Israel activa la destrucción total de Gaza sin que nadie le ponga freno
El Gobierno israelí permitió la entrada de una cantidad “mínima” de ayuda para seguir gozando de la protección de EEUU mientras ejecuta su plan de destrucción y ocupación total tras llevar a la población palestina a la inanición.
Un hombre llora la muerte de varios de sus familiares en Ciudad de Gaza, el 18 de mayo de 2025. Majdi Fathi/NurPhoto/Getty Images
Hace tiempo que el Gobierno de Benjamín Netanyahu no oculta sus verdaderas intenciones en Gaza: expulsar o matar a la población palestina –ya sea con bombas o de hambre– y ocupar todo el territorio, después de haberlo destruido casi por completo desde el comienzo de su guerra de castigo en octubre de 2023.
Este lunes, sin embargo, el Gobierno ultranacionalista israelí inició una nueva fase de la guerra en la que anunció que ocupará y destruirá todo lo que queda de Gaza al tiempo que permitirá una entrada mínima de ayuda humanitaria cuyo único objetivo es evitar horribles imágenes de hambruna y aplacar a EEUU, su protector en la esfera internacional.
“Una estrategia totalmente nueva. No más incursiones ni operaciones de entrada y salida: ahora conquistamos, limpiamos y nos quedamos. Hasta que Hamas sea destruido. Por el camino, lo que queda de la Franja también está siendo arrasado, simplemente porque todo allí se ha convertido en una gran ciudad del terror”, señaló este lunes Bezalel Smotrich, uno de los ministros más radicales del Ejecutivo.
El primer ministro volvió a declarar que Israel va a tomar el control de toda la Franja de Gaza, un plan en el que las tropas israelíes fueron avanzando rápidamente en los últimos dos meses, desde que Tel Aviv decidiera romper el alto el fuego con el grupo palestino Hamas y reanudara su brutal ofensiva el pasado 18 de marzo. Desde ese día han muerto más de 3.200 gazatíes, cientos de ellos el pasado fin de semana, cuando las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) anunciaron el comienzo de la operación 'Carros de Gedeón', un nombre bíblico que deja entrever los deseos de un final apocalíptico que pase a la historia.
Cuando ya quedan pocos edificios en pie de norte a sur del enclave palestino (más del 90% han sido dañados) y su infraestructura ha sido destruida, las FDI siguen atacando por tierra, más y aire, volando con explosivos lo que queda de barrios diezmados y teniendo como objetivo incluso las tiendas de lona en las que malviven los desplazados. La población está arrinconada en un área cada vez más limitada de la pequeña Franja de 360 kilómetros cuadrados, con cada vez menos vías de escape y ningún lugar seguro.
Según la Oficina de la ONU para Asuntos Humanitarios (OCHA), más del 70% del territorio de Gaza fue ocupado e incluido en las llamadas zonas de “seguridad” o de “amortiguación”, junto a la divisoria de Israel, o fue evacuado mediante órdenes castrenses que obligan a los civiles a marcharse de estas “áreas de combate peligrosas”. Este mismo lunes, el portavoz en árabe del Ejército israelí, Avichay Adraee, ordenó la evacuación de la ciudad de Jan Yunis (la más grande del sur de la Franja), y de las localidades sureñas de Beni Suhaila y Abasan.
La OCHA lamenta que “las personas fueran confinadas en espacios cada vez más reducidos”, incluso antes del comienzo de la actual operación militar, con la que los dirigentes políticos y militares dicen querer ejercer más presión sobre Hamas para que libere a los 58 rehenes (de los cuales, menos de la mitad se cree que están vivos) que permanecen en manos de los milicianos palestinos desde el 7 de octubre de 2023.
Atacar y negociar
Sin embargo, los familiares de los secuestrados, vivos y muertos, denunciaron una y otra vez que la vía militar no funciona y que la única forma de traer de vuelta a sus seres queridos es mediante un acuerdo. Tras el anuncio de la operación 'Carros de Gedeón', el Foro de las Familias de los Rehenes y los Desaparecidos emitió un comunicado en el que señalaba que “la expansión de los combates en Gaza aumenta de forma dramática el riesgo de que sufran daños tanto los rehenes vivos como los cuerpos de aquellos que han fallecido durante el cautiverio”.
Hace una semana, Hamas dejó en libertad al rehén israelí-estadounidense Edan Alexander gracias a un acuerdo con la Administración de Estados Unidos, con la mediación de Qatar. Su liberación fue un gesto de buena voluntad por parte de los islamistas que de esa forma trataban de impulsar nuevas negociaciones indirectas con Israel para poner fin a la guerra en Gaza. Un día después de que Alexander quedara en libertad, una delegación israelí viajó a Doha para retomar los contactos con los mediadores cataríes, pero diversos obervadores señalan que las acciones de Israel demuestran que no tiene voluntad alguna de pactar un cese de las hostilidades permanente, que es lo que exige Hamas.
Netanyahu accedió a enviar a sus negociadores a Doha –presionado por el enviado de Trump para Oriente Medio, Steve Witkoff, según informó Haaretz–, mientras el presidente de EEUU se encontraba de visita oficial en este emirato del Golfo Pérsico; pero cuando aún no se había marchado de la región, intensificó los ataques contra Gaza mandando un mensaje claro a su aliado.
Por el momento, Trump no criticó la nueva operación israelí, en la que han muerto cientos de personas en pocos días, ni ha pedido a Israel que la detenga. “Las perspectivas de detener los combates ahora dependen principalmente de Trump y de la esperanza de que continúe mostrando interés por los acontecimientos en Gaza”, escribió este domingo el analista Amos Harel en el diario israelí Haaretz.
Si la anterior Administración de EEUU había advertido de que no apoyaría una nueva ocupación de Gaza –territorio del que Israel retiró sus tropas y desmanteló los asentamientos en 2005–, la vuelta de Trump a la Casa Blanca el pasado enero ha abierto la puerta a esta posibilidad e, incluso, a la expulsión de la población palestina. El Gobierno ultranacionalista israelí tomó al pie de la letra el plan del republicano de vaciar la Franja, reconstruirla y convertirla en la 'Riviera de Oriente Medio'.
Desde Washington sólo hubo muestras de incomodidad y desaprobación en los últimos días por las imágenes de la hambruna en Gaza, dos meses y medio después de que Israel cerrara a cal y canto los pasos fronterizos del enclave y prohibiera la entrega de ayuda humanitaria y cualquier producto básico, desde agua a medicinas o combustible.
Dos camiones de ayuda humanitaria cerca del punto de acceso a la Franja de Gaza desde la frontera israelí, el 19 de mayo de 2025. EFE/EPA/ABIR SULTAN
Ayuda humanitaria para evitar las críticas
Tras haber ignorado las advertencias y súplicas de la ONU y de multitud de organizaciones humanitarias, Netanyahu cedió a las señales llegadas desde EEUU y decidió permitir la entrada de una “mínima” cantidad de ayuda humanitaria para aliviar así el sufrimiento de la población civil en Gaza, que lleva meses padeciendo el hambre aparte de la violencia.
En un vídeo difundido este lunes en redes sociales, el primer ministro argumentó su decisión más en términos políticos que humanitarios. Según Netanyahu, sus “mejores amigos en todo el mundo” (esto es, los estadounidenses) le han transmitido que hay una cosa que no pueden aceptar: “imágenes de una hambruna, una hambruna masiva”. Por ello, antes de alcanzar un “punto peligroso” para Israel y alcanzar una “línea roja”, en palabras de Netanyahu, es necesario “resolver el problema”.
El Gobierno y el Ejército israelí han asegurado que permitirán la entrada de ayuda humanitaria y este lunes se ha autorizado el paso de cinco camiones, una cantidad totalmente insuficiente respecto a las necesidades. La OCHA ha confirmado que las autoridades israelíes contactaron con la agencia para “reanudar la entrega limitada de ayuda” y están estudiando cómo hacerlo con base en las condiciones sobre el terreno, nada fáciles en medio de los ataques y operaciones militares, y el desplazamiento de la población.
“Lo que llegará en los próximos días es un poco para las panaderías que distribuyen pitas a la gente y para las cocinas públicas que dan una ración diaria de comida cocinada. Los civiles en Gaza recibirán un pan de pita y un plato de comida, y eso es todo”, dijo Smotrich. También el titular de Finanzas dejó claro que la decisión es puramente estratégica: “¿Me gustaría evitar tener que introducir un solo grano de sal en la Franja de Gaza, incluso para los civiles? Es posible”. Pero admitió que, si Israel lo hiciera, “el mundo” le obligaría a poner fin a la guerra, que es a lo que se opone a todo costa.
“Permitirá a los civiles comer y a nuestros amigos en el mundo seguir dándonos el paraguas internacional de protección contra el Consejo de Seguridad, el tribunal de La Haya y a nosotros nos permitirá seguir luchando hasta la victoria”, afirmó el ministro.
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