Opinión

Deriva amiguera y cultural por los márgenes del Paraná

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Pienso en el Día del Amigx y no puedo sacarme de la cabeza la confusión entre Poeta Fontanarrosa y Negro Fontanarrosa, que ha circulado en redes sociales por estos días. También pienso en esa figura de buen vago amiguero que promueve el segundo Fontanarrosa, opacando la obra del poeta. Me quedo rumiando: el modo de reconocer a unx amigx, el trabajo de les artistas, o una escena, es nombrándoles. 

Así se discute en los asados de lobby y rosca. Recomiendo los poemas de Domingo Fontanarrosa y reviso las referencias de Osvaldo Aguirre, en su doble rol de periodista cultural y poeta, quien formula: “Podría ser considerado un minimalista avant la lettre, pero el sentimentalismo anula esas dolientes composiciones. La influencia de Evaristo Carriego se aprecia en la circulación de corderitos y jilgueros ciegos, en el lamento por el paso del tiempo y otras efusiones”. Impasse para el poeta solitario. Unos editores, con la voluntad efusiva de encontrar referencias sobre el amigacho rosarigasino como estandarte de la amistad nacional, anulan la existencia y la singularidad del poeta Domingo, quien le da nombre a una calle hermosa que bordea el río en la costanera norte de Rosario. 

Reviso la orfandad de este nuevo mundo y no me siento inspirada para saludar más que con un “te adoro”, “te admiro”, “te quiero”, “te elijo”, “te disfruto”. Impersonal pero preferido. Vuelvo a mis lecturas amigas, me permito sentir tristeza por la omisión de Domingo Fontanarrosa. Entonces así, en actos de justicia y tinta, retorno al anaquel de poesía y abrazo La edad de Eva de la fabulosa poeta Alejandra Benz (Esperanza, 1982; radicada en Rosario) editado en 2016 por Ivan Rosado. Incluye poemas familiares y territoriales extraordinarios que, en la lectura y con el paso del tiempo, se organizan universales. Me late el cuerpo ante un poema titulado “Si Evita bebiera”, me atrevo a un fragmento en el que se larga con todo: Lo que te decía es que si Evita bebiera/ la invito una Schneider bien fría acá en la mesa de plástico/ en la veredita que tiene una sombra ancha de fresno/ y le cuento que más o menos pasaron/ las mismas cosas que antes/ pero a través de una pantalla que es la compu/ que miramos y opinamos/ porque juntarse es más difícil ahora/ que parece que la tierra se agiganta debajo de los pies/ y que después de los treinta va a ser peor.

La poeta nos interpela y nos obliga a las calles. Recorremos. La primera parada se da en la galería Crudo, la exposición que visitamos es El cuerpo con letra entra, curada por Manuel Quaranta. En el trayecto de estos días aciagos, se abre una ventana de ilusión con obras de Daiana Ares, Aylén Bartolino Luna, Marcos Calvari, Hernán Camoletto, Virginia Chouhy, Ariel Costa, Alejandro Fangi, Fepi Farina, Yuyo Gardiol, Federico Gloriani, Gabriel Hoyos, Gastón Miranda, Wladimir Ojeda, Daniela Rodi, Luis Rodríguez, Candela Roselló y Natacha Tellez. Se destacan las magistrales intervenciones espaciales de Gastón Miranda, con una fotografía en campo expandido que ofrece una trampa al ojo, en la que no podemos más que interrumpir, salir y volver, para en la retentiva del cariño, volver. Virginia Chouhy establece una escultura portante en un eje axial de la sala y evidencia su destreza en la materialidad y el uso de la compacidad. Ariel Costa nos cuenta el monte chaqueño con los ojos estrambóticos de unos búhos vigías nocturnos en una pintura total. 

Continuando el recorrido, nos sumergimos en Jamaica ATR Gallery con la exposición Muchacho del Paraná del gran artista Manuel Brandazza. Ha copado todo con murales de barro que reflejan el paisaje yermo del río seco, pero que con majestuosidad exceden los límites de lo pictórico para instalarse en dinámicas sincréticas del color de nuestro suelo, de nuestro limo. Celebra en estas obras la plasticidad de la orografía fluvial del ambiente litoral, con adhesiones de matelasse de alta costura en clave de siluetas fantasmales, acompañado también con un poema fraterno formulado por Virginia Negri: El muchacho del Paraná/ nos atrapó con sus redes/ Acá nos miramos unes a otres/ notamos que podemos ser/ parte perfecta de este bestiario/ Mirá cómo podemos/ vivir todas juntas/ todas estas mostras juntas.

Rumbeamos para la exposición El mundo de la fantasía, patrimonio de la humanidad de Sol Quirincich, con curaduría de Georgina Ricci, que se exhibe en la galería Estudio G. En el principal plano de exhibición de la sala, se ubican escudos repujados en cobre, laudatorios de lo pequeño, lo íntimo, al borde del souvenir. El texto que acompaña la exposición, escrito por la curadora, fija posición al ejercicio de las genealogías ajustadas en la memorabilia de lo modesto: La artista le arrebata a la Historia el derecho a instituir heroínas y héroes, a declamar himnos y consignas. El díscolo panteón se inscribe en cobre, que es más frágil y amable que el bronce. 

Hay un mapa mental que se corporiza en los abrazos de la amistad.

Hay un mapa mental que se corporiza en los abrazos de la amistad. Entro al Teatro La Liebre de Marzo, en Gualeguay. Investigo su dinámica. Gastón Díaz, director, gestor y productor del equipamiento, en una suculenta charla, me cuenta: “Liebre de Marzo es un centro cultural de Gualeguay, Entre Ríos. Es el único teatro independiente de la ciudad, y la palabra independiente no designa solamente un aspecto institucional. Su origen tiene que ver con la necesidad de un grupo de teatro de encarar sus proyectos respondiendo a una voluntad de creación sin ataduras y al deseo de experimentar para poner en movimiento —transformar en acción— las preguntas que como gestores y trabajadores de la cultura nos hacemos. Hablo en plural porque me refiero a un equipo que viene trabajando desde antes que este espacio exista y que, a partir de su inauguración en 2015, tiene su propio hogar. El grupo se llama ‘Salida de emergencia’ y existe desde el año 2006. Hoy en día Liebre de Marzo también es el búnker de creación de ‘Agua Viva’, un grupo que se gestó con la experiencia de la sala. Además de ser un espacio de formación artística, Liebre también es la plataforma de creación de estos grupos. En contra de un sentido de profesionalización entendida como cargar de normas institucionales y formales el trabajo, confiamos en generar un espacio convexo, abierto a recibir lo que viene desde fuera, a dejar entrar y ser influenciado y modificado por lo todo lo que lo rodea. Como anfitriones recibimos y alojamos a grupos de teatro que llegan a hacer sus funciones cuando están en gira, también a grupos musicales. Eso permitió la conexión con experiencias de otras latitudes, abrió nuestro campo de acción y facilitó que surgieran coproducciones y trabajos en conjunto con colegas de otras ciudades”.

Rumbeando noroeste hacia Victoria, me detengo a conversar con Gervasio Barbagelata, quien se define como artista plástico y bioconstructor litoraleño, nacido en Paraná. Lleva adelante Siete Paraísos, que funciona como residencia de artistas. Nos cuenta que la situación actual del arte en Victoria se ha visto fuertemente contraída. Debido al contexto de las medidas de aislamiento, se ha reducido considerablemente la producción artístico-cultural. Ante este panorama de incertidumbre se le suma “la desaparición del río frente a nuestras costas”. Ir a hidratarse al río, mojarse las patas en sus costas, bañarse en sus esteros, trabajar en él. Suena “Pinandí” (pynandí), el tema pulcro recientemente estrenado por Teresa Parodi, que inunda con su trino preciso nuestros salones de la soledad yerma, y alimenta así la felicidad. 

Ileana Dell'Unti es cineasta y escritore del norte de Argentina. Trabaja en torno a lo real, “aunque nunca pueda acabar de definir qué es eso”. Nos cuenta: “Decidí volver a Formosa, mi tierra natal, en un intento de reencontrarme con mis raíces. Pero la realidad tenía otros planes para mí —esto es lo mejor que puede pasarle a une documentalista— y al llegar me sentí completamente extrañe, casi extranjere, así que empecé a tirar de ese hilo emocional, buscando desafiar desde el arte aquella premisa de que nadie se baña en el mismo río dos veces. Quizás porque visitar el río Paraguay fue lo primero que hice al llegar —mi actividad favorita de la infancia—, apunté la cámara al paisaje que me rodeaba y comencé a leer autorxs y ver documentales que filmaban paisajes, en su mayoría urbanos, registrando su presente y sus transformaciones a lo largo del tiempo, marcadas en general por la gentrificación, investigando la relación entre la memoria y el territorio. Habitando esos espacios extranjeros comprendí la magia del paisaje. Si se mira atentamente, si nos tomamos, o nos prestan, el tiempo para perdernos en los espacios que habitamos, para volverlos extraños y estudiarlos como arqueólogues, es posible descubrir nuestra memoria impresa en ellos, podemos incluso viajar en el tiempo. En el paisaje habitan el pasado y el presente en simultáneo, puesto que la forma que tienen los paisajes que nos rodean es el resultado de la historia que se imprime en ellos, transformándolos y dejando marcas en cada mutación, como huellas por las que es posible desandar una y mil historias de quienes caminaron por allí antes que nosotres”. Por estos días se lanza “Bajo Río”, un trabajo documental sobre la bajante extrema del Paraná con la producción de Jorgelina Hiba, Belén Bertero y Rocio Luna, las cámaras de Mario Armas y Camilo Postiglione y Ramiro Ortega, la edición de Mario Armas y Dana Tameron. Es un producción audiovisual impulsada por la UNR que abre un mojón para retratar, desde lo periodístico, un momento que atraviesa la región por la bajante más pronunciada del Paraná.

Sigue sonando “Pinandí” de Teresa Parodi mientras conversamos con otros artistas. Besamos la costa del río en esqueleto. Nacido en Paraná, radicado en Rosario con su base de operaciones, pero andariego y recorredor de otras geografías, el artista Federico Leites, cantor y autor, entre tantas otras producciones, del disco-libro escénico multilenguajes Montaraz, me cuenta que actualmente está dirigiendo “un primer experimento cinematográfico sobre el nacimiento de un sonido, filmado entre Rosario y Tucumán; METADATA es un híbrido entre documental y ficción que de manera muy artística retrata el cambio de era”.

Promovido desde la autogestión, El Quiosquito es un espacio y galería de tránsito de arte en Resistencia, Chaco, que tiene el firme propósito de evidenciar las lógicas emergentes del arte contemporáneo desde el nordeste argentino hacia el mundo, aunándose los circuitos habituales con los escenarios no convencionales. La galería funciona en una playa de estacionamiento de vehículos, con acceso inmediato a la vía pública, y en un pequeño kiosco ubicado en el microcentro de la ciudad. Lo gestionan y sostienen lxs artistas Natalia Giménez y Blas Aparecido, quienes aseveran que “se generó un sitio de experimentación a través de una serie de encuentros, convocatorias de alcance nacional, conversatorios, talleres y muestras”.

Casa Kaos es una casa queer de la ciudad de Rosario, donde se desarrollan talleres, seminarios, producciones artístico-culturales. Ejecutan proyectos interpelados por la cultura queer y disidente. Nos cuentan, en una agitada conversación por videollamada que se va plagando de colores y palabras de cariño: “Paralelamente a Casa Kaos, conformamos House of Kaos, mother Ayelén Beker. Actualmente estamos trabajando para sostener el lugar y encontrando dinámicas alternativas para no desaparecer”. Militan el día a día en permanente resistencia, generando para la ciudad un ámbito de acción alucinante y necesario.

Otro proyecto autogestivo que dinamiza la región y que presenta una enorme trayectoria es Curadora Residencia. En el año 2012 lxs artistas Maximiliano Peralta Rodríguez y Cintia Clara Romero decidieron ampliar su casa de San José del Rincón para recibir a colegas que tengan el deseo de desarrollar proyectos productivos o reflexivos en un ámbito ideal, en pleno monte litoral. Así es como gestaron Curadora, proyecto que definen como “una residencia de trabajo para artistas, gestores y curadores, nacionales y extranjeros, desarrollada con el fin de brindar un sitio propicio para el intercambio, investigación y producción en vínculo con las problemáticas del arte actual”. Excelente noticia es que actualmente tiene abierta su convocatoria para las temporadas septiembre y noviembre. Hay tiempo hasta el 30 de julio para presentarse; podrán participar artistas visuales, gestorxs culturales y curadorxs, sin límite de edad. La casa está ubicada en un paraje semi-rural, rodeada de arboledas, ríos y lagunas, y cuenta con tres habitaciones, un taller, una carpintería y un gran jardín para que les residentes desarrollen sus proyectos. Durante los días que dura cada temporada, se comparten la casa, las comidas y los procesos de trabajo, proponiendo una comunión entre la práctica artística, las tareas cotidianas del hogar y el entorno natural.

La convocatoria que resuena y se mueve al ritmo de una población ansiosa por bailar es “Taller-laboratorio de danza Fantástico Bailable” con dirección general de Paula Manaker, junto a Juani Favre y Federico Tomé. Son encuentros que se orientan en la danza, en las personas mayores de edad, el erotismo maduro, su relación con el cuerpo cuando bailan con otres, el espacio público y el baile popular. Casi como calentando motores para la nueva normalidad de los cuerpos, es un proyecto promovido desde el Centro Cultural Parque de España de Rosario, también a la vera de un río que parece secarse y aislarse de su propia fluvialidad. Los encuentros serán virtuales y presenciales (dependiendo de las condiciones sanitarias) y serán por la mañana, desde agosto a noviembre de 2021; la inscripción también cierra el 30 de julio. 

Para agudizar el trabajo territorial, con alcance nacional y ajustada dinámica sectorial, me interesa detenerme en la asamblea que ha sucedido el miércoles 21 de julio, convocada por el colectivo Artistas Visuales Autoconvocades Argentina (AVAA). En dicha asamblea, que ha superado el aforo que las plataformas virtuales permiten, se ha promovido la discusión mancomunada del Proyecto de Ley para la Creación del Instituto Nacional de Artes Visuales (INAV). Este colectivo, que ha estado trabajando con rigor, ofreciendo soluciones concretas, fijando agendas, manifiesta: “En el campo laboral de las artes visuales, la precarización y la informalidad son situaciones históricas. Por ello, desde distintos colectivos y organizaciones que abarcan todo el territorio nacional, abordamos diferentes demandas relacionadas a nuestros derechos laborales básicos, entre ellas: el Tarifario de Artes Visuales (TAV), la Ley de Jubilación y de Monotributo, así como también subsidios específicos vinculados a las conocidas restricciones por el aislamiento social”. Acciones que sostienen con investigación y militancia permanente. 

Proponen gestionar, instrumentar, reglamentar e implementar la creación del INAV, aseverando: “Es fundamental para regular las condiciones laborales de les artistas y toda persona afín a las prácticas dentro del campo de las artes visuales. Además, será un organismo rector de la promoción, fomento, estímulo y apoyo de la actividad específica, beneficiando directamente a sus actores en términos amplios, y por ende también a la sociedad toda. Creemos que siendo capaces de dar vida al INAV, nuestro obrar como trabajadores de las artes visuales será reconocido, y nuestro rol en relación con la comunidad en general será más profundo, fructífero y, principalmente, justo”. Como en otros casos convocados a lo largo de este recorrido, destacan: “El impacto multidimensional de la pandemia evidenció aún más la precarización del sector y nos puso en estado de Emergencia Cultural. Una amplia mayoría de artistas y trabajadores de la cultura quedaron prácticamente sin ingresos y sin posibilidad de acceder a trabajar o desarrollar sus actividades. Condiciones que vuelven la creación del Instituto Nacional de Artes Visuales no solamente necesaria, sino absolutamente urgente”.

LS