Rodolfo Barra, el regreso de un hiper menemista que tuvo que renunciar por su pasado nazi

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El 10 de julio de 1996, Rodolfo Barra renunció como ministro de Justicia del gabinete de Carlos Menem, acorralado por las denuncias sobre su pasado nazi. Envuelto en una fuerte pelea con el hombre fuerte de aquel gobierno, Domingo Cavallo, se había descubierto que en su juventud era un militante de la organización nacionalista y fascista Tacuara y se lo acusaba de haber participado del ataque a una sinagoga.

“Si fui nazi, me arrepiento”, dijo al explicar los motivos de su renuncia y recluirse en la actividad privada donde recaló como asesor de Aeropuertos 2000 Eduardo Eurnekian. Allí claro conoció a un joven que 27 años después lo devolvería a la vida pública, Javier Milei, quien lo designó como Procurador del Tesoro.

La DAIA, por entonces en manos de Rubén Beraja, “veía con grave preocupación que quienes sostienen posturas antisemitas sean designados para ocupar la función pública”. Faltaban días para que se cumpliera el segundo aniversario del atentado a la AMIA y Cavallo le reprochaba al ministro de Justicia los pocos avances en la investigación de ese ataque y del que dos años antes había sufrido la embajada de Israel.

Había también otra pelea de fondo. El ministro de Economía se negaba a pagar los juicios contra el Estado. Barra no tuvo mejor idea que acusar a su compañero de gabinete de ser un “nostálgico de la dictadura”. Se desató entonces una guerra de pasados y a los pocos días apareció una tapa de la revista Noticias que terminó `por empujar la salida de Barra. “Herr Ministro”, titula, con una foto de un joven Barra haciendo el saludo nazi.

El diario Página 12 también revelado que había participado en el ataque a una sinagoga.

Tras una reunión de Beraja con el ministro del Interior Carlos Corach, Barra tuvo que renunciar. Lo reemplazo Elías Jassam el secretario de Justicia, y de origen judío.

Pero en el medio dejó otra polémica. La llamada Ley Mordaza. El proyecto intenta poner un limite a la prensa aumentando las penas por calumnias e injurias, al mismo tiempo proponía que la ley anticorrupción prohibiera publicar las declaraciones juradas de bienes de los funcionarios. Además también autorizaba a la policía a realizar requisas sin autorización judicial.

Barra, quien siempre se definió como hiper memenista, había llegado al gobierno en el primer gabinete, el de 1989, como viceministro de Obras Públicas, donde secundó a otro hombre clave de la futura administración libertaria, Roberto Dromi, el padre de las privatizaciones. En el puesto duro poco, hasta 1990, cuando fue nombrado para un cargo mucho más estratégico: juez de la Corte Suprema de Justicia. Desde allí se encargó de defender los intereses del Gobierno en cada una de las sentencias del máximo tribunal. Pero el puesto tuvo que quedar vacante en 1994, cuando paso a manos del radicalismo, parte del acuerdo entre Menem y Raúl Alfonsín por el Pacto de Olivos.

Casado con Lidia Barbieri, la madre de sus tres hijos y a quien conoció cuando era un joven militante de Tacuara, Barra es también un católico del Opus Dei.

MG