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La crisis por el FMI

“No hablen de cómo vota cada uno”. El suplicio oficial para frenar la guerra fría en el FdT por el acuerdo con el Fondo

Alberto Fernández y Máximo Kirchner en la jura del líder de La Cámpora en PJ bonaerense.

Pablo Ibáñez

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Máximo Kirchner anticipó, vía carta, su voto negativo al acuerdo con el FMI pero no quiere que otros diputados hagan lo mismo. El miércoles, luego de que Itai Hagman, proyectara que serían 30 las abstenciones en el FdT, el ex jefe del bloque le pidió que no vuelva a hacer números ni a exponer, en público, una discusión que quema en el oficialismo y que está ahí, flotando, sin instancia final ni elementos definidos.

Martín Guzmán, casi cristinista en su secretismo, procesa en silencio la letra chica del entendimiento con el Fondo y, según deslizan en Economía, muy cautos, es probable que ese texto esté listo antes de fines de febrero para, como esperan en el Congreso, el proyecto ingrese para su tratamiento la primera semana del mes próximo. Una hoja de ruta sin precisiones, atada a innumerables vaivenes, y cruzada por un pánico general: evitar que se profundice la guerra fría en el FdT en torno al acuerdo con el Fondo.

“No hablen de cómo vota cada uno”, es el suplicio que circula en el oficialismo. En Casa Rosada y en el Congreso le escapan a la matemática de la votación para que ese trámite no se convierta, a su modo, en una interna frentodista. A la administración de daños, se dedicó desde que asumió como presidente de bloque, Germán Martínez. Los diputados que charlaron con él o lo vieron coinciden en que el santafesino habló y preguntó todo menos de cómo votarían cuando se ponga a discusión el acuerdo con el FMI.

Tenemos que ponerle un corte a esto que vienen a endeudarnos. No para no pagar, sino para ver quién tiene que pagar esta deuda. Quiero que se discuta ¿de dónde van a sacar los dólares para pagar la deuda? Esto es lo que hay que discutir y analizar en serio

Cristina Kirchner

Hagman, en una entrevista con el diario Ámbito Financiero, le puso número a la rebeldía frentodista y fijó en 30 la cantidad de diputados que se abstendrían. Pudo ser, en algún punto, un error porque cuantificó la disidencia pero en paralelo se puede leer como un movimiento táctico para meter en la discusión otras cuestiones. Una, que Máximo exploró antes, sugiere que un sector del FdT -como ocurrió con en otras leyes- pueda pedir que se negocien temas adicionales para definir su voto sobre el FMI. Lo que suena, quizá como simplificación, apunta a un Salario Universal.

Pero el asunto más de fondo, que sigue una orientación que marcó Cristina Kirchner, se conentra en la investigación sobre el origen y destino de la deuda. Ahí hay una terminal común: Hagman preside la bicameral de la deuda y empuja una pesquisa sobre el endeudamiento, la cuestión de la fuga y/o la asistencia, confirmada por Mauricio Macri, a los bancos.

El maximismo abraza, casi como axioma, una frase de la vice dijo allá por septiembre del 2019, entre las PASO y las generales, durante su gira literaria de campaña. “Tenemos que ponerle un corte a esto que vienen a endeudarnos. No para no pagar, sino para ver quién tiene que pagar esta deuda. Quiero que se discuta. Qué, ¿vamos a decirles a los jubilados o los trabajadores, a los cartoneros de Grabois? ¿De dónde van a sacar los dólares para pagar la deuda? Esto es lo que hay que discutir y analizar en serio”, lanzó Cristina.

Paz interna

Luego del tsunami que generó su renuncia al bloque, cuyos efectos todavía no se aplacaron, Máximo Kirchner hizo un movimiento que es, al mismo tiempo, defensivo y tiempista. Le pidió a Hagman, un diputado al que en 2020 le cedió el cierre del discurso donde se analizó el acuerdo con los acreedores privados, que no haga números sobre votos y posiciones. De fondo, lo que Máximo no quiere es que la votación se convierta en una cruzada interna, una batalla frentodista, donde se pulsee sobre los votos y en la que, a vuelo de pájaro, se presume que puede quedar en franca minoría.

“Cuando renunció al bloque, Máximo sabía que su posición era minoritaria y que la mayoría iba a acompañar el proyecto. Nunca se hizo la ilusión de que su postura sea mayoritaria en el FdT. Y no está en una actitud salir a pelear para sumar votos. No, al menos, por ahora”, apuntó, con ese intrigante agregado final, un dirigente que repasó la hoja de ruta legislativa del expediente FMI.

En una mirada no estridente, siempre sometida al paso de los días y las tensiones, Kirchner transmite que su renuncia fue un gesto orientado a que generar un debate sobre el acuerdo con el FMI -el que considera mal y que, por eso, terminará mal- pero no para obstruirlo. Es un matiz que dice mucho y tiene como argumento adicional que el diputado renunció luego de que se diera a conocer el acuerdo y no antes, aunque se da por hecho que sabía con 48 horas de antelación lo que se anunciaría.

Todo ese movimiento sugiere que Máximo acepta su condición de minoría, de cuota parte más chica dentro del FdT y que no se embarcará en una guerra fría para conseguir que más diputados se opongan o se abstengan. ¿Puede, como jefe del PJ bonaerense y de La Cámpora, votar apenas escoltado por un puñado de 15 o 20 diputados? ¿Hay margen para que Máximo, aun con su carta hipercrítica, en la curva final se desdiga y apoye el proyecto?

Parece haber dos certezas. Una: Máximo, de mínima, se abstendrá. Dos: si Máximo lo hace, habrá un puñado de legisladores que lo hará a su lado. Hagman dijo 30, pueden ser 25 o 35, y es por ahí donde aparecen la cuestión táctica sobre una negociación intra FdT. Para eso hay que explorar, en simultáneo, el silencio que hasta ahora mantiene Juan Grabois y que se explica por la expectativa de que el tratamiento del acuerdo con el FMI dispare una discusión dentro del FdT, puntualmente, en torno al Salario Universal.

Una forma de decir que aunque se acuerda con el FMI, se hace un despliegue adicional en materia de políticas sociales.

Oposiciones

La paradoja, más allá del número de abstenciones del FdT, puede ser que Juntos por el Cambio se encamina a votar masivamente a favor del acuerdo. La rebeldía que expresó Patricia Bullrich, que puede explicarse por su lógica de estar siempre en contra de algo que “beneficie al Gobierno”, parece haberse licuado y el mega bloque opositor le aportaría más de 100 votos al entendimiento con el FMI.

Sergio Massa dijo, frente a un elenco de dirigentes rurales, que no duda que el proyecto será aprobado. Puso, en su cuenta, casi la totalidad de JxC y a la gran mayoría del FdT, tal como expuso Alberto Fernández en una conferencia de prensa desde Barbados donde aceptó que el apoyo del oficialismo sería mayoritario pero no unánime.

PI

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