Pasadas las tres la tarde, Diego Santilli levantó la mano derecha frente al Presidente Javier Milei y juró como ministro del Interior. La ceremonia fue breve —no llegó a los diez minutos— y sin discursos, pero cargada de significados políticos. El exdiputado del PRO asumió formalmente la cartera encargada del vínculo con los gobernadores, en un Salón Blanco colmado por funcionarios, dirigentes aliados y referentes libertarios.
En primera fila estuvieron Karina Milei, el jefe de Gabinete Manuel Adorni y los primos Martín y Eduardo “Lule” Menem, además de Cristian Ritondo, Guillermo Montenegro, Diego Valenzuela y el armador bonaerense Sebastián Pareja. También asistió toda la plana mayor de Las Fuerzas del Cielo, el espacio que responde a Santiago Caputo y que mantiene una presencia determinante en el gobierno libertario. Tras la jura, Santilli se fundió en un abrazo de tres con Ritondo y Montenegro, en una postal que mezcló pasado PRO y presente libertario.
El acto funcionó como la síntesis de una nueva etapa. En la práctica, Santilli llega para ocupar el lugar que dejó vacante Guillermo Francos tras su salida del Gobierno y para consolidar la estructura que Karina Milei tejió en los últimos meses: una mesa de poder integrada por Adorni, los Menem y ahora el propio “Colo”. El objetivo inmediato es político y legislativo: construir los acuerdos necesarios con los gobernadores para aprobar en diciembre el paquete de reformas que Milei considera vital para sostener su programa económico.
Sin embargo, horas antes de jurar, Santilli enfrentó la primera prueba de su gestión: un reacomodamiento interno del gabinete que puso en tensión el alcance real de su poder. El Gobierno confirmó que Migraciones pasará a depender del Ministerio de Seguridad, que conduce Patricia Bullrich, mientras que está en veremos lo que vaya a suceder con el Registro Nacional de las Personas (Renaper).
El pedido para recuperar el Renaper –luego de que figurara en el Boletín Oficial su traspaso a la órbita del Miniterio de Seguridad– lo hizo el propio Santilli, que amaneció con el vaciamiento de la cartera sin haber sido notificado previamente sobre las modificaciones. Si bien desde antes de la elección —cuando el ministerio todavía estaba en manos de Lisandro Catalán— se habían previsto ajustes en el organigrama, el exdiputado del PRO se enteró del traspaso de áreas recién este martes a la mañana. Según pudo saber elDiarioAR, ni el Presidente ni Adorni, le habían informado de los cambios, que se habrían gestado en silencio durante el fin de semana.
La voluntad de Santilli de mantener el Renaper fue interpretada dentro de la Casa Rosada como una búsqueda de equilibrio. No solo porque el organismo tiene peso territorial y simbólico —por allí pasan los documentos, los padrones y buena parte de la logística electoral—, sino porque le permite al flamante ministro conservar una herramienta de gestión política clave, en un contexto donde el resto de su cartera quedó acotado.
Tras la jura, el diputado Cristian Ritondo dejó una definición que sonó a advertencia y, de paso, a mensaje interno dirigido a Patricia Bullrich, la principal beneficiaria del reordenamiento. “Ojalá Diego tenga todos los instrumentos que tiene que tener un ministro del Interior”, deslizó ante los periodistas acreditados, aludiendo al reparto de áreas dentro del gabinete.
Enseguida mencionó el punto más sensible de la disputa: el Renaper. “En la dictadura lo manejó Seguridad con la Policía Federal, y volvió porque siempre se dijo que era un tema de uso civil, porque hay datos muy sensibles para proteger”, apuntó Ritondo. Y cerró: “Para mí, el Renaper tiene que quedar en Interior. Es una discusión de fondo, que en la democracia se saldó hace mucho tiempo”.
Reordenamiento interno
La definición llegó en medio de un movimiento más amplio. Bullrich —que dejará el ministerio en diciembre para asumir su banca en el Senado y será reemplazada por Alejandra Monteoliva, su colaboradora— ampliará su estructura con la incorporación de Migraciones, un área tradicionalmente ligada a Interior. Al mismo tiempo, el jefe de Gabinete, Manuel Adorni, también amplió su radio de acción: la Secretaría de Turismo, Deportes y Ambiente, hoy a cargo de Daniel Scioli, pasará a depender de la Jefatura de Gabinete.
Paradójicamente, los cambios se dieron en las mismas horas en que, dentro del Gobierno, se analizaba sumarle competencias a Interior para darle a Santilli más peso en la negociación con las provincias. Circulaban versiones que proponían transferirle Transporte, Obras Públicas y Vivienda —hoy bajo el control del ministro de Luis “Toto” Caputo—, en un intento por dotarlo de “fierros” para el diálogo federal. El tablero, sin embargo, se movió en sentido inverso.
Con la jura consumada, Santilli se dispone a retomar la ronda federal que comenzó la semana pasada. Tras recibir este lunes a los gobernadores Marcelo Orrego (San Juan) y Martín Llaryora (Córdoba) en la Casa Rosada, en los próximos días prevé encuentros con Gustavo Sáenz (Salta) y otros mandatarios aliados, antes de cerrar el mes con una foto conjunta con los gobernadores firmantes del Pacto de Mayo. En la Casa Rosada valoran su estilo de negociación y su tono moderado. “Es un tipo que habla con todos”, lo definió un funcionario cercano a Karina Milei.
La ceremonia de este martes no fue solo un acto administrativo: fue el inicio de un reacomodamiento. Mientras Karina Milei consolida su control político y Adorni asume poder de gestión, el flamante ministro del Interior asoma como el encargado de tejer la gobernabilidad. Un equilibrio inestable que, como todo en la era Milei, podría cambiar en cualquier momento.
PL/CRM