Podcast

Sobremesa edición especial: a 32 años del comienzo de la hiperinflación

RH: Cambiamos de día para salir este sábado, que coincide con una fecha emblemática de la historia de la inflación argentina. Una fecha terrible en un punto -tal vez para vos, seguramente para muchos otros, para mí también- que es el 6 de febrero de 1989, momento en el cual el Banco Central, a fines de la presidencia de Alfonsín, deja de intervenir en el mercado de cambios y comienza una escalada del dólar que por varios meses no se va a detener. Los precios acompañan esa escalada y la Argentina entra en hiperinflación, un fenómeno singular, para nada frecuente, en la historia de las sociedades del siglo XX, pero que a la Argentina le tocó atravesar. Entonces te propongo que empecemos hablando un poco de eso. Y vemos un poco la historia, no solo de la hiper, sino también del problema más general de la inflación.

PG: Cómo no. Empecemos por el 6 de febrero. Es una manera de arrancar. Quiero decir el 6 de febrero y lo que vino después. Lo primero que quiero decir, como cosa personal, es que fue de verdad algo dramático. Un grupo de gente que está en una posición en la que se supone que tiene que controlar algo, en este caso la economía, y no la controla. Y es de verdad una situación de descontrol. La inflación de marzo se duplica en abril. La de abril se duplica en mayo. Y así cuatro veces. Y si no me acuerdo mal sería una inflación del orden de casi 200 por ciento en el mes de julio. Le digo a nuestros queridos oyentes y admiradores que 200 quiere decir 200 mensual. Una inflación de 200 mensual que ya ni me acuerdo qué quiere decir anualmente, porque uno termina olvidándose de qué son esas cifras en términos anuales, porque lo que importa en una hiperinflación es el día a día. Thomas Mann lo describe muy bien cuando habla de hiperinflación alemana. El día a día. El dólar sube, el dólar baja. El dólar sube y sube y sube y sube. Y eso que puede ser algo exótico para la sociedad deja de serlo porque como todos ya aprendimos en Argentina el aumento del dólar significa el aumento de los precios. Es una economía muy dolarizada y además en esos niveles de dinámica caótica no importa que la economía esté muy dolarizada, se va a dolarizar como consecuencia de eso. Y estoy metiéndome en la cuestión personal porque me parece que es importante mostrar eso. Me acuerdo que con Daniel Heymann experimentábamos en un pizarrón y tuvimos seis regímenes cambiarios en 40 días. ¿Por qué? Porque no acertábamos con ninguno, pero además no podíamos acertar con ninguno. 

RH: Aclaro una cosa para quien nos escucha, que ni yo ni vos la mencionamos, y es el hecho de que vos estabas en el Ministerio de Economía en ese momento. 

PG: Si, yo era asesor y depende del día hay un momento en que yo paso a ser jefe de gabinete de asesores. Pero no importa. Es lo mismo. Estaba dentro del ministerio y ocupado de este tema como todos. Porque además en ese ministerio ya cuando se produce un fenómeno de este tipo no hay división del trabajo. Todos nos estamos ocupando de ver cómo frenamos eso. Y, te decía, con Daniel Heymann inventamos algo así como seis regímenes cambiarios en 40 días. Y era imposible que se resolviera nada porque la hiperinflación no es un fenómeno que pueda explicarse puramente con ingredientes o con explicaciones económicas. No. La hiperinflación es un fenómeno en donde convergen muchos ingredientes y también un ingrediente político. Quiero decir, para que existiera el estallido del 6 de febrero y lo que siguió, uno tiene que entender la enorme debilidad, creciente debilidad, del Gobierno de Alfonsín, cada vez más débil a medida que se acercaba el día de las elecciones, el 14 de mayo. Y, otra cosa muy importante, la fuerza creciente, la influencia creciente que tiene sobre la economía el candidato que va a ganar las elecciones. En este caso, Carlos Menem. Que no es el reformista de mercado que vendrá, sino un hombre que viene a sopapear todo y a tratar en verdad de que la economía acelere su dinámica caótica, porque eso le aseguraba no solo el triunfo electoral, sino que le aseguraba la realización de su plan de economía popular de mercado. Y contra eso es imposible luchar desde el Ministerio de Economía, porque no es una cuestión técnica. Y si uno mira con un poco de atención la historia, incluso la historia argentina -digo, 1975, pero dejemos 1975, quizá hablemos después de eso-. Todas las hiperinflaciones tienen un componente institucional y político muy relevante para ser explicadas. Yo digo desde la hiperinflación de 1923 en Alemania, todas las que siguieron a la Primera Guerra, las que siguieron a la Segunda Guerra, no hay ninguna a la que uno le ponga ese nombre que no esté explicada sobre todo políticamente.

RH: Sí, es un fracaso más general del Estado lo que estamos analizando ahí. Vos decías recién, yo me fijé hace un rato: fue más de 3.000 por ciento la inflación de ese año. 

PG: ¿La inflación anual del 89?

RH: La inflación anual del 89, que siguió al año siguiente. Y quería mencionar algo que vos también tocaste y es que una vez leyendo un trabajo sobre la memoria popular, bueno, ¿qué es lo que la gente recuerda en los países normales? Se acuerda de grandes inundaciones, se acuerda de nevadas extraordinarias, se acuerda de casamientos, de nacimientos, de muertes. Rara vez se acuerda, pasado cierto tiempo, de la asunción de un presidente, de un evento político, salvo que sea verdaderamente conmocionante. Y yo creo que cuando uno pone la inflación en ese régimen....

PG: Pasa a ser inolvidable.

RH: Pasa a ser inolvidable. Entra en este régimen. ¿Y por qué entra en este régimen? Porque ahí se confunde, digamos así, se encuentran lo público y lo privado. Y todos tenemos alguna historia que contar. Ya sea los que estaban en el Ministerio de Economía o...

PG: ¿Y vos tenés alguna historia que contar?

RH: Yo me acuerdo dos cosas. O tres. Una: esa inflación de creo que mayo o junio haciendo una compra en el supermercado -yo era adolescente- y se escucha por los altavoces: 'Todos los precios sufren un incremento del 20 %'. Y una reacción de indignación de todos los que estábamos comprando.

PG: Eso es la hiperinflación. Acabás de describir una hiperinflación.

RH: Por eso quería volver sobre esa cuestión que vos decías: cotidiano. Esa fue la inflación de Alfonsín. Y me acuerdo la de Menem porque hubo un segundo rebrote unos meses más tarde...

PG: Si, sí, llegó a tener noventa y pico de inflación en un mes, ¿no?

RH: Claro, claro. Yo estaba en enero de vacaciones en el sur de mochilero -lo que nosotros llamamos el sur, que es más el oeste- y que me había provisto de un montón de billetes de cinco y de diez dólares, billetes chiquitos, que los iba cambiando porque no había que cambiar uno de 100, porque uno se arriesgaba a perder las vacaciones. Y después por supuesto la enorme conmoción que supusieron los saqueos, ese cambio enorme en el repertorio de la protesta popular, que vino junto con la destrucción del salario. Tengo esos recuerdos, esos flashes, que creo que me van a acompañar toda la vida, porque forman parte de ese régimen en que entraron en la vida cotidiana.

(...)

Transcripción parcial de la conversación