El 2023 ya llegó

Cristina vs Macri: diálogo improbable y la eliminación de las PASO como el último recurso del gobierno

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Fue un lapsus. La aceptación, escueta pero en ON de record, de Mauricio Macri a un hipotético diálogo con Cristina Kirchner fue una gota en un mar de negaciones. En privado, el expresidente desecha cualquier contacto con el Gobierno, avisa que “no tiene nada que hablar con el kirchnerismo”, que para mantener el vínculo institucional está el Congreso. “Con la Constitución sobre la mesa”, improvisó en un sí que sonó a un no.

Macri minimizó la conversación que hace tres meses Cristina Kirchner mantuvo con el senador José Torello, por los oficios de Adolfo Rodríguez Saá. Las consideró una avivada del puntano. “Andá a ver qué dice”, respondió cuando Torello. reemplazante de Esteban Bullirch en el Senado, le contó que la propia ex presidente insistió con el encuentro. En el mundo Macri dicen, además, que el senador, que fue apoderado del PRO y se lo sindica como integrante de la mesa judicial junto a “Pepín” Rodríguez Simon, ya no forma parte del círculo áulico del expresidente.

Todo apunta a la negación del diálogo y, en paralelo, consolida a Macri en un lugar que Cristina le dio hace mucho tiempo: el de ser el único dirigente opositor que gravita en la galaxia política argentina. Ese dato, que la vice repite ante sus íntimos, es clave: si hubiese margen para un diálogo político con JxC, debería contar con el OK del expresidente, la única figura que podría ordenar el ecosistema opositor.

“Él no quiere, y los otros no se animan”, dicen en Casa Rosada. “No está en su naturaleza, no le importa, no lo necesita”, interpretan el rechazo de Macri. Desde Gobierno, aunque hubo convocatorias como la de Eduardo “Wado” De Pedro, no encuentran actores del otro lado. Sirve, como registro, la intervención de Eduardo Valdés, que luego de las amenazas a Macri primero tuiteó, luego mensajeó y terminó llamando al expresidente. El intento de diálogo, personalísimo, naufragó. Valdés contactó luego a Patricia Bullrich, que sí le respondió y se comprometió a hacerle llegar el mensaje a Macri.

Cerca de Javier Milei dicen que aceptarían eliminar las primarias y ensayan un contraargumento a los que lo critiquen: aun sin PASO, el FdT pierde contra cualquier opositor en un balotaje. Lo mismo podría decir Schiaretti.

No hay, por lo pronto, lo que debería haber: contactos reservadísimos, la construcción sigilosa de un diálogo. Cada vez que Alberto Fernández o De Pedro piden en público esa conversación, de algún modo la condenan. Un episodio que grafica muchas cosas: la noche de su jura, Sergio Massa recibió el llamado de Horacio Rodríguez Larreta, a quien considera su amigo a quien conoce desde 1995 cuando ambos militaban el efímero ismo que se creó en torno a Palito Ortega. El jefe de Gobierno le agradeció y se puso a disposición. Horas después volvió a llamarlo para pedirle que no contara que lo había llamado porque en público le convenía estar entre los duros.

Llamada perdida

Un dato peculiar es que el FdT dependa de Bullrich -la dirigente que todavía no repudió el intento de magnicidio contra la vicepresidente- para abrir un canal con Macri. Hay una razón sencilla: el expresidente no quiere un diálogo político porque a la hora de revisar su paso por el gobierno considera que el diálogo político, que le imputa a Emilio Monzó y Rogelio Frigerio con los gobernadores del PJ, fue el gran karma de su presidencia. Macri desprecia el diálogo pero más desprecia a la política. La variable involucra a la UCR. Ante empresarios, el expresidente recordó que en su momento atendió los reclamos radicales por la suba de tarifas y que ahora, en una situación similar, no lo haría.

El ninguneo a Horacio Rodríguez Larreta y, por derivación -aunque hay elementos adicionales- a Diego Santilli como candidato a gobernador bonaerense tiene mucho de ese insumo: sin levantarle la mano a Bullrich ni a Cristian Ritondo, a quien señala como su postulante preferido en PBA, -y sin que esté descartada la posibilidad de que en algún momento se la levante a Larreta-, Macri cree que para lo que hay que hacer en un eventual nuevo gobierno de JxC, se necesitan más Patricias y menos Horacios. O, quizá, el segundo tiempo de Mauricio.

El embajador Stanley cuenta, entre la sorpresa y la curiosidad, que en privado todos los dirigentes y empresarios le trasmiten que es necesario un acuerdo político sobre temas centrales pero que después en público se pelean.

Un elemento esencial es que en JxC, más allá de charlas y advertencias sobre el riesgo de la violencia política, nadie se arriesga a sentarse en la mesa porque eso supone costos políticos. El lunes pasado, en el ND Ateneo, se recordó a Antonio Cafiero que hubiese cumplido 100 años y como parte de ese evento, el embajador Ricardo Alfonsín envió un video donde recuerda que su padre, Raúl, solía decir que una “mala interpretación” del respaldo de Cafiero a su gobierno pudo tener un efecto negativo en su interna con Carlos Menem.

Es contra fáctico determinar si eso impactó o no pero la referencia -que recuerda Ricardo- de Alfonsín padre puede explicar el recelo de actores del mundo político a hacer un movimiento que se interprete, al menos en la superficie, como una ayuda al gobierno de los Fernández cuando la tesis general en todo el sistema de poder es que el FdT se encamina, con la foto de hoy -inflación al 7%, ni un solo dirigente con menos de 60% de negativa, incertidumbre futura y fragilidad presente- a una derrota en el 2023. ¿Por qué Juntos le tiraría un salvavidas? “No hay manera de que ganen”, suele decir el propio Macri.

El ojo de Stanley

Seguir los movimientos de Marc Stanley, el embajador de EEUU en Buenos Aires, aporta algunas pistas a la deriva criolla. El abogado de Dallas, recaudador para la campaña de Joe Biden, que hace su primera experiencia política en Argentina, protagonizó un equívoco en el Council of Americas cuando pidió que la coalición que Larreta planteaba para el 2023 se haga ahora. Se cuestionó su intromisión en asuntos domésticos, al punto que el embajador mandó a aclarar que había recaído en un error semántico: aplicó el término coalición, que en el diccionario político argentino opera en clave electoral, pero que él se refirió a esa palabra pero en su acepción de acuerdo.

Stanley -que viajó a Washington y estuvo allí durante la gira de Massa- suele contar que, en privado, los dirigentes y empresarios le trasmiten que es necesario un acuerdo político sobre temas centrales como Vaca Muerta y la consolidación democrática, pero que después en público se pelean. Stanely, cuyo carácter expansivo recuerda a James Cheek, el embajador de la era Menem-, quizá refleje que para los fines comerciales de EEUU resulta más conveniente, además de un sesgo político e ideológico, un clima menos espeso.

Entre marzo y abril pasado, con pocas semanas de diferencia, Stanley estuvo dos veces con Cristina Kirchner, doble cumbre que marcó el reinició de contactos directos -se afirma que tanto formal como informal- entre la vice y autoridades del gobierno de EEUU. El primer mano a mano fue el 28 de marzo. Al día siguiente, el 29, Stanley recibió a Patricia Bullrich. 25 días antes, el 3 de marzo, había visitado a Mauricio Macri en su casa del conurbano norte. El jueves pasado, Stanley se reunió con Massa, De Pedro y ocho gobernadores que viajarán, a fin de mes, a EEUU. Después del atentado contra Cristina el embajador repudió el hecho e intervino para que Antony Blinken, el secretario de Estado de Biden, hiciera lo mismo.

¿Qué harán los legisladores de La Cámpora, entre ellos Máximo Kirchner, cuando se trate el presupuesto que envió Massa y que expresa el acuerdo con el FMI que rechazaron en el Congreso?

Post atentado

El atentado contra Cristina inauguró un nuevo estado en el FdT que esta semana cumplió 1000 días de gestión. La vice está, hace tiempo, en sintonía judicial y delegó la economía, aunque esté online y haya acordado la orientación general, en Massa. Fernández entiende que lo que expresa el ministro es lo que él expresa, lo que quiso llevar adelante con Martín Guzmán y no pudo. Un dirigente del FdT lo sintetiza así. “En términos ideológicos y de programa, Guzmán estaba más cerca de Cristina de lo que está Massa”.

Aunque el interés de la vice esté en el segmento judicial, repartido entre la Causa Vialidad y la investigación del atentado -nadie sale igual de un hecho así-, mientras el dispositivo K aprendió a vindicar a Massa. Con ironía sutil en el PJ se pregunta qué harán los diputados de La Cámpora, entre ellos Máximo Kirchner, cuando se vote el presupuesto que envió el ministro y que contiene el acuerdo con el FMI que el camporismo rechazó en el Congreso. ¿Máximo votará contra su amigo Sergio, aprobará un proyecto que es un espejo de lo que cuestionó o hará como en diciembre del 2021 cuando sobre el final de la sesión se enroscó en un discurso y le regaló el argumento en bandeja a las oposiciones para que rechacen el presupuesto? Fue su último éxito como jefe del bloque, período en que todas las reformas judiciales que la vice aprobó en el Senado, quedaron paralizadas en la Cámara baja donde Máximo ejercía su jefatura.

La vice, aun con un bloque mayoritario surgido de la elección del 2019, había tenido la destreza de agrandar la bancada del FdT en el Senado con alianzas con Adolfo Rodríguez Saá y la incorporación de Carlos Menem, o figuras como José Alperovich con lo que llegó a 41 votos. Por alguna razón, nada de eso ocurrió en Diputados, bajo el mando de Máximo y Massa.

Último recurso

El registro no es azaroso porque el FdT tiene frente así la única herramienta con la que puede incidir -al margen de factores económicos y sociales, o de eso que se llama “presupuesto electoral”- en su suerte electoral del 2023: la eliminación de las PASO. Se puede hacer una microhistoria que explica el presente. En diciembre del 2020, lo impulsaron gobernadores del PJ y, incluso alguno de la UCR, lo promovió Massa pero lo frenó Kirchner.

Había un argumento histórico, que fue “un proyecto de Cristina y Néstor”, y otro, atribuido, lateral y bastante precario: que las primarias eran el recurso para pelear intendencias del conurbano. Vale decir que este último fundamento circuló en la oposición y se instaló porque desde el cristinismo nunca se explicitó una razón. Al final, entre otros muchos motivos, las primarias fueron una herramienta que JxC utilizó con habilidad: tuvo internas en 17 de los 24 distritos -hasta cuatro listas en provincais como Santa Fe- con lo que evitó cismas y fugas.

Sin PASO, JxC tendría problemas monumentales para resolver una lista de unidad. ¿Quién le podría decir a Bullrich que se baje, si ella cree que es última chance que tiene de ser presidente? ¿Quién convencería e Facundo Manes de no competir si se asume, a si mismo como una continuidad de Hipólito Yrigoyen y Raúl Alfonsín? Macri avisa que si no hay Primarias, el PRO hará una interna propia.

La eliminación de las PASO, con argumento de ahorro fiscal, fue postulada en su momento por Massa y empezó a dar vueltas hace dos semanas, tal como contó elDiarioAR. Esta semana, Alejandra Vigo, senadora por el cordobesismo y esposa de Juan Schiaretti, avisó que ese espacio está en contra de las PASO, que por eso nunca se impulsaron en Córdoba. Si esa postura se expresa en el Congreso, el FdT está cerca de tener los votos para suspender o eliminar las primarias, plan que tendría el OK de la izquierda e, incluso, de Javier Milei. Un entornista del economista libertario desliza que aceptarían eliminar las primarias y ensaya un contraargumento a los que lo critiquen: aun sin PASO, el FdT pierde contra cualquier opositor en un balotaje.

Las PASO son fatales para las terceras fuerzas, que suman en la primarias -como un voto deseo-pero en la general, aparece el voto útil, casi con el rasgo del balotaje. Schiaretti, que quiere salir de Córdoba para tratar de garantizar Córdoba, piensa como tercera fuerza. Pero el cordobesismo es sinuoso, impreciso, y el voto de Schiaretti tiene un alto componente macrista.

Salvo la experiencia fallida del duelo entre Aníbal Fernández y Julián Domínguez por la gobernación bonaerense en el 2015, el peronismo ha sido el espacio que menos uso hizo de las primarias, que son casi una contradicción con el modo de conducción del peronismo y del cristinismo: la lista única es el reflejo de la decisión de una jefatura. ¿Por qué dejar a criterio de los votantes lo que se puede deteminar a dedo? Ahí está Alberto Fernández.

Hace tiempo, en plena efervescencia de las críticas de la vice al presidente, Cristina le dijo a un gobernador que ella no era responsable de la gestión, que se hacía cargo de haber craneado la jugada electoral para derrotar a Macri pero que lo demás no se lo imputen a ella. Por eso manda mensajes que rebotan en el planeta K: en su reaparición post atentado, dijo en público lo que repite en privado, que no aspira a un tercer mandato, que fue dos veces presidentes, que “su compañero” también.

¿Ese episodio traumático impactó sobre su determinación política? Existe cierta tendencia a mirar Brasil para adivinar, en la suerte de Lula Da Silva, la suerte de Cristina: el chiste literal de que si gana Lula, ella querrá volver a competir. O, más callejero, que un operativo clamor la llevará como bandera a la victoria aunque, el último registro electoral del FdT, sea la derrota de la que en estos días se cumplió un año.

PI