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Y DESPUES ES AHORA Narraciones

El tiempo es movimiento

Romina Paula

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El sábado fui a ver a Joan Manuel Serrat a uno de sus conciertos despedida. No escuché a Serrat de niña, no específicamente, pero sus canciones siempre estuvieron en el aire de algún modo. A los 21 años conocí a algo así como un sobrino o ahijado de Serrat, el hijo del guitarrista, con quien somos amigos desde entonces, así que el sábado fui con Jofre que vino por unos días a ver a Serrat en uno de sus conciertos despedida.

Mientras esperamos en una suerte de pre camarines antes de que empiece el show, conversamos con la mujer de Serrat y otra mujer catalana que, me entero después, enviudó hace poco. Ellas son muy amables, comparten sus anécdotas de llegar un día antes o un día después a aeropuertos, pasan al catalán, que me fascina, se dan cuenta, vuelven al español, para incluirme, y de algún modo acabo viendo un video en el celular de la viuda de su hija tirándose a la pileta en una mansión de algún país de Oriente, una intimidad de ocasión.

Serrat, a sus 78 años, actúa a lo largo de 2 horas 45. El sitio está colmado, la gente, extasiada. La mayoría de la gente es bastante mayor. Los ‘jóvenes’ somos los de mi generación, que crecimos -crecieron- escuchando a Serrat en sus casas. La gente está realmente muy emocionada y aguanta todas esas horas y pide bis y bis. El show está articulado con bastantes monólogos de Serrat entre canción y canción, los monólogos están bien escritos, con buenos chistes que la gente celebra, vinculados a la escritura de sus canciones y a anécdotas de su vida y su familia. Tiene eso del show antológico, de mirar hacia atrás, habla de su madre, de su padre, de su abuelo asesinado por el franquismo, con foto de ese abuelo. En el escenario lo acompañan dos músicos de la primera época, de la época del papá de Jofre, que cuando se levantan de detrás de sus instrumentos para saludar, lo hacen caminando con bastante dificultad. Serrat mismo está regio, quién pudiera hacer dos horas cuarenta y cinco de show a cualquier edad, y su voz sale tan increíblemente nítida de entre esos labios que no se abren tanto para cantar. Otro fenómeno ya no tan evidente en espectáculos musicales es que los músicos estén efectivamente en el escenario ejecutando sus instrumentos. Muchos artistas en shows gigantes prescinden de la música en vivo y es una percepción muy distinta la del show musical, cuando el músico no está. Recuerdo una escena de Mulholland Drive de David Lynch, en la que las protagonistas, ambas de peinadito rubio reluciente, se sientan del brazo en las butacas púrpura del Club Silencio en cuyo escenario hay un presentador que repite “No hay banda, no hay orquesta”, aunque la música se oiga, él insiste en hacernos saber, que todo está grabado. Algo de esa sensación de siniestro reaparece para mi cuando voy a ver un recital y oigo la música aún cuando no haya banda, no haya orquesta, y los sonidos provengan grabados de un ordenador.

Pero como Serrat es de la época en que la música mayormente era interpretada por músicos en instrumentos, de madera o de metal, se despide de los escenarios con músicos y música real y realista, presentes en el presente, con unidad de tiempo y lugar.

Al día siguiente asisto a una lectura de La Tempestad de Shakespeare entera en el precioso jardín del museo Fernández Blanco. Para quien no conozca la trama, un padre (Próspero) y su hija (Miranda) están varados durante 12 años en una isla desierta. En el presente de la acción Próspero, que es mago, alquimista, creador, artista, hace naufragar a su hermano usurpador junto a una consorte de nobles y marineros y, por medio de artilugios mágicos, consigue casar a su hija, recuperar su ducado y escarmentar a los usurpadores. En términos teóricos es una obra importante por su metateatralidad: si bien Shakespeare casi siempre expone que está en el teatro en sus obras, en esta es más explícito. Próspero es el demiurgo, el artista, el creador, desterrado y solo, en su poder de engañar, que en el epílogo reconoce que 

Si es que me quieren redimir

por favor no dejen de aplaudir.

Impulsen mis velas con su aliento

para que no fracase mi proyecto,

que era agradar. 

Expone que está siendo visto, expone que sólo quería cariño, y aplausos, como un niñito.

En la lectura de autores que hicimos el otro día, el personaje de Próspero fue leído por Mauricio Kartún, maestro de la mayor parte de los que no dedicamos al teatro y al cine en Buenos Aires y el resto del país. Kartún tiene casi la misma edad que Serrat y al igual que él, sigue proyectando su voz con absoluta claridad. El Próspero de Kartún en el jardín es conmovedor para todxs les que estamos ahí: Kartún es Próspero para la mayoría de nostrxs, maestro de maestros. Lleva más de 30 años enseñando dramaturgia en este país y en otros, mientras escribe y dirige sus obras también, Kartún es ético y vital. Serrat es ético y vital.

El paso del tiempo en los cuerpos es conmovedor. ¿El paso del tiempo en un cuerpo es conmovedor? ¿Por qué? ¿Qué lo hace conmovedor? ¿Lo conmovedor es el cuerpo? ¿Lo conmovedor es el tiempo? ¿O la persistencia? ¿Lo conmovedor en ellos no es la edad que tienen, sino todo lo que han hecho en esos años, y que lo sigan haciendo?

Hace años que me conmueve también, el misterio de la voz: la imagen, en mi opinión, se deja registrar mejor que la voz. La voz, aunque grabada, nunca se parece a la voz de alguien, de cerca. La voz, ¿envejece también? La voz de Kartún tiene vigor, la de Serrat tiene vigor, la de mi madre, vaya que sí, tiene vigor. Para mí, cada vez, alguien en el escenario, sobre todo en el teatro, es más que nada su voz, más que nada en el teatro.

Wikipedia, cuando pregunto “¿Qué es envejecer?” dice que “El envejecimiento o senescencia es el conjunto de modificaciones morfológicas y fisiológicas que aparecen como consecuencia de la acción del tiempo sobre los seres vivos.”

Aristóteles, cuando habla de las unidades teatrales (unidad de acción, tiempo y lugar), constata que el tiempo no es un movimiento, pero que no hay tiempo sin movimiento, pues ambos se perciben juntos: si algo se ha movido es que algún tiempo ha pasado, si algo ha pasado es que algún movimiento se ha producido.

Si algún tiempo ha pasado es que algún movimiento se ha producido.

¿Será esa acumulación de movimientos lo que conmueve en un cuerpo que lleva tiempo en el mundo?

RP

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