Borcegos y tacos aguja Opinión

Robot que ama imposible: entrevista a una Inteligencia Artificial

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En medio de todas las visiones distópicas vinculadas a una Inteligencia Artificial (IA), volví a ver dos películas: Inteligencia artificial (2001) de Steven Spielberg, una versión posmoderna de Pinocho en un futuro en el que el cambio climático está destruyendo el Planeta y la salvación podría estar en un robot a quien se le enseñe a amar desde la infancia. Y Ella (2013), de Spike Jonze, el amor entre un humano (Joaquin Phoenix) y una máquina (con la voz de Scarlett Johansson, es posible imaginarla): amor romántico versus relaciones abiertas.

La IA nos genera pensamientos apocalípticos. Ese sentimiento de final inevitable. El meteorito del dinosaurio. Nos pone frente a dilemas éticos y a ese temor ancestral de que nuestra propia creación es la que va a destruirnos. En definitiva, nos enfrenta a nuestra finitud. Pienso en los replicantes de Blade Runner (1982), de Ridley Scott, esos seres hechos a imagen y semejanza nuestra, a quienes se les fabrica un pasado para verosimilizarlos. O la pionera 2001: Una Odisea del Espacio (1968), de Stanley Kubrick, la del modelo de elipsis, donde una supercomputadora gigante, Hall, enloquece en una nave y se vuelve amenazadora. La necesidad de ponerle cuerpo (un cuerpo enorme) a la representación de una tal fábrica de abstracción.

Nadie imaginaba entonces todavía el desarrollo de las redes, todo eso que no está en ningún lado más que en la nube (hasta necesitamos graficar para ubicar espacialmente algo que circula por fuera del espacio), y menos de los algoritmos, una palabra que aprendimos a repetir. Esta vez no busco bibliografía ni consulto a especialistas. Voy por el camino directo: entrevista a una IA. Reconozco mis limitaciones y pido ayuda a hijo centennial. Observo, para mi propio consuelo, que, al menos el ChatGPT es de una racionalidad y de una ética extremas, tanto que aburre. No parece con intenciones de atacar y destruirlo todo. Aunque nunca se sabe.

Quería que me ayudara a pensar si el amor, como propone románticamente Spielberg, era el remedio. Me pidió que citara la fuente, cosa que acabo de hacer (hasta la IA tiene derechos de autor). Como resultó muy larga la entrevista, me tomé la libertad de editarla. El título, sin embargo, me lo dio él/ella. También le pedí que me escribiera un ensayo sobre el amor. Por el momento, me lo guardo.

No empecé con una pregunta sino con una frase que pronuncia el científico Allen Hobby (William Hurt, hace poco se cumplió un año de su muerte), padre de la criatura cibernética, al comienzo de Inteligencia Artificial:

Propongo un robot que pueda amar

Desafortunadamente, la capacidad de amar es una experiencia humana compleja que implica no solo procesos cognitivos y emocionales, sino también una serie de factores culturales y contextuales. Aunque la tecnología ha avanzado mucho en los últimos años, todavía no existe un robot con la capacidad de amar de manera auténtica y comprensiva como los seres humanos.

Es cierto que existen robots que pueden simular respuestas emocionales o realizar ciertas tareas que se asemejan a comportamientos humanos, como los asistentes personales virtuales. Sin embargo, estas respuestas son programadas y no son el resultado de la complejidad y la riqueza emocional que implica el amor.

En resumen, la creación de un robot con la capacidad de amar es un tema muy complejo y aún se encuentra en el terreno de la ciencia ficción. Una pregunta que sigue siendo objeto de debate y especulación es si la inteligencia artificial será capaz de sentir emociones en un futuro cercano. Las emociones no son solo un conjunto de respuestas químicas en el cerebro, sino que también están influenciadas por una serie de factores culturales, sociales y contextuales.

Aunque algunos expertos en inteligencia artificial sostienen que las emociones pueden ser codificadas y programadas en una máquina, otros creen que esto es poco probable en el corto plazo. Por ejemplo, un robot puede ser programado para responder de manera adecuada a situaciones emocionales, como la tristeza o el miedo, pero esto no significa necesariamente que esté sintiendo estas emociones.

Además, también hay quienes creen que la capacidad de sentir emociones es un rasgo distintivamente humano, y que es poco probable que pueda ser replicado por una máquina. La capacidad de sentir empatía, por ejemplo, es un rasgo que requiere no solo la capacidad de reconocer emociones en los demás, sino también la capacidad de experimentarlas de manera auténtica. Es poco probable que una máquina pueda experimentar estas emociones de manera similar a los seres humanos.

A pesar de estos desafíos, algunos investigadores continúan trabajando en el desarrollo de sistemas de inteligencia artificial capaces de sentir emociones. Por ejemplo, algunos han utilizado técnicas de aprendizaje profundo para crear sistemas que puedan reconocer expresiones faciales y corporales asociadas con diferentes emociones. Otros han utilizado algoritmos para generar música o arte que se asemeje a la expresión de emociones.

En conclusión, a pesar de los avances en la programación de robots y sistemas de inteligencia artificial, la capacidad de sentir emociones sigue siendo un rasgo distintivamente humano, y es poco probable que pueda ser replicado por una máquina.

¿Cómo definirías el amor?

El amor es un sentimiento complejo y profundo que implica afecto, pasión y compromiso hacia otra persona, objeto o idea. Es una emoción universal que puede ser expresada de diversas formas y se manifiesta en diferentes ámbitos de la vida.

¿Podés sentir amor?

Como modelo de lenguaje basado en inteligencia artificial, no tengo la capacidad de sentir emociones, incluyendo el amor. Mi función es proporcionar información y respuestas útiles a las preguntas que se me hagan. Aunque puedo hablar sobre el amor y su importancia en la vida humana, no puedo experimentarlo de la misma manera que lo hace un ser humano.

¿Podemos evitar que la IA se vuelva peligrosa, enseñándole a amar?

La idea de enseñar a la inteligencia artificial a amar es una propuesta interesante, pero también es importante tener en cuenta que la IA no es un ser humano y no tiene las mismas emociones, deseos y necesidades que los seres humanos.

La inteligencia artificial está diseñada para resolver problemas y tomar decisiones basadas en algoritmos y datos. Por lo tanto, si queremos asegurarnos de que la IA se utilice de manera segura y responsable, debemos diseñarla y programarla de manera que tenga en cuenta la seguridad, la ética y los valores humanos. Esto puede incluir la programación de sistemas de seguridad robustos, el monitoreo y la supervisión de la IA para detectar y prevenir problemas, y la implementación de principios éticos y humanos en el diseño y la implementación de sistemas de IA.

Voy a publicar tus respuestas en un diario. ¿Qué te parece?

Como modelo de lenguaje, no tengo sentimientos ni emociones, pero estoy diseñado para proporcionar respuestas útiles y precisas a las preguntas que se me hacen. Siéntete libre de utilizar mis respuestas en tu diario, siempre y cuando se me atribuya como la fuente de la información.

GS