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Una guía para interpretar las peleas cruzadas por el acuerdo con el FMI

Carlos Heller, Sergio Massa, el ministro Martín Guzmán y Germán Martínez, jefe del bloque de Diputados del FDT.

Pablo Ibáñez

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Fue Lilita Carrió, ante los primeros indicios de que todo podía arder, la que construyó un atajo. La dirigente que carga, con o sin razón, con el estigma de incendiaria, esta vez desplegó un protocolo anti incendios. Desde su exilio activo en Exaltación de la Cruz, el martes 22 de febrero redactó a seis manos junto a Maximiliano Ferraro y Juan Manuel López, jefes del partido y del bloque de la Coalición Cívica, un proyecto anti default, último recurso para que el gobierno gambetee el precipicio.

Carrió vio antes que nadie la emboscada a la que se dirigía la política criolla. Cuando cambiemitas como Mario Negri o Cristian Ritondo pedían, por TV, conocer la letra chica del acuerdo para luego definir su voto, la CC carrioísta aportó un texto simple, escueto, que ofrece una salida de emergencia a la pelea múltiple que se desató en torno al proyecto sobre el acuerdo con el FMI. Es sintomático que en Juntos por el Cambio (JxC) la moderación la aporte Carrió, la imprevisible.

El texto que presentó el carrioísmo faculta al Ejecutivo a tomar las medidas necesarias para acordar con el FMI, todo para evitar el default. Ese mismo concepto Juntos imprimió en varios comunicados de la Mesa Nacional pero, pasados los días, se volvió más borroso cuando Mauricio Macri se reveló como un crítico del FMI. Martín Lousteau y Martín Tetaz escucharon, hace 10 días, sorprendidos el enojo del expresidente con el Fondo porque le exigió poco ajuste a Alberto Fernández y asistieron a los primeros estertores del voto en contra. Le faltó decir, aunque casi lo hace, que el FMI es peronista.

Cuadrante

Es interesante el cuadrante sobre las posiciones en torno al acuerdo. Macri se manifiesta en contra de algo que pide todo el sistema económico que huye del fantasma del default y que sostiene buena parte del sistema político con responsabilidades de gestión. “Mauricio se hizo trosko a los 62 años y abraza la teoría del 'cuanto peor, mejor'”. En JxC deslizan una explicación posible: que el expresidente está obsesionado con el crecimiento de Javier Milei.

El libertario habita la trinchera del rechazo, al igual que la izquierda y un sector del oficialismo donde coinciden Juan Grabois y Máximo Kirchner, jefe de una agrupación que administra tres mega estructuras que difícilmente podrían salir indemnes de un potencial default. Replegado o relegado, Horacio Rodríguez Larreta voceó en la intimidad de la mesa de Juntos que el default es el peor escenario pero no salió a refutar al ala dura macrista. El más osado, en lo que se traduce como un mensaje de autonomía y determinación política ante el poder, fue Gerardo Morales. Las mutaciones de Macri y Carrió no desentonan en un mapa político perforado y caótico.

El gobernador de Jujuy anuda un par de verdades sencillas: que JxC no puede contribuir a un default, y que debe ser responsable porque la deuda la tomó Macri. Mario Negri y Cristian Ritondo, que pulsean por la jefatura del interbloque opositor, corridos por el ala dura, hacen valer su poder legislativo pero, sobre todo, se aprovechan de la vulnerabilidad del FdT, fenómeno agudizado por el rechazo de diputados del oficialismo.

Frente de algunos

Sergio Massa, junto a Germán Martínez, escuchan y metabolizan las demandas opositoras mientras hacen número para saber cuántos votos de JxC necesitan para llegar al quórum. En el ruido, aparecen otras riñas. El recelo entre Massa y Martín Guzmán contamina todo el proceso. El ministro cree que cedió suficiente cuando modificó el proyecto original y puso en dos artículos distintos la autorización al gobierno para negociar con el FMI y el “programa”.

JxC pasó de pedir conocer la letra chica a pedir que esa letra chica no esté en el texto. En el oficialismo deslizan que la inclusión del “cómo” del acuerdo, que figura en el artículo 2, fue un antojo de Guzmán y pudo no estar en el proyecto. Como se trata de la primera ocasión en que se discute un acuerdo de este tipo en el Congreso, no está claro qué debería estar en el texto y qué no. Hay una duda monumental sobre si el board del FMI avalará un texto que esté muy lavado y que, como puede ocurrir, sea aprobado con pocos votos positivos y muchas abstenciones.

El Gobierno apostó a que la presencia de gobernadores, del FdT, provinciales y uno de Juntos -Morales- ayude a juntar los votos. Los gobernadores alertaron sobre los riesgos de un default mientras que aparece, más allá de las posiciones partidarias, un elemento a la hora de definir el voto. “Hay diputados que si votan contra el acuerdo no pueden volver a sus provincias”, coinciden dos operadores del FdT. Esa situación puede intervenir en la conducta que tomen legisladores de La Cámpora. En el entorno de Máximo Kirchner entienden que hay factores territoriales que pueden influir para que algunos diputados del espacio no voten en línea con lo que plantea Máximo.

PI

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