Las caras se fueron transformando en el búnker de Fuerza Patria. Del entusiasmo contenido a la cautela y, finalmente, el terror. Los primeros resultados que comenzaban a llegar al Hotel Grand Brizo, en La Plata, daban cuenta de un triunfo de La Libertad Avanza en más provincias de las esperadas. Pero la mayor preocupación era otra: Buenos Aires, donde el panperonsimo estaba preparando la foto de familia y el relanzamiento de cara a 2027, la diferencia con el Gobierno comenzaba a achicarse amenazadoramente.
“Venimos bien”, decían, desde temprano, en diferentes terminales del peronismo bonaerense. El ánimo de Fuerza Patria se jugaba, fundamentalmente, en los votos que la boleta que encabezaba Jorge Taiana le sacaría a la de Diego Santilli.
Nadie esperaba una derrota, por lo que la expectativa del triunfo en PBA se medía con otra vara: qué tan lejos quedaba el peronismo de los 14 puntos que le había sacado a LLA en la elección bonaerense. Era una doble medida de la victoria. Externa, por un lado, porque de eso dependía el buen resultado que tenía que hacer LLA en otras provincias para compensar el resultado bonaerense. La gran incógnita del peronismo era una: qué pesaba más, ¿el bolsillo o el anti kirchnerismo?
El ausentismo era un indicio: se esperaba que los que no habían ido a votar fueran mileistas enojados por Milei. Cerca de las 7.30, la mesa de campaña de Fuerza Patria anticipó lo que, horas antes, apenas era un rumor cada vez más entusiasta: “Los resultados que estamos recibiendo auguran un muy buen resultado”, anunció, en una conferencia de prensa, Alexis Guerrera.
Con el correr de las horas, sin embargo, el clima cambiaría. Ya nadie hablaba de 9 puntos de diferencia, sino 7. De 5. Empezaron los rumores de que LLA no solo había ganado en Córdoba, Santa Fe, Tierra del Fuego, Mendoza y CABA, sino que había achicado a apenas unos puntos la diferencia en PBA. Estallaron las alarmas. Las caras en el bunker empezaron a transformarse.
“Aunque sea un punto de diferencia festejamos”, se atajaban en el kicillofismo, anticipando lo que vendría después: una puja sobre la decisión de desdoblar.
Y es que la diferencia de votos, sin embargo era también una medida de cara a la interna peronista. Una diferencia menor serviría de insumo al camporismo para cuestionar la decisión de Axel Kicillof de haber desdoblado: una salida a la presión interna que se viene acumulando desde el cierre de listas.
Ante la ausencia de números claros, los dirigentes kirchneristas iban dando rienda suelta a los pases de factura. “Los errores de Milei fueron resultado de la derrota del 7 de septiembre. Si hoy ganamos, aunque sea por un punto, es solo la demostración de que teníamos razón nosotros”, deslizaba una de las manos derechas de Kicillof. A unos kilómetros, de camino al búnker, un dirigente del cristinismo decía lo contrario: “Lo ideal hubiera sido dar una buena trompada de una. Cualquier punto menos que saquemos habrá sido un error”.
Todos, sin embargo, desembocarían en la misma sala ubicada en el hall de entrada del Hotel Grand Brizo.
Foto de familia
A diferencia de lo que ocurrió en la elección bonaerense, cuando el camporismo apenas sí mandó un par de delegados al búnker en La Plata, esta vez todo el cristinismo dará el presente. Máximo Kirchner, que pasó parte de la jornada en San José 1111 con su madre, Cristina Fernández de Kirchner, estaba viajando y se esperaba que llegara a las 20 horas. Unos minutos después de que el gobernador bonaerense, que pasó parte de la jornada electoral en su casa con su familia y amigos, hubiera arribado, después de las 7 de la tarde, al búnker.
Se decidió organizar un escenario, afuera del hotel, desde donde los tres líderes de las tres principales tribus de Fuerza Patria escenificarían el triunfo. Máximo Kirchner, Sergio Massa y Axel Kicillof serán los oradores. Así como la cabeza de la lista, Jorge Taiana.
El objetivo es, por un lado, dar una muestra de unidad en medio del fuerte internismo, apenas disimulado durante la campaña gracias a la propia guerra interna del Gobierno. “Nuestro único mérito, este último mes, es no habernos mandado ninguna cagada”, afirma un referente del peronismo bonaerense. La elección había sido 100% de Javier Milei, coincidían en el peronismo, pero había sido todo un logro mantener el orden interno. No había sido fácil, y el objetivo, ahora, era aprovecharlo.
Fuerza Patria se imagina como principal fuerza opositora a Milei de cara a 2027 y, por lo tanto, la fuerza con mayores chances de ganarle en la presidencial. Había que potenciar el triunfo en PBA, que era el disparo de largada para 2027, y todas las tribus del peronismo querían estar presentes. La victoria, explicaban en el massismo y cristinismo, no era solo de Axel, sino del peronismo unido.
MCM/CRM