climático, pero arrastra los pies. De hecho, el deshielo en el Ártico facilita sus proyectos de extracción de gas y petróleo. Los hidrocarburos suponen el 5% de su PIB y el 30% de sus exportaciones. La situación generada por la invasión rusa de Ucrania hizo muy sencilla la ausencia de Putin.

Que estos líderes no hayan aparecido mina las posibilidades de alcanzar un consenso global sobre qué es lo próximo que hay que hacer

Sin embargo, el tándem China-India protagonizó la primera línea de presión en la COP del año pasado para suavizar la petición de acabar con los subsidios públicos a los combustibles fósiles. “Que estos líderes no hayan aparecido mina las posibilidades de alcanzar un consenso global sobre qué es lo próximo que hay que hacer”, opina Alex Scott. Y en las cumbres climáticas, los compromisos o peticiones que aparecen en su documento final necesitan unanimidad. Si un solo país bloquea, la decisión decae.

Así que el plenario de jefes de Estado y Gobierno no escuchará qué tienen que decir en voz alta estos países. “Me pregunto qué más tiene que ocurrir”, lanzó este lunes la barbadense Mottley. Luego, en las salas de negociación sí dejarán oír su criterio: China e India mantuvieron la postura de que países como los suyos no son los principales responsables históricos del cambio climático y, por lo tanto, conservan el derecho a reducir y mitigar las emisiones de CO2 más lentamente que los países del Norte global.

Ambos países trataron de rebajar la presión internacional para abandonar el uso del carbón a la hora de obtener energía. Además, en agosto pasado, China dejó las negociaciones climáticas bilaterales con EEUU como parte de su protesta por la visita de la presidenta del Congreso estadounidense, Nancy Pelosi, a la isla de Taiwán.

El presidente del principal país de ese Norte global, el estadounidense Joe Biden, tampoco fue a Egipto. Este martes se celebran las elecciones de medio mandato en su país. Sí confirmó que acudirá el 11 de noviembre. Pero ¿por qué importan estas presencias si las negociaciones de verdad comienzan la semana que viene?

Alex Scott lo explica: “El papel de la cumbre de líderes es inyectar energía política a las negociaciones. Subrayan la importancia que le otorgan”. Es recordado cómo el enviado especial de EEUU a Glasgow, John Kerry –ex candidato a la Casa Blanca– se afanaba en las últimas horas de la COP26 para evitar un bloqueo en las negociaciones y por tanto el fracaso de la Cumbre.

¿Cómo puede ser que las grandes compañías hayan tenido 200.000 millones de dólares en beneficios solo en los últimos tres meses y no esperen contribuir con al menos diez céntimos de cada dólar?

La COP de Sharm-el-Sheik va a tratar en buena medida de dinero. De los fondos que los países desarrollados todavía no han aportado para que el Sur global mitigue y se adapte al cambio climático. Y, además, del dinero que piden los estados empobrecidos para compensar las pérdidas y daños que la crisis les causa –y causará– por más que se preparen.

La misma primera ministra de Barbados señalaba en la inauguración de esta cumbre “¿Cómo puede ser que las grandes compañías hayan tenido 200.000 millones de dólares en beneficios solo en los últimos tres meses y no esperen contribuir con al menos diez céntimos de cada dólar?”.

El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, exigió este lunes a “todos los gobiernos” la implantación de impuestos sobre los beneficios extraordinarios obtenidos por las compañías de energías fósiles. “Pido a todos los gobiernos que tasen los beneficios extraordinarios de las compañías de combustibles fósiles. Reorientemos el dinero para la gente que sufre con el alza de los precios de la energía y los alimentos y para los países que sufren pérdidas y daños causados por la crisis climática”, enfatizó Guterres.

“Los líderes que están aquí sí pueden indicar que están preparados para sellar un acuerdo y financiar esas pérdidas y daños. Incluso que van a hacer lo necesario para cerrar la brecha existente entre sus planes de reducción de emisiones y el recorte que de verdad es necesario”, remata Alex Scott.