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Opinión
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Para Francisco y para Lula, el camino a Moscú ya no pasa por Kiev

A las 14.30 del miércoles 21 de junio, el Jefe de la Iglesia Católica y el Presidente de Brasil, de visita en Ciudad del Vaticano, iniciaron una reunión bilateral en la 'Auletta' (pequeña sala) del  Aula Paulo VI, un gran complejo de salas a pocos metros de la residencia papal de Casa Santa Marta. Según ya había anticipado la presidencia brasileña, la reunión entre el papa Francisco y Luiz Inácio Lula da Silva tuvo a la guerra de Ucrania y la paz de Rusia como uno de los temas y problemas centrales de su agenda.

Alfredo Grieco y Bavio

27 de junio de 2023 06:41 h

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En 2016, después de más de 900 años sin hablarse, la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa Rusa decidieron reanudar los contactos. Para el primer reencuentro cara a cara, la ciudad elegida por el pontífice romano Francisco y por el patriarca moscovita Cirilo fue la capital cubana de La Habana.

En 2018, cuando Luiz Inázio 'Lula' da Silva fue encarcelado y su candidatura presidencial proscrita para favorecer en octubre el triunfo de Jair Bolsonaro, el Papa envió un nuncio a la penitenciaría de la ciudad de Curitiba (en el próspero y sureño estado agroindustrial de Paraná), quien le dió en mano una carta personal y manuscrita donde Bergoglio le expresaba su solidaridad a quien hoy es por tercera vez presidente de Brasil. Antes de que saliera a la luz el orgulloso desprecio moralista de Sérgio Moro por toda ley o justicia sagrada o profana, antes de que se anularan la causas judiciales abiertas por el juez federal, cuando todavía esperaban a Lula muchos años y años a la sombra, sentenciado por el cruzado del Lava Jato, el Papa daba esperanzas al político petista retornado al poder: “Quiero expresarte -se lee en la epístola papal- toda la cercanía espiritual que siento contigo, y quiero pedirte que no abandones al desaliento, porque confío en Dios”. 

Cuba y la Noche

En Vermelho, una página de la izquierda brasileña, podemos leer que los presidentes de Cuba y de Brasil tienen sólidos motivos aun para alardear, si fueran jactanciosos, de un vínculo de confianza invisible e invencible, que une al dirigente comunista heredero de la Revolución y al líder del Partido de los Trabajadores (PT) con el sucesor apostólico de San Pedro. El diario Folha de S. Paulo lo expresa con menor veladura: “La visita a Roma de Lula es una movida ganadora más del ajedrez que juega el papa Francisco para ganar la paz en Ucrania”. Según el análisis de Michele Oliveira, la 'asociación lícita' del Vaticano con Brasilia y La Habana estaría por detrás de los contactos de los presidentes Lula y Miguel Díaz-Canel con su par ruso Putin para calificar a Bergoglio como voz e interlocutor del plan de mediación que busca acordar cuanto antes una solución diplomática al conflicto bélico ucraniano. 

En abril, Lula y Díaz-Canel recibieron en las capitales brasileña y cubana al canciller ruso, ministro de Relaciones Exteriores y autoridad suprema encargada en el Gabinete de Putin de conducir la diplomacia del Kremlin. Cinco días después de concluida, para satisfacción del argentino y del brasileño, la estadía de Serguei Lavrov en Brasilia, se llamaron y siguieron conversando por teléfono Lula y Francisco. Ya le habían puesto fecha a la cumbre bilateral privada que el miércoles 21 de junio mantuvieron en la auletta Paulo VI del Vaticano. 

Con anteojeras para no distraerse, ni el Papa ni el Presidente brasileño le hicieron caso a Volodímir Zelenski. Porque entretanto, el presidente ucraniano había volado desde la capital Kiev para aterrizar en Roma y ser recibido después en el Estado Vaticano. Al Jefe de una religión que no es la suya, le dijo: “Con todo el respeto del mundo por Su Santidad, no necesitamos ninguna mediación, lo único que queremos es una paz justa”. 

En este Mundial no hay clásicos ni rivalidad clásica sudamericana. Porque el argentino y el brasileño patean los dos contra el mismo arco. La Habana y Brasilia están mediando ante Moscú para abrir un diálogo directo entre Bergoglio, el ex provincial jesuita de la Argentina hoy en la Santa Sede y Vladimir Putin, el ex espía de la soviética KGB supervisor en la Alemania comunista y hoy en el Kremlin. Una mediación papal podría acercar la fecha de un alto el fuego en suelo de la ex república socialista soviética de Ucrania (independiente de la URSS desde 1992), y por eso alejaría o demoraría el sueño de la victoria occidental sobre Rusia. 

Para un peronista no hay nada mejor que otro petista

Tanto 'Francisco' como 'Lula' son dos alias. El Papa peronista y el Presidente petista comparten dos convicciones que ni son, ni tienen por qué ser, las de toda la Iglesia Católica o de todo el Partido de los Trabajadores (PT).

La primera vehemencia en común es doméstica y nacionalista. No siempre persuaden, pero el primer papa latinoamericano, hijo de empobrecido inmigrante piamontés a la Argentina, y el primer presidente obrero brasileño, él mismo miserable migrante interno nordestino a San Pablo, están persuadidos de que una sociedad más pobre pero más igualitaria siempre es preferible, y es moralmente superior, a una sociedad más rica pero más desigual.

Fue sin embargo la segunda de las convicciones en común, internacionalista, la que hegemonizó su encuentro del miércoles. Es, también una preferencia vehemente que sirve como guía realista, y también como orientación moral, para elegir una de dos opciones que solicitan simultáneas nuestra decisión y respuesta. En su “Canción del estornudo” (1963), María Elena Walsh ofreció un expresión elocuente, válida como máxima de la esta acción de elegir entre alternativas que no difieren en grado sino que se distinguen por su índole: “Es mejor la paz resfriada que la guerra con salud”.

El diario Pravda, o la verdad del lunes

Si algo sabían las cancillerías y servicios de informaciones vaticano o brasileño de la inminencia del levantamiento mercenario Wagner que en el fin de semana eclipsaría las noticias de la contraofensiva ucraniana, y aun a Ucrania, desplazando toda la atención a la sola Rusia, nada dijeron. No es tedioso elucubrar, acaso no sea ocioso encontrar signos en declaraciones eclesiásticas locales en el Este europeo.

Esas respuestas, no inútiles por parciales, son ajenas a una evidencia ganada con el giro de guerra civil rusa dentro de la guerra civil ex soviética que eclosionó el viernes 23 (al día siguiente, 24 de junio, se cumplieron exactos 16 meses de guerra con Ucrania). La sublevación contra el presidente Vladimir Putin (o más específicamente, contra la dirección militar del Kremlin liderada por el ministerio de Defensa) que lideró el oligarca-condotiero Yevgueni Prigozhin. Comandante en jefe y CEO de Wagner, un Ejército privado multicontinental. En la base, unos 25 mil soldados rasos. Tropa mercenaria (pero no toda profesional), fuerza profesional (pero no toda mercenaria, porque convictos con sentencias firmes por delitos de sangre han sido liberados para combatir en sus filas y mejorar sus condenas).

La gravedad explosiva de una coyuntura transitoriamente apaciguada pero de violencias ahora mal sofocadas funcionó como contestación al análisis, más regional, más personalista, de que Papa peronista y Presidente petista conspiran animados para reafirmar sus protagonismos mediadores. Porque la guerra madre de guerras sobre la que buscan intervenir Francisco y Lula ha ofrecido de inmediato, después de la reunión vaticana, signos incontrovertibles de urgencia y peligro, y de su capacidad para engendrar riesgos. El Vaticano y Brasilia coinciden en que un mayor, más perfecto y más moderno armamentismo ucraniano no sólo aleja meses la paz, y aun el armisticio, sino que agrava día a día un conflicto a la vez que multiplica sus frentes.

AGB

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