¡Es exactamente lo que voté! Legitimidad (low cost) en tiempos de caos

En tiempos de una política cuántica, pasiones tristes y flujos de información indigeribles e incontrolables, la democracia está tomando distancia de la deliberación de intereses para redefinirse como un espectáculo emocional. Es así como el impacto comunicacional de una taza ploteada con el eslogan “No hay plata” supera ampliamente a la construcción de un puente o una autopista.
Si se mediría al gobierno de Javier Milei en cantidad de metros cúbicos de hormigón, seguramente tendría los niveles más bajos desde el retorno a la democracia. A pesar de ello, el nivel de aprobación de gestión presidencial obtuvo un 42% en julio de este año según el ESPOP (UdeSA). Entonces ¿Cómo es posible explicar esta paradoja?
“¡Es la economía, estúpido!” podría ser la primera respuesta, en referencia al control “flotante” del dólar y de la inflación. Sin embargo, la incertidumbre asoma en una agenda que muestra fotos de una realidad díptica, donde confluye el récord de turismo argentino en el extranjero con la alarmante situación económica de jubilados y personas con dicapacidad.
En este díptico se inserta la afirmación del presidente “Si fuera cierto que no llegan a fin de mes, la calle tendría que estar llena de cadáveres” la cual permite arriesgar una hipótesis complementaria: los resultados electorales y de gestión conviven con la existencia de un nuevo nivel de legitimidad. Una legitimidad “low cost” resultante del bombardeo cotidiano de dardos heurísticos —atajos cognitivos que ofrecen juicios de interpretación con pretensión de universalidad—.
Estos dardos se disparan discrecionalmente, se propagan y se amplifican en asociación directa con la narrativa y los resultados de la administración libertaria: motosierra, déficit cero, batalla cultural. Esto explicaría la preferencia manifiesta del gobierno por discutir el aparente fraude de un pequeño grupo de estudiantes extranjeros en lugar de atender la crítica situación salarial que afecta a los médicos residentes del Garrahan y de todo el país.
Es así como se revela una nueva forma de hacer sin ladrillos: basta un post de X, un recorte de TikTok o una placa textual en Instagram pueden bastar para que los destinatarios confirmen sus creencias y se alineen de inmediato tanto al nivel de aprobación (legitimidad de gestión) como a la intención de voto o el veredicto de las urnas (legitimidad de origen).
Los dardos heurísticos
Esta legitimidad “efímera y descartable” depende estructuralmente de los resultados macroeconómicos y electorales para sostener su funcionamiento. En efecto, se advierten dos tipologías de dardos: los de verificación narrativa y los de falsación adversativa.
El primer caso se refiere a exclamaciones autocelebratorias como TMAP; VLLC; Fenómeno Barrial; El que las hace las paga; ¡No hay plata!; ¡Es exactamente lo que voté! Son parte del diccionario predictivo utilizado por la militancia digital libertaria para confirmar hechos o resultados favorables a la interpretación mileísta del mundo. Ejemplos concretos incluyen: “Ministerio de la Mujer ¡Afuera!”, despedir 33.000 “ñoquis” del sector público, o cambiarle el nombre al Centro Cultural Kirchner. Cada una de estas acciones se convierte en munición simbólica que refuerza la narrativa oficial.
En simultáneo, esta mecánica también se utiliza para falsar o denostar las críticas y narrativas contradictorias al mito libertario. Popperianamente, se busca detectar un “cisne negro” o un “oxímoron” en el sistema de creencias del adversario. La lógica es demoledora en su simplicidad: basta un paper que estudie las canciones de Arjona para justificar el desfinanciamiento de todo el CONICET; un proyecto de cine inconcluso para hacer lo mismo con el INCAA; o una sola irregularidad en obra pública para habilitar el intento de disolución de Vialidad Nacional.
Este patrón es repetido sucesiva y cotidianamente por autoridades, referentes y/o cuentas paraestatales (trolls) asociadas al complejo de comunicación libertario. Los proletarios del movimiento se ganan la vida en las industrias de casos particulares, desde allí activan contenidos en cascada —reales o ficticios— los viralizan y amplifican hasta que los destinatarios interpreten esos casos como premisas universales. Es así como la contundencia justifica la brutalidad y la incivilidad discursiva. Allí no hay límites para desprestigiar residentes del Garrahan, calificar de “ensobrados” a periodistas críticos y de “econo-chantas” a economistas escépticos.
Está búsqueda ciega por la eficacia también recurre a la Inteligencia Artificial como herramienta de imaginarios a bajo costo. Un mix de creatividad y viveza criolla al mando de la máquina ha tornado posible la creación de placas, videos y/o la alteración de hechos a fin de ofrecer una versión alternativa de “la realidad” a la justa medida de cada target. Consecuentemente, la activación inductiva de los contenidos de verificación de carácter mítico asocian a Milei con leones, superhéroes o Jedis de Star Wars, mientras que por falsación se advierten ejemplos emblemáticos como el video de “Macri bajando a Lospennato” durante la veda de las legislativas de CABA.
Realidad por derrumbe
En definitiva ¿Qué parece más económico y rápido de construir? (A) Un video con IA, un perfil falso de X o un meme para confirmar una narrativa; (B) Un ingeniero, un científico, un médico; una escuela o una expedición submarina.
Es evidente que la opción A será menos costosa en términos económicos y temporales, pero a expensas de la opción B, donde se encuentra la posibilidad real de que la ciudadanía acceda a una mejor calidad de vida y a un proyecto superador de país.
La elección sistemática de alternativas de acción y comunicación low cost erosiona todo aquello que no se ajuste a la inmediatez de la red ni a la narrativa libertaria. La legitimidad de bajo costo se reproduce en las sospechas sobre los exámenes de los residentes médicos, el desfinanciamiento del Hospital Garrahan o el brutal ataque contra un niño con TEA por haber expresado su reclamo ante la emergencia en discapacidad.
Si la democracia se ha vuelto instantánea y centrífuga, la producción de proyectiles heurísticos y funciones como las de un @GordoDan llegaron para quedarse. Se trata de ser viral e imponer una visión del mundo por verificación propia y/o por falsación del adversario. Eventualmente, estas cuentas serán reemplazadas por otras con diferente identidad, ideología o menor nivel de brutalismo, pero la técnica continuará funcionando.
Aún así, al igual que cuando se decide abaratar costos materiales al momento de construir una casa, los problemas estructurales no tardan en aparecer en los cimientos o las paredes. Si este es el caso, el techo será difícil de sostener y no habrá proyectil heurístico capaz de evitar una realidad que llegue por derrumbe.
*El autor es director de DIXIT Consultores. El presente artículo es una versión acotada de una ponencia presentada el 24 de julio en el 17° Congreso Nacional de la Sociedad Argentina de Análisis Político (SAAP), la misma obtuvo el Premio SAAP “Comunicracia” a la investigación en Comunicación Política 2025.
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