Opinión

De tortas, porciones, ganadores y perdedores

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En Europa, el modelo de monetización del fútbol tiene como mayor exponente al Manchester United, que implementa una estrategia de ordeñar al hincha/cliente todo lo que pueda y a como dé lugar. Por ejemplo, para maximizar los ingresos por venta de camisetas, el club lanza 3 innecesarias versiones por temporada. Así las cosas, un hincha que quiera tener las tres camisetas debe abonar 300 libras al año. El Manchester United fue adquirido por la familia Glazer, en 2005, por mil millones de euros y puesto a la venta en noviembre de 2022. La cifra pretendida asciende a los diez mil millones de euros. En el extremo opuesto, los equipos de la Bundesliga (liga del fútbol de Alemania), aplican una regla denominada 50+1 mediante la cual los clubes deben tener la mayoría de sus propios derechos de voto. Es decir, los dueños de los clubes son sus socios. Bajo este modelo societario, los clubes obtienen sus ingresos de los distintos sponsors y de los derechos de televisación. Los clubes de esta liga promueven, con precios muy accesibles, la asistencia masiva de los hinchas a los estadios. Un mismo deporte, dos formas de entenderlo. Un mismo negocio, dos formas de monetizarlo. 

La botella de té helado Lipton sin azúcar con sabor a durazno, pasó de 1,5 a 1,25 litros en las góndolas de los Carrefour de Francia sin que la marca haya disminuido también su precio. El mecanismo de ofrecer menos cantidad de producto por el mismo precio, conocido como shrinkflation (encogimiento con inflación), fue implementado por otras 26 marcas en aquel supermercado. La novedad no es el mecanismo de aumentar los precios sin que se note, sino que la maniobra fuera denunciada por el propio supermercado. En Francia, Carrefour tomó la decisión de colocar carteles en las góndolas para advertir a sus clientes de la maniobra ¿Se trata de un arrebato de justicia social de la primera cadena de alimentos de Europa y tercera a nivel mundial?, ¿una manera de resolver un conflicto entre empresas?, ¿una acción de promoción y marketing? Arriesgo que es el resultado de un meticuloso trabajo entre funcionarios del gobierno francés y el supermercado. Aquellos funcionarios no tienen potestad para colgar estos carteles en las góndolas de un supermercado, pero sí para desarrollar incentivos que le hagan comprender a este, los beneficios que tiene ponerse del lado de los consumidores. 

No creo que se trate de lo viejo contra lo nuevo, lo fracasado contra lo que aún no fracasó, lo previsible contra lo irreverente, no: se trata de unos intereses contra otros

Las relaciones empresariales como las que describimos anteriormente presentan intereses encontrados, opuestos, contradictorios. Una torta, normalmente, tienen ocho porciones y si alguien se come una de más a otro le toca una menos. El interés de una marca deportiva por maximizar sus beneficios choca con el de un club que representa genuinamente a sus hinchas/socios/comunidad. El interés de un fabricante de jugos de ganar más, a costa de reducir el tamaño de los envases, choca con el de un supermercado que no solo no se beneficia de esa maniobra, sino que -además-, enfrenta el costo de perder la confianza y la fidelidad de sus clientes. No se trata de perder el ingreso por la no venta de camisetas, sino de promover la asistencia masiva de los hinchas al estadio, de manera de convertir un partido de fútbol en un espectáculo que alcanza mayor audiencia televisiva y que redunda, entre muchas otras cosas, en la venta de mayor cantidad de camisetas. Por cierto, se obtiene el mismo resultado vendiéndole 3 camisetas a 10 personas que una sola a 30. Pensemos en la 10 del Inter de Miami. Aritmética básica.  

Intereses opuestos, intereses enfrentados

En el ámbito de lo público entran en juego otras variables. Quienes ocupan cargos jerárquicos de conducción política en la administración del Estado, además de la idoneidad para gestionar, debieran tener afinidad ideológica con el proyecto del que forman parte y ser personas de estrecha confianza de quien está al frente del mismo. Hablamos de puestos en ministerios, secretarías, subsecretarías, agencias, entes autárquicos, consejos, embajadas, consulados, directorios de empresas y bancos públicos, entre otras . Designados y removidos por decreto o resolución, constituyen un factor determinante en la implementación de una política pública.

Un funcionario al que se le ocurre sentarse a hablar con los supermercadistas para, desplegando una serie de incentivos, convencerlo de mandar al frente a sus proveedores, es uno que además de ser creativo, cree en un determinado proyecto. ¿De cuánta gente se trata? ¿Cuántas personas con esas características son necesarias para que un gobierno funcione? ¿Cuatro mil, cinco mil? ¿Cuántas personas con esas características pueden estar en el radar de un potencial presidente sin recorrido político? ¿Diez, cien, doscientas, quinientas? ¿Cómo se cubre la diferencia? ¿Será que quienes utilizan el latiguillo de que locura es pretender resultados diferentes haciendo lo mismo… están, silenciosamente, haciendo lo mismo? ¿Cuántos días pasarán después del 22 de octubre, para que funcionarios de otros gobiernos, sindicalistas, directores de bancos públicos, representantes de organismos internacionales y demás, se enrolen en alguno de los ganadores para jugar la final de noviembre? 

Así como en los negocios hay intereses opuestos, en la política hay intereses enfrentados. Estos se juegan en los asuntos más encumbrados y en los más nimios y como con las porciones de la torta, cuando uno gana el otro pierde. Este es el juego al que asistimos por estos días. Postulantes, algunos disimulados otros descarados, todos participando de un frenético casting. No creo que se trate de lo viejo contra lo nuevo, lo fracasado contra lo que aún no fracasó, lo previsible contra lo irreverente, no: se trata de unos intereses contra otros. Se trata de quién gana y quién pierde.

MS