caso bÁez sosa

Día 7 del juicio: los pies de los imputados serán el eje del debate de hoy

La huella del área interna del talón de una zapatilla Cyclone es la evidencia más elocuente del ataque en patota del que fue víctima Fernando Báez Sosa. La suela quedó sellada en el rostro del chico y pertenece a Máximo Thomsen. Quedó acreditado que el rugbier la calzaba en el pie derecho la madrugada el 18 de enero de 2020, cuando sucedió el crimen. Hoy, en la séptima jornada del juicio a los ocho acusados, declarará una criminalista que explicará las similitudes entre la zapatilla y la huella en la cara de la víctima. También declarará la perito que tomó las medidas de los pies de los imputados y el que tomó la impresión plantar.

El debate lo abrirá el instructor Javier Laborde, quien completará el testimonio de ayer. Hoy se referirá a las imágenes captadas por los celulares de algunos de los imputados. Se espera una declaración de cuatro horas que se sumarpan a las dos horas de ayer, en las que se analizaron unas diez filmaciones.

Luego será el turno de María Eugenia Cariac, criminalista, que hablará sobre las similitudes entre la zapatilla de Thomsen y la huella en el rostro que presentaba la víctima. María Luján Elvira Molina fue la que tomó las medidas de los pies de los imputados, y Haydeé Almirón, que comparó el dibujo de las suelas de los calzados secuestrados a los imputados con la huella hallada en el rostro de la víctima, hablarán al Tribunal.

Está previsto que Graciela Sosa y Silvino Báez, los padres de Fernando, presencien las declaraciones en la sala de audiencias del primer piso de los tribunales, como ocurrió durante las jornadas anteriores. Los ocho imputados -Máximo Thomsen (23), Enzo Comelli (22), Matías Benicelli (23), Blas Cinalli (21), Ayrton Viollaz (23), y Luciano (21), Ciro (22) y Lucas Pertossi (23)- también estarán presentes, como lo hicieron cada día desde que empezó el debate. les imputan el delito de homicidio agravado. La pena podría ser a perpetua.

La historia de la zapatilla de Thomsen

Hubo un dato revelador la semana pasada. Mariano Vivas, uno de los policías que allanó el chalet que alquilaban los imputados, dijo que “Thomsen manifestó que era de Pablo Ventura” la zapatilla marca Cyclone negra con suela blanca y manchada con sangre que habían encontraron en la casa. A esa declaración, le agregaron que Ventura había huido en un Peugeot 208 blanco a las 7.30, es decir, tres horas antes de que los efectivos los detuvieran. El remero, un chico de la misma edad de los imputados y vecino del barrio, declaró la semana pasada. Durante el interrogatorio, le mostraron en la pantalla la zapatilla Cyclone. Le preguntaron si era suya y dijo que no. Le preguntaron, también, cuánto calzaba y respondió “49/50”. Por haberlo incriminado falsamente, Ventura estuvo tres días detenido.

Diego Duarte, el forense que hizo la autopsia sobre el cuerpo de Báez Sosa, declaró ayer. “Se destacaba una lesión de siete centímetros en el maxilar derecho, una imagen compatible con una zapatilla. Y en el mentón del lado izquierdo, un importante traumatismo producto de golpe directo”, agregó Duarte. Por ese motivo la jornada de hoy es importante: el testimonio de los tres peritos que analizaron el calzado de todos -en especial el de Thomsen, que tomaron medidas y huellas plantares-, empiezan a cerrar el círculo de prueba sobre las patadas que podrían haber matado a Báez Sosa.

Hugo Tomei, abogado defensor de los imputados, pidió al Tribunal que Duarte, el forense que aseguró que la muerte se produjo por golpes en la cabeza, quedara a disposición. Es que para la defensa el deceso no se produjo por las trompadas sino por la asistencia que Báez Sosa recibió cuando ya estaba inconsciente. Es, al menos, lo que deslizan en sus interrogatorios: si las maniobras de reanimación cardiopulmonar podrían haber incidido en el desenlace fatal y cómo influyó la mediatización del caso en la declaración de los testigos.

VDM/