ANÁLISIS

Israel abre una guerra contra Irán que amenaza con extenderse a la región entera

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Israel ha abierto una guerra contra Irán en una enorme ofensiva aérea contra objetivos desde Tabriz, en el norte del país, a Isfahán en el sur, e incluida la capital Teherán, donde asesinó también a los dirigentes de la cúpula militar iraní. Esta ofensiva, que amenaza con sumergir la región en violencia, es la culminación de décadas de amenazas israelíes, y en particular de una auténtica obsesión del actual primer ministro, Benjamin Netanyahu, pero también motivada por una huida hacia adelante personal.

A pesar del aumento de las amenazas contra Irán desde que comenzó la ofensiva israelí contra Gaza, y en particular durante los últimos meses, los ataques han sorprendido, dado que Irán tenía previsto reunirse este domingo en Omán con EEUU en una quinta ronda de negociaciones sobre el programa nuclear iraní.

El grado de implicación de EEUU en el ataque es una cuestión relevante, porque de ello depende si Irán decide atacar objetivos estadounidenses en la región en represalia. En un comunicado, el secretario de estado estadounidense, Marco Rubio, quiso subrayar que EEUU no participó en el ataque, y advierte a Irán que no debe tomar represalias contra los intereses o personal de EEUU.

Trump ha reconocido, sin embargo, que fue informado previamente del ataque, y ha indicado implícitamente que pudo haberlo frenado. El presidente estadounidense considera que las negociaciones sobre la proliferación nuclear iraní continuarán, aunque “hay varios dirigentes iraníes que no regresarán”, en referencia a aquellos que Israel mató en su ataque, dando por hecho que la agresión israelí no provocará una fuerte respuesta iraní, y tratando la ofensiva como un instrumento de presión sobre las negociaciones. Hubo otras confirmaciones de que existió coordinación previa entre Israel y EEUU.

Esta campaña militar israelí fue incluso más ambiciosa de lo esperado, pues ha ido más allá de instalaciones nucleares y militares, hasta el punto de decapitar las fuerzas armadas persas asesinando al jefe de estado mayor, su segundo y el dirigente de la guardia revolucionaria. Hasta la fecha, los ataques israelíes se habían concentrado en instalaciones militares iraníes y, a finales del año pasado, el presidente Biden había llamado a Israel a evitar atacar instalaciones nucleares y energéticas en respuesta al ataque iraní del 1 octubre 2024.

Durante estos últimos 20 meses de ofensiva contra Gaza, Israel fue expandiendo el alcance de sus ataques y demostrando su capacidad de llevarlos a cabo en zonas cada vez más alejadas de la región. En este período ya lanzó una serie de ataques contra Irán que le sirvieron de entrenamiento para este ataque masivo. En particular, en su ataque previo el pasado 26 octubre, destruyó buena parte de los sistemas de defensa antiaérea iraní. También asesinó al dirigente de Hamas Ismail Haniyeh el pasado 31 de julio en pleno Teherán. Los repetidos bombardeos israelíes contra el Yemen en su enfrentamiento con los hutíes, que a su vez han lanzado ataques contra Israel como respuesta a la ofensiva militar israelí en Gaza, fue asimismo precuela de esta última ofensiva.

Irán llevó a cabo su primer ataque contra Israel desde territorio iraní el pasado 13 abril de 2024. Fue una agresión masiva con cientos de drones, misiles balísticos y de crucero, pero casi todos fueron interceptados. Sobre el segundo ataque iraní, el 1 octubre, en el que un número elevado de misiles iraníes sí alcanzaron territorio israelí, existe poca información porque las autoridades israelíes impusieron estrictas restricciones, pero al menos un informe apunta a que Irán se limitó a atacar objetivos militares.

Parte de la motivación israelí es desviar la atención de su ofensiva militar en Gaza, donde los ataques se acentúan mientras la catástrofe humanitaria se agudiza día tras día. Ya el jueves destruyó las infraestructuras de comunicación de la Franja, dejando a la población de casi totalmente incomunicada. La destrucción de Gaza es un hecho histórico sin precedentes y la presión diplomática contra Israel había comenzado a crecer palpablemente en el último mes.

Además de desviar la atención, el ataque contra Irán sirve para forzar la alineación de los países occidentales e incluso regionales con Israel, y crear una alianza contra Irán. Los distintos gobiernos se han comenzado a manifestar inmediatamente. En Europa, Alemania ha empezado a coordinarse con Reino Unido y Francia. En Oriente Medio, el gobierno libanés intenta evitar que Hizbulá entre en el conflicto, arrastrando al país consigo. En Iraq, el dirigente chií Muqtada al-Sadr ha llamado a que Irak no se involucre. Jordania, por otro lado, es un país clave para los mecanismos de defensa israelíes y participa activamente en su escudo antimisiles.

Respecto a la respuesta iraní, que ya ha incluido el bombardeo de objetivos civiles en Tel Aviv el mismo viernes, falta saber si atacará las instalaciones petrolíferas regionales, como amenazó con hacer en el pasado; y hasta qué punto EEUU se implicará en un conflicto que tiene un elevado potencial de aumentar de escala y arrastrar a la gran potencia a una invasión terrestre. Lo que sí es evidente es que las declaraciones de Trump parecen indicar que sus críticas al neoconservadurismo intervencionista estadounidense, y su defensa de cierto antiintervencionismo en su postura “America First”, han sido exageradas.

Además de los riesgos de una guerra que envuelva la región entera, provocando muerte y destrucción masiva, existen fuertes repercusiones globales asociadas que ya están comenzando a sentirse en los mercados de valores. Todo esto responde a dos motivaciones personales del primer ministro israelí: huir hacia adelante (por las causas legales que le acechan dentro y fuera de Israel, incluida su orden de arresto del Tribunal Penal Internacional, y las repercusiones políticas e incluso históricas de la creciente catástrofe de Gaza), y reorganizar todo Oriente Medio convirtiendo a Israel en el hegemón regional indiscutible.