Consumo responsable: una ola que crece en la pandemia
Hacé un ejercicio rápido: ¿cuántos objetos que no usás hace años hay en este momento alrededor tuyo y podrían ser útiles para otras personas? ¿Qué cantidad de bolsas hay guardadas en tu placard porque “quizás algún día necesites”? ¿Cuántas prendas de ropa compraste este año? ¿Y qué planeás hacer con esos celulares viejos que tenés acumulados en los cajones? ¿No es hora de revisar la manera casi compulsiva en la que estamos consumiendo?
Si bien los ambientalistas vienen abogando hace años por un consumo responsable y amigable con el planeta, en el último tiempo comenzaron a surgir comunidades en todo el mundo que promueven la reutilización y circulación de bienes y servicios; algunos lo hacen con convicción ecológica y otros con el objetivo de ahorrarse un poco de dinero.
Circular
El freecycling (en español, reciclaje gratuito) es una tendencia a nivel mundial. A través de las redes sociales, se arman grupos de personas que ofrecen de manera gratuita productos que todavía tienen un valor de uso y que con pequeñas reparaciones (o ninguna) pueden volver a funcionar. No es un trueque: es una red donde se ofrece y se pide lo que se necesita, sin necesidad de intercambiar y sin dinero de por medio. En Argentina, se multiplicaron los grupos en Facebook que se llaman “Grati” y que van en línea con esta iniciativa. Hay Grati de compost y lombrices, de frascos y botellas de vidrios, de diarios y revistas, de cajas y bolsas, de varios objetos (ropa, electrodomésticos, juguetes) y están segmentados por ubicación geográfica.
“La idea de estas propuestas es recircular, alargarle el uso a un objeto o material, básicamente siguiendo el nuevo paradigma de la economía circular. Es importante aprovechar los recursos, la energía y el trabajo humano embebidos dentro de un objeto que ya existe”, explica Dafna Nudelman, conocida en Instagram como @lalocadeltaper donde difunde información sobre prácticas que promueven el cuidado del planeta. También es la creadora de varios grupos Grati: “Me di cuenta que tenía montón de frascos, botellas de vidrio y pensé que había que recircularlos. Los frascos son un elemento muy bueno para reutilizar porque reciclar el vidrio es ineficiente ya que requiere mucha energía así que armé un grupo para esto que hoy tiene más de 13 mil seguidores. Con la pandemia, todos comenzamos a tener un montón de cajas y plásticos con burbujas de los envíos que llegaban a nuestras casas y creé un espacio donde poner estos materiales a circular. Todos funcionan bárbaro. La respuesta de la gente fue muy buena”.
Durante el confinamiento por el Covid- 19, Gimena Rearte dedicó mucho tiempo a una de sus actividades favoritas: la lectura. Compartía por Instagram fragmentos de los libros que leía y empezó a hablar a diario de literatura con desconocidos. “A raíz de esa cadena que se fue gestando, quise abrir una cuenta que fuese sólo para publicar los libros que leía, pero no quería que fuese una cuenta más de reseñas y pensé en cómo darle una vuelta. Ahí surgió la idea de prestar los libros sobre todo porque considero que la lectura, en tanto práctica cultural, debería ser accesible para todos y todas y no se me ocurre otra mejor idea para fomentar ese escenario que poner los libros a disposición”, cuenta esta comunicadora y gestora cultural. Las autoras más buscadas por esta comunidad son Mariana Enríquez, Leila Guerriero, Tamara Tenenbaum, Camila Sosa Villada y Rebeca Solnit.
Nacho Damiano también es un lector entusiasta y creador, junto con la cantante Julieta Venegas, de Pila de libros, un podcast sobre literatura que lleva adelante en Congo FM. La temporada número dos quedó frenada por la pandemia, pero este licenciado en Letras tuvo una idea para mantener ‘viva’ a su comunidad. “En el Instagram teníamos una sección donde la gente pedía y ofrecía libros para leer. Funcionó muy bien, pero no era un sistema muy cómodo. Por eso, creé piladelibros.com, una suerte de Tinder de literatura. Cualquier publicación está en un promedio de 1000 pesos y esta es una buena forma de acceder a un montón de autores de manera gratuita y sobre todo, conocer gente”, relata sobre esta red que hoy tiene más de 2500 usuarios activos.
Del Do It Yourself al Do It With Others/ Do It Together
No todo lo que se rompe tiene como destino final la basura. O, al menos, eso impulsan desde el Club de los Reparadores, un ciclo itinerante donde enseñan a reparar objetos de manera gratuita. El proyecto surgió en 2015 inspirado en iniciativas similares que funcionan en otras partes del mundo como The Restart Project y Repair Cafe. Cada evento requiere un trabajo de preproducción importante que implica relevar a los reparadores profesionales de la zona e invitarlos a participar Este año, producto de la pandemia del COVID, la mayoría de los encuentros fueron de manera virtual. Después de casi cinco años de trabajo, lanzaron una guía online que permite buscar y recomendar servicios de reparación por zonas.
En Equidad, transforman computadoras en desuso o dañadas en equipos óptimos que son donados a escuelas rurales, hospitales, merenderos, comedores y centros comunitarios del país. “Lo primero que hacemos es desarmar las computadoras, las separamos por materiales y tratamos de armar una computadora ‘nueva’. Hasta marzo del 2020, donábamos hasta 300 máquinas por mes. En noviembre, volvimos a trabajar en el taller de reparación. Estamos entregando entre 50 y 70 equipos”, describe Andrea Bogani, encargada de las donaciones y las relaciones institucionales de esta entidad que funciona en el barrio de Parque Chacabuco.
La moda que pase de moda
La industria de la indumentaria es una de las más contaminantes del planeta. Según cifras del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, hacer un jean requiere 7.500 litros de agua y el 87% de las fibras que se usan para confeccionar la ropa se prende fuego o va directo a un vertedero. “En Argentina, producimos alrededor de 250 millones de prendas por año: hay artículos de alto poder adquisitivo y otros de muy bajo precio. Es una industria que tiene a más 800 mil personas trabajando y tenés, en la parte de confección, casi 250 mil trabajadores con empleos informales. La Salada y Avellaneda mueven muchísima gente”, explica Gustavo Ludmer, becario posdoctoral del Conicet, que investiga hace años el sector de indumentaria local.
En nuestro país, existen varias iniciativas que buscan preservar el medio ambiente. El upcycling (en español, suprareciclaje) es una tendencia que gana terreno en la industria del diseño. Se utilizan descartes, desechos, objetos en desuso y otros elementos para crear nuevas piezas con funciones o formas distintas. Algunos ejemplos son Silo Bags que realiza objetos de marroquinería con silobolsas o Somos Dacal, que confecciona prendas a pedido a partir de telas recuperadas de sastrería. Otra iniciativa es el mending (en español, remendar) que tiene como objetivo reparar la ropa que tiene agujeros, manchas u otros signos de desgaste para volver a darle utilidad. Mariela Sosa toma pedidos en su cuenta de Instagram.
La ropa vintage sigue ganando adeptos. En Cocoliche ya circularon más de 250 mil prendas usadas. “El consumo y la moda necesitan redefinirse. Creemos que comprar ropa nueva genera una responsabilidad porque esas prendas en su proceso productivo contaminaron a gran escala”, repiten, como un mantra, Brenda Andersen y Constanza Darderes, creadoras de la marca. Galpón de ropa es otro negocio similar que viene creciendo en clientela y ni hablar del ya clásico Juan Pérez.
La firma norteamericana Patagonia lleva adelante el programa “Worn Wear”, que significa “usá lo usado”. En el marco de esta iniciativa realizan los swap days: un evento para intercambiar prendas viejas o en desuso de Patagonia entre sus clientes. Además, ese día ofrecen la reparación de productos de otras marcas. Los clientes pueden acercarse todo el año al local de Suipacha 1178 para que les arreglen una prenda dañada de la firma. “Reparar prendas y alargar su vida útil es parte de nuestra filosofía. Y en esta línea, uno de nuestros principios es generar conciencia acerca de la importancia de comprar ropa que sea multifuncional, que dure mucho tiempo y sea reparable”, afirma Camila Martinez Peck, directora de marketing de Patagonia.
¿Vamos hacia un modo de consumo más responsable? Nudelman no es tan optimista, pero cree que de a poco se va rompiendo la idea de que esto es un tema sólo de los ambientalistas. “Creo que la conciencia está aumentando, es mucho menos de nicho de lo que era antes, antes era ”hippie“ y ahora es más expandido. Le falta un montón para que seamos masa crítica y sea mainstream, hegemónico. Continúan las ofertas, el Black Monday, el Cybermonday, encontrar algo barato y comprarlo sigue siendo ‘la normalidad’, pero siento que cada vez somos más los que empezamos pensar cómo se produce y cómo se consume, hay más conciencia que antes pero queda mucho más por hacer”, concluye.
LB
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