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ENSAYO GENERAL
Opinión

Elijan su campo, elijan sus armas

Shakira

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Proponerse no escribir sobre algo es como tratar de no pensar en un elefante. Al final quizás lo más lógico es dejarle el lugar en la mente a eso que ya no se puede olvidar: si la verdad ya sabemos que nadie escribe sobre lo que quiere sino sobre lo que puede, y amar tu destino puede ser la mejor forma de torcerlo, o al menos de tener alguna injerencia sobre él. Mientras pensaba en no pensar en la canción de Shakira y todos los debates y posiciones que disparó y que me aburrían soberanamente todos por igual vi en las redes sociales de Caja Negra que se cumplía un nuevo aniversario del suicidio de Mark Fisher, quizás el último gran teórico crítico de la cultura popular. La cita que eligió la editorial para recordarlo es tan hermosa que necesito reproducirla, y pertenece tan precisamente a esta semana —quizás porque pertenece con demasiada precisión a todas las semanas de nuestra época— que me cuesta creer que no hayan pensado lo mismo que yo sobre las conversaciones de los últimos días. 

La cultura popular continúa siendo inmensamente importante, incluso si solo cumple una función ideológica esencial como ruido de fondo de un realismo capitalista que naturaliza la depredación ambiental, la plaga de la salud mental y las condiciones sociales escleróticas en las que la movilidad entre clases está disminuyendo casi hasta cero. Una guerra de clases está ocurriendo, pero solo uno de los lados está peleando. Elijan su lado. Elijan sus armas.

En líneas generales, de todas las perspectivas que circularon sobre la sesión de Shakira con Bizarrap, tiendo a concordar con la que difundió Julia Mengolini: no hay nada particularmente interesante, en el siglo XXI, en la reivindicación del “facturar” como logro feminista. La amplia mayoría de las mujeres de este país y supongo que del planeta trabajan todo lo que pueden y ganan dos pesos: no necesitan que nadie les diga que tener plata está buenísimo, todo el mundo lo sabe, es uno de los pocos consensos transversales y es lógico, todos queremos tener plata, si la plata es hoy la forma más emblemática de la libertad, lo único que de verdad te permite hacer cosas, irte de tu casa, de cualquier casa, leer libros, comer rico y prácticamente todas las otras cosas que no nos hacen felices pero por lo menos nos meten en la competencia. Leí que la criticaron muchísimo a Julia y me parece valiente lo que escribió; creo que no hace falta, sin embargo, que yo lo haga de nuevo, y mejor, porque prefiero hablar de otra cosa, y es una paradoja y una redundancia a la vez, pero de lo que quiero hablar es de eso mismo, del hecho de que la verdad deberíamos estar hablando de otra cosa.

El texto del que proviene la cita de Fisher fue originalmente publicado en 2007 en su blog, k-punk (todavía sigue allí, en su versión en inglés), y se llama como termina, “Elijan sus armas”. Ya en 2007, o sea, hace más de quince años, Fisher argumentaba que al pensamiento de izquierda se le estaba yendo la mano en sus intentos de ser popular y entretenido. Pienso en todo esto con la misma culpa con la que supongo lo hacemos muchos otros lectores de Fisher, aunque Fisher estaba en contra de la autoflagelación progresista: yo tengo una columna de domingos, y por supuesto soy parte demasiadas veces de ese modelo que en el “pensar conceptos complejos a partir de lo mainstream” se termina olvidando de que existen otras cosas, de que ese mainstream tiene —aunque cada vez menos, justamente— un afuera.

No me gusta la nostalgia, sobre todo porque en general tiende a ser, como también denuncia Fisher en ese mismo texto, una nostalgia de lo también mainstream. Pero, en la vorágine de la que todos participamos por pegarnos a la novedad, por meter un concepto feminista en un texto que mencione al tema de la semana para que los algoritmos nos den una ayudita para los amigos, las cosas que no están de moda porque nunca estuvieron de moda pueden ser aliadas, pueden ser una manera de hablar de otra cosa. Textos feministas, antirracistas o izquierdistas que no hablen ni de Beyoncé ni de Shakira; colgar a estos DJs, a los que dicen que nos hablan de nosotros y de nuestras vidas, pero en realidad solo pasan canciones que no hablan de nada. El wokismo es una novedad, pero ni el feminismo ni ningún pensamiento de izquierda son novedades: la izquierda y el feminismo son, a estas alturas de la soirée, tradiciones. Reject modernity, embrace tradition, dice el meme, aunque en este caso lo que vendríamos a abrazar son las tradiciones de la modernidad. 

No es el pasado, por supuesto, la única vía: de hecho, una de las enseñanzas más importantes que nos dejó Fisher es que la izquierda necesita construir visiones de futuro que sean tan atractivas como las que está vendiendo el realismo capitalista. Pero a veces pienso que confundimos demasiado esa producción de mundos deseables y apetitosos con el más liso y llano entretenimiento que ni siquiera entretiene, el entretenimiento que solo llena espacios y cumple con la obligación del contenido 24-7, como si pensáramos que una renovación del pensamiento progresista es ponerse la gorrita como el señor Burns, al son de la música que escuchan todos.

TT

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