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Elecciones intermedias: ejemplos del pasado para pensar un escenario incierto

Pablo Gerchunoff / Roy Hora

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PG: ¿Cómo estás, Roy?

RH: Pablo, buen día, ¿cómo estás?

PG: Bien. Entramos en año electoral.

RH: Así parece.

PG: De elecciones intermedias, que no son una cuestión menor en la Argentina las elecciones intermedias. En un país presidencialista como éste además tienen algún rasgo particular. Y han tenido su historia. Entonces me gustaría saber qué opinás vos acerca de lo que puede ocurrir y de lo que ha ocurrido en el pasado.

RH: Bueno, lo primero que diría es que este es un tema que se empezó a charlar con intensidad esta semana, en torno a toda esa discusión sobre qué conviene, qué le conviene hacer al oficialismo a la oposición: postergarlas, adelantarlas. Hay mucha incertidumbre. Yo creo que este es un factor que va a tener su importancia, el hecho de que es un escenario muy novedoso. Y esto se agrega al hecho de que en algún aspecto la historia electoral argentina tiene componentes volcánicos, componentes de alta incertidumbre. Aparecen, desaparecen figuras, escándalos. En fin. Hay una serie de novedades, pero yo creo que por debajo de esas novedades uno encuentra ciertas regularidades que nos ayudan a encuadrar el problema. No a predecir los resultados electorales...

La historia electoral argentina tiene componentes volcánicos, componentes de alta incertidumbre. Aparecen y desaparecen figuras, escándalos. (RH)

PG: ¿Y cuáles serían esas regularidades?

RH: Primero, una regularidad muy importante: gran relevancia de la condición de clase para definir preferencias electorales. Acá creo que en Argentina la ideología pesa poco, la organización política pesa poco. En general, los de abajo votan peronismo. Los del medio y los de arriba votan no peronismo. Y eso además...

La condición de clase tiene gran relevancia para definir preferencias electorales. En Argentina la ideología pesa poco, la organización política pesa poco. En general, los de abajo votan peronismo. Los del medio y los de arriba votan no peronismo. (RH)

PG: Como se llame el no peronismo.

RH: No importa. Después le ponés el nombre.

PG: Bueno, también el peronismo ha empezado a tener varios nombres.

RH: Yo creo que esa es una regularidad que a veces la asociamos al peronismo pero en realidad viene de antes. Cuando uno mira por ejemplo las elecciones en los años 20 y 30, también están muy marcadas por este fenómeno. Entonces, digamos, un partido popular y un partido de las clases medias. Se llamaba antes radicalismo, conservadurismo. No es novedoso en eso. Y entonces yo creo que esa preferencia, digamos así, esa manera de organizar las preferencias electorales, yo creo que por una parte ayuda a armar partidos fuertes, muy flexibles, poco institucionalizados en un aspecto.

PG: Muy de acuerdo con eso. El sistema político argentino en ese sentido conserva cosas que otros en otros países se han perdido, ¿no?

RH: Claro, basta ver a América Latina...

PG: ... y la socialdemocracia y la fragmentación de la socialdemocracia. En Europa, digo.

RH: Exactamente. Es decir, estas últimas dos décadas que en muchos lugares produjeron tormentas políticas, que destruyeron sistemas políticos, en Argentina a lo sumo golpearon mucho en particular a un partido, la Unión Cívica Radical, un fracaso de la alianza...

PG: Pero encontró su sucesor.

RH: Sí, y hoy parece otra vez emerger.

PG: Efectivamente. Lo hablamos el otro día.

RH: Así es. Entonces yo creo que ahí tenemos un elemento. Y, bueno, entonces yo creo que una cosa que es muy, muy importante a tener en cuenta es que dadas estas características es muy importante ver cómo está armada la oferta, que es lo que más se mueve. No tanto las preferencias, sino, bueno, qué se le ofrece al al votante el día de la elección. Y yo creo que cuando uno mira eso encuentra regularidades por cuánto... Bueno, por ejemplo, si el peronismo concurre unido, suele ganar la elección. Sobre todo las elecciones que tienen lugar inmediatamente después... las primeras después de las presidenciales. Entonces yo diría: una regla de oro de la política electoral -no se cumple en todos los casos; podemos discutir por qué no se cumple en algunos casos- es un gobierno que ha ganado elecciones con un margen importante, que no ha ido a segunda vuelta, como suele suceder en la Argentina, concurre a su primer desafío electoral con cierto margen de maniobra, con cierta iniciativa, y, en general, si va unificado y, en particular, si es el peronismo, tiene muy altas chances de ganar.

PG: Sí, yo creo que está actual, ¿no? Si uno repasa la historia desde el 83. Claro, ahí hay un problema. Tenés que subrayar lo que vos dijiste: el primer desafío. Porque Alfonsín y Menem tuvieron que tramitar no solo la primera sino la segunda elección intermedia. Y Alfonsín perdió la segunda elección intermedia y la perdió justamente porque el peronismo se había unificado. Había ganado la presidencial muy contundentemente, había ganado en la primera intermedia, la de 1985, después del éxito del Plan Austral, y perdió en el 87. Y eso, yo diría, fue uno de los elementos principales que llevaron a su final. Y con Menem es una historia un poco distinta, porque Menem sí, efectivamente, uno podría decir... A ver, vamos a repasar: 91 y 93. Bueno, unifica unidad y éxito total. Convertibilidad. 95, presidencial; 97, división. Yo diría en el plano político hay cierta división, en el plano sociológico siempre tengo alguna duda de si Chacho Álvarez y el Frepaso se llevaban votos del radicalismo o si llevaban votos del peronismo. Creo que una parte de votos peronistas se llevó. Y eso, efectivamente, va en línea con tu hipótesis. 

Alfonsín y Menem tuvieron que tramitar no solo la primera sino la segunda elección intermedia. Y Alfonsín perdió la segunda elección intermedia y la perdió, justamente, porque el peronismo se había unificado. (PG)

RH: Agregaría ahí un elemento que mencionamos un poco al pasar pero me gustaría poner más en el centro y es que en general estas divisiones suceden en contextos en los que al gobierno le va mal porque la economía anda mal. Y eso se ve muy claro en el caso de Alfonsín: 85, éxito del Plan Austral; 87 ya hay poco para mostrar. Y en el caso de Menem también. Es decir, la división del peronismo, la emergencia con alguna fuerza electoral del Frente Grande, del Frepaso, está marcando ya el ocaso de ese proyecto, las dificultades del proyecto. Y yo creo...

PG: Además, con un altísimo desempleo. Era un animal muy nuevo en la Argentina.

RH: Y yo creo que ese mismo fenómeno se puede observar en los años kirchneristas. La elección del 2009 que perdió Cristina también en un momento de grandes dificultades.

PG: Y con, de nuevo, el par: dificultades y división.

RH: Dificultades y división.

PG: También tuvo su pequeña pandemia o, por lo menos, su pequeña epidemia.

RH: Exactamente. Y otra vez en 2013: dificultades y división. Y yo diría entonces: división acicateada por las dificultades. Es decir, es oportunidades para los disidentes que son consecuencias de los fracasos de...

PG: El malestar. Del malestar que genera algún fracaso de la gestión. Entonces, creo que llegamos a una cosa que tiene cierta... Dos elementos, digamos: al gobierno le va mal o le va bien, le va peor de lo que parecía, y se divide y, endógenamente, quizás como consecuencia de eso, otorga una oportunidad para que un ala del partido oficialista se divida. Esto es lo que vemos. Sobre las elecciones intermedias en particular, fuera de esta visión que hemos discutido y que vos trajiste, yo me preguntaría dos cosas. Una tiene que ver con una cosa que se dice muy habitualmente cuando llegan las elecciones intermedias y es: en la Argentina se vota demasiado. ¿Para qué las intermedias? Dicho de una manera... con una referencia histórica, es como decir: Roig tenía razón. ¿Qué opinás de eso vos?

RH: A mí ese argumento mucho no me convence.

PG: A mí tampoco. 

RH: Yo creo que está bien que los argentinos vayan a las urnas cada dos años. Me parece, por supuesto, que eso tiene un costo, tiene un costo político, hace que parte de las iniciativas políticas de los que gobiernan sobre todo se vean muy marcadas por ese fenómeno electoral. Pero creo que en un país tan inestable, con tantas alzas y bajas, es necesario que quienes gobiernan tengan la oportunidad de convalidar sus laureles en las urnas o que haya cambios significativos en la composición del grupo dirigente, dicho esto en sentido amplio, que se vean refrendados en las urnas. 

PG: Además hay otra cosa que creo que hay una trampa en la manera de presentarlo. En Argentina se vota cada dos años, pero en realidad en todos los países se vota cada dos años, porque si bien no se votan legisladores nacionales, en otros países se votan autoridades estaduales o municipales. Es decir, se vota con frecuencia en general. No es un caso especial de la Argentina. De modo que efectivamente comparto la idea de que no hay un 'exceso de elecciones' o, dicho de otro modo, no hay un exceso de democracia en la Argentina. 

En Argentina se vota cada dos años, pero en realidad en todos los países se vota cada dos años, porque si bien no se votan legisladores nacionales, se votan autoridades estaduales o municipales. No hay un 'exceso de elecciones' en Argentina. (PG)

RH: Por supuesto que estos sistemas parlamentaristas, donde las lógicas son distintas...

PG: Sí, ahí puede votarse cada seis meses.

RH: Claro, pero lo más probable es que en esos casos -estoy pensando en algunos europeos- las elecciones tienen lugar con bastante regularidad, bastante frecuencia.

PG: Yo te decía dos cosas que se me ocurrían mientras te escuchaba. Una tiene que ver con esta pregunta: ¿se vota demasiado o no se vota demasiado en Argentina? Y tenemos una respuesta en la que coincidimos. Y la otra es una referencia hacia atrás. También el peronismo estuvo en el centro de la escena en elecciones intermedias anteriores. En elecciones intermedias anteriores en donde dos alas del partido radical, en un caso la de Frondizi y en otro caso la Balbín, Ilia, y compañía, intentan abrir el sistema político y sacar al peronismo de la proscripción. En ambos casos esos intentos de apertura terminaron en un colapso del sistema semi democrático o de democracia tocada. Me parece que ahí hay un tema. Había un tema muy interesante. Es decir, cuando llegaban las intermedias la pregunta: ¿era con alguna expresión del peronismo o si en una expresión del peronismo? Quiero decir que el peronismo atraviesa toda la historia desde su caída hasta hoy, en el tema éste de las de las elecciones intermedias.

RH: Bueno, en esas dos experiencias yo creo que un dato... Nos lleva a otra dirección esto, pero una de las cosas que ahí se ve en esas elecciones de fines de los 50, comienzos de los 60, es que el peronismo quizás no era tan mayoritario como a veces se dice.Y que había otras posibles de transformación del sistema político que que podían dar lugar a un escenario en el cual el peronismo conservara un lugar sin ser el lugar preponderante que finalmente tuvo o que retomó en los años 70. Basta ver la famosa elección de Framini gobernador, la elección del 62, durante el fin de la gobernación de Alende, el peronismo ahí sacó, si mal no recuerdo, 38 por ciento. No era una fuerza basal. 

una de las cosas que ahí se ve en esas elecciones de fines de los 50, comienzos de los 60, es que el peronismo quizás no era tan mayoritario como a veces se dice. (RH)

PG: No era una fuerza mayoritaria como la conocimos después y como la conocemos sobre todo antes. Entonces en las las vísperas de una elección que, creo que habría que hacer énfasis en el final, de que está atravesada por este fenómeno novedoso de la pandemia, que no sabemos cómo va a modificar todo este examen que hemos hecho. Ahí, como conversábamos antes de empezar, la historia no nos ayuda.

RH: Yo creo que la historia nos ayuda hasta cierto punto. ¿Qué nos dice la historia? Que un peronismo que concurre unido a las elecciones tiene muy altas chances de ganar. Y yo creo que esa es la situación hoy. Basta mirar quiénes, digamos así, hicieron un juego por fuera en la última década, repasar esos nombres y, al repasarlos, una advierte que la mayoría está adentro. Salvo Randazzo, todos los que fueron acompañando a Randazzo en el 2017, hoy son parte no siempre central pero sí significativa del gobierno.

PG: Incluido el presidente.

RH: El presidente, jefe de campaña de Randazzo, hoy está adentro. Katopodis, el propio Santiago Cafiero, que fue candidato suplente a senador, tiene un lugar muy marginal. Todos están adentro. Entonces me parece que el lugar para una... Acá viene la pregunta: ¿cuánto lugar hay en el medio para una tercera opción? ¿En qué medida el sistema político en estas condiciones abre una oportunidad para una oferta distinta? Yo soy bastante escéptico de eso.

PG: Yo tampoco le doy mucho margen a lo que, evocando la historia, podríamos llamar el peronismo antipersonalista. 

RH: O el peronismo republicano, ese tipo de alquimias extrañas. Pero, por supuesto, es una elección singular esta, es una elección donde los parámetros con los que hasta ahora las venimos midiendo tienen que ajustarse. Tenemos que tener una cierta cautela por el hecho de que vamos a ir a votar en un momento en el que quizás la pandemia esté todavía arreciando.

PG: Exactamente.

RH: Y con una crisis económica que aparentemente se va a profundizar.

PG: Bueno, veremos.

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