Fue la primera vez que se vieron las caras desde que Cristina Fernández de Kirchner fue detenida. La expresidenta y Axel Kicillof venían arrastrando una guerra fría desde hace más de un año, y no fue hasta que las elecciones bonaerenses cambiaron las expectativas que acordaron encontrarse en San José 1111. No hubo foto de la cumbre, pero ambos decidieron mostrarse conformes para afuera. Un mensaje, un principio de tregua en un peronismo roto. Nada ordena más que la perspectiva de la victoria.
El peronismo todavía estaba festejando el escándalo de las coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad cuando explotó lo de José Luis Espert. Atónitos, extasiados, fueron observando como gran parte del Gobierno le soltaba la mano y Espert entraba en un raid de contradicciones y desmentidas que desembocaron, finalmente, en un video en el que, a oscuras y leyendo un discurso escrito por Santiago Caputo, admitía que había recibido los 200 mil dólares. Más de uno quiso brindar con champagne.
“Esto los hace mierda”, coincidían, triunfantes, en las distintas terminales del peronismo bonaerense. Gran parte de la elección de Fuerza Patria se juega en lo que ocurra en Provincia de Buenos Aires: si el resultado de septiembre se repite en octubre y el peronismo le saca más de 10 puntos a Milei en PBA, Kicillof y CFK están convencidos de que será muy difícil para Javier Milei compensar la pérdida de votos con victorias en el resto del país.
Aún ganando en Entre Ríos, Chaco, Ciudad de Buenos Aires y Mendoza. Aún haciendo una muy buena elección en Córdoba. Si Milei no achica la distancia a cerca de cinco puntos en PBA, advierten en el comando de campaña del peronismo, será muy difícil para La Libertad Avanza celebrar una victoria el lunes siguiente.
“Es lo mismo que pasó con Karina. Esto nos sirve más que nada porque impide que el Gobierno pase a la ofensiva, los pone en un lugar incómodo y les impide convencer a los que no fueron a votar”, reflexiona un funcionario bonaerense con asiento en la mesa de campaña. Para ganar en PBA, el peronismo necesita dos cosas: consolidar el voto propio de septiembre y, a su vez, evitar que Milei recupere los dos millones de votos que perdió desde 2023.
Para consolidar el voto es que Kicillof recorre, junto a Jorge Taiana y gran parte de Fuerza Patria, toda la Provincia. Para consolidar el voto es que los lanzallamas del kicillofismo y del camporismo bajaron los decibeles de la interna y guardan silencio mientras el enemigo comete errores. Para consolidar el voto es que CFK y Kicillof se reunieron, después de cuatro meses de tensión acumulada, en el departamento de la ex presidenta.
“Hay que empezar a ordenar el peronismo, y la victoria ayuda”, explican cerca de Cristina, quien envió un mensaje interno de que la reunión había sido “buena”. Lo mismo Kicillof, que entendió que, luego de independizarse de CFK, de forzar el desdoblamiento electoral y emprender su aventura autonomista, había llegado el momento de reunirse con su exjefa política.
“No se podía emprender la campaña sin saldar el hecho que Axel no iba desde que estaba presa”, admite un dirigente del kicillofismo y repite, sin saberlo, lo mismo que dicen en La Cámpora: “La campaña ordena, y la victoria, de volver a ganar, mucho más”.
El kicillofismo y La Cámpora observan, por primera vez, que una victoria en octubre es posible. Para el Movimiento Derecho al Futuro (MDF), una victoria en octubre significará una legitimación del liderazgo de Kicillof y la posibilidad de encarar la carrera presidencial con la legitimidad de las urnas. Para el cristinismo, en cambio, una victoria en octubre es sinónimo de porotos en el Congreso: CFK tiene una calculadora en la cabeza, e insiste que el objetivo tiene que ser sumar la mayor cantidad posible de diputados a partir de diciembre.
Ambos, a su manera, buscarán comenzar a delinear el perfil opositor de los próximos dos años. Pero llegaron a un acuerdo: esta disputa no empezará hasta el lunes 27 de octubre, el día después de las elecciones de octubre.
Los vendedores del triunfo
Mientras CFK y Kicillof deshielan su relación, el massismo se mueve nervioso. En el Frente Renovador hay cierto escepticismo sobre el impacto del escándalo de Espert y la supuesta caída de la imagen de Milei en las provincias. Observan el triunfalismo del kicillofismo, y refunfuñan: “Nos van a romper el orto y nosotros estamos haciendo todo mal”, murmura un referente del massismo.
Las encuestas que llegan a las oficinas de la Avenida Libertador presentan un escenario sombrío. Una de las consecuencias de la unidad atada con alambres que es Fuerza Patria es que cada una de las tribus -el cristinismo, el kicillofismo y el massismo- tienen sus propios equipos de comunicación que se reúnen, de vez en cuando, en mesas electorales para debatir los ejes de campaña y poner en común los respectivos focus group. Y no siempre terminan llegando a la misma conclusión.
Según advierten en las filas del massismo, el último tracking electoral muestra que Fuerza Patria supera a LLA en PBA solo por 4 puntos. “Nos ganan en CABA, Entre Ríos, Córdoba, Santa Fe y Mendoza. En Salta también. Y con eso compensan lo que pierden en la Provincia”, advierte uno de los estrategas comunicacionales del FR. A diferencia del exitismo de muchos de los dirigentes peronistas, el massismo observa que, pese a la incertidumbre financiera y el escándalo Espert, Milei podrá celebrar una victoria el día después de la elección.
“El Gobierno tiene sobrevida. Después puede devaluar y ponerse de gorra al país, pero el ‘riesgo kuka’ existe y Milei tiene cierto margen todavía”, explican en el FR, y advierten: “Ojo con los vendedores del triunfo”. Se refiere a Kicillof, a quien ven demasiado apurado por celebrar la victoria. Una chicana que demuestra que la interna sigue ahí, latente.
El MDF, sin embargo, festeja. No paró de festejar desde la noche del 7 de septiembre.
MC/CRM