Vivir con coronavirus

Un año de Covid-19 en la Argentina: cuatro casos confirmados por minuto, más de 50.000 muertos y una vacunación más lenta que la anunciada

Fue a la tarde. Los canales de noticias lo anunciaron casi al unísono. Después de síntomas que habían parecido pero finalmente no habían sido, el 3 de marzo de 2020 se confirmó el primer caso de CoVid-19 en la Argentina. Era un empresario textil argentino que había vuelto de Europa en un vuelo de Alitalia y que había tenido síntomas apenas aterrizó en Ezeiza: estuvo aislado en la Clínica y Maternidad Suizo Argentina y en el Sanatorio Agote. En la clínica, el “paciente cero” preguntó si podía comer sushi. En Twitter, cuando se supo que Claudio Ariel P. había viajado en primera clase y que vivía en Puerto Madero, hubo chistes sobre que el Covid-19 era una enfermedad de clase alta.

Pasaron 365 días desde ese PCR positivo: en la Argentina, según el Ministerio de Salud de la Nación, se confirmaron hasta este martes 2.118.676 casos de ese virus pandémico. Es, con una base de 44 millones de habitantes, un caso cada 22 personas. Se trata sólo de los casos que fueron diagnosticados a través de un testeo: la cantidad total, contemplando asintomáticos y sintomáticos no identificados como Covid-19, es mayor y, por definición, no está registrada. Los casos confirmados en la Argentina representan el 1,86% del total global de contagios, según cifras del mapa global de Covid-19 de la Universidad Johns Hopkins, de Estados Unidos: Argentina ocupa el 12° puesto en el conteo de casos que lleva esa institución.

Desde el “paciente cero” hasta el informe de este martes, murieron por Covid-19 52.192 personas en el país. La primera murió el 7 de marzo del año pasado en el Hospital Argerich: fue el primer caso mortal de toda Latinoamérica y su diagnóstico llegó después de su fallecimiento. Según el observatorio global Our World in Data, en la Argentina se produjeron 1.152 muertes por esta causa por cada millón de habitantes. Ese índice ubica al país por debajo de Estados Unidos, el Reino Unido, España, Italia, Francia, Perú, México y Brasil en cuanto a muertes por millón, y por encima de Chile, en donde fallecieron 1.080 personas por cada millón de habitantes. En el seguimiento de la universidad norteamericana, la Argentina tiene 12 países por encima en cuanto a la cantidad total de personas que murieron por Covid-19.

En este año, los argentinos aprendieron qué quieren decir las siglas ASPO y DISPO, y le encontraron un apócope al aislamiento: cuarentena. Los que tienen el Covid-19 más metido en la vida cotidiana, probablemente por su trabajo, aprendieron para siempre que AstraZeneca se escribe así, con la Z mayúscula y todo junto.

Ginés González García, el ministro de Salud al que Alberto Fernández le había tomado juramento el día de su asunción, tuvo que renunciar. Fue después de que se revelara que, en la cartera -y el edificio- a su cargo se había montado un vacunatorio de privilegio en medio de la escasez de dosis que padecen la Argentina y el mundo. El Monitor Público de Vacunación que instauró Carla Vizzotti, que reemplazó a quien había sido su jefe al mando de la cartera sanitaria, da cuenta de que ya se aplicaron 1.179.524 vacunas contra Covid-19. Contrasta con lo que el Presidente había asegurado: que en enero se aplicarían 5 millones de dosis. Hasta este martes, sólo 306.177 personas recibieron las dos dosis que corresponden para completar la vacunación.

Según el monitoreo de la Universidad Johns Hopkins, la Argentina vacunó de forma completa al 0,66% de su población. En la región, Brasil alcanzó el 0,91%, México el 0,44% y Chile el 0,30% . Estados Unidos completó la vacunación del 7,78% de sus habitantes, Francia, del 2.36%, España, del 2,70% e Italia, del 2,33%. En total, se vacunó de forma completa el 0,71% de la población global: la Argentina se ubica cerca de ese índice. A la vez, esa cifra mundial amortigua accesos desiguales: en Sudáfrica las dosis alcanzaron al 0,12% de la población, y en Israel, al 38,7% de sus habitantes.

“Se cumple un año desde que se diagnosticó el primer caso. Probablemente tuvimos casos antes y no lo supimos, porque en ese momento la definición de caso sospechoso era distinta a la actual, se sabía menos”, dice Florencia Cahn, médica infectóloga y parte del comité de expertos convocado por el Ministerio de Salud de la Nación ante la pandemia.

“La cuarentena temprana se decidió porque había una gran necesidad de fortalecer el sistema de salud. La más estricta duró entre 3 y 4 semanas, aunque dicen que fue la cuarentena más larga del mundo”, suma Cahn. En rigor, en el caso del AMBA, donde se concentra el mayor número de casos del país, el aislamiento social preventivo y obligatorio (ASPO) empezó el 20 de marzo de 2020 y se levantó el 6 de noviembre, cuando se estableció el distanciamiento social preventivo y obligatorio (DISPO).

La pandemia evidenció cosas que ya pasaban, como el pluriempleo de trabajadores de salud y docentes. También el egoísmo de algunas personas, y la solidaridad de muchas, como los que ayudan a adultos mayores o los que pusieron el cuerpo para los ensayos

El objetivo principal del ASPO se cumplió, porque se pudo preservar el sistema de salud, pero de todos modos el número de casos y muertes fue mayor de lo deseable, por eso es difícil hablar de una estrategia exitosa. En la Argentina la curva no se comportó con picos y valles, sino con mesetas de distintas escalas. Hoy la meseta oscila alrededor de los 5.000 casos diarios. En comparación con los casi 15.000 casos diarios es una situación mejor, pero sigue siendo un número alto, y hay más de 100 fallecidos por día, que es mucho. Todavía falta para decir que estamos bien”, evalúa la infectóloga.

Según Cahn, “la pandemia evidenció cosas que ya pasaban, como el pluriempleo de los trabajadores de salud y de los docentes. También mostró el egoísmo de algunas personas, y la solidaridad de muchas, como voluntarios que ayudan a adultos mayores o los que pusieron el cuerpo para los ensayos de las vacunas”.

“Hay que entender que nadie se salva solo”, dice la infectóloga: es una frase que el Presidente usó varias veces en relación a la pandemia de Covid-19. “Al principio de todo esto parecía que la grieta se iba a dejar de lado, pero la política siempre mete la cola, y cuando se mete en lo sanitario nada bueno puede resultar de eso”. Consultada por el impacto del vacunatorio VIP montado en el Ministerio de Salud desde el que fue convocada, responde: “Aunque cuantitativamente no se trata de muchas dosis, pasó lo que no tenía que pasar. Es un hecho repudiable, no se puede defender lo indefendible. Pero hay que separar lo que pasó de las vacunas: las vacunas no se manchan, y van a ser la estrategia sanitaria que nos va a permitir empezar a terminar con la pandemia”.

“Por como vienen los números de vacunación y las dosis que se traen al país, deberíamos llegar con la mayor parte de la población de adultos mayores y de riesgo ya vacunada. Son unas 10 millones de personas”, sostiene Cahn. Pasó un año desde el primer caso confirmado y 63 días desde que se aplicó la primera dosis en la Argentina: de esa población que debe estar vacunada, sólo 873.347 personas recibió al menos la primera dosis.

JR