Cómo cuidar el corazón en tiempos de COVID
Tener un corazón sano es esencial y aún lo es más durante estos meses en los que el COVID hizo acto de presencia. A principios de marzo poco se sabía sobre cómo podía afectar esta enfermedad a personas con algún problema cardíaco u otras afecciones médicas. Pero poco a poco va apareciendo más información. Mientras tanto, lo que parece claro es que llevar un estilo de vida saludable para el corazón puede ayudar a prevenir y sobrellevar el coronavirus.
Cómo afecta el COVID a una persona con enfermedad cardiovascular
Cuando una persona contrae el virus, la lista de posibles problemas relacionados con el corazón es larga. Según un artículo publicado en Nature Medicine, el COVID contribuye a provocar latidos cardíacos irregulares, inflamación del músculo cardíaco, reducción del flujo sanguíneo al corazón y muerte cardíaca súbita.
Y, pese a que el riesgo de infección parece que no es mayor en las personas con alguna patología cardiovascular, “el coronavirus sí complica la situación clínica de pacientes con antecedentes de insuficiencia cardíaca, algún problema coronario o determinadas patologías pulmonares”, admite la Dra. Petra Sanz, jefa del Servicio de Cardiología de los hospitales universitarios Rey Juan Carlos de Móstoles e Infanta Elena de Valdemoro, ambos pertenecientes a la red sanitaria pública de la Comunidad de Madrid.
Cuando el virus entra en el cuerpo, daña los pulmones y provoca una respuesta inflamatoria que ejerce presión sobre el sistema cardiovascular al infectar los pulmones y, por tanto, disminuye los niveles de oxígeno en sangre. Además, los efectos inflamatorios del virus hacen que la presión arterial también disminuya. Todo esto junto hace que el corazón tenga que latir más rápido y con más fuerza.
Nunca ignores los síntomas
Nunca ignores los síntomas de un ataque cardíaco, accidente cerebrovascular u otra afección que deba tratarse en una sala de emergencias. Los hospitales y el personal sanitario han aprendido mucho sobre cómo tratar a los pacientes en los últimos meses. Por tanto, las personas no deben quedarse en casa y esperar a que las cosas mejoren. Deben buscar ayuda porque el lugar más seguro para estar si se tiene un ataque cardíaco o un derrame cerebral es el hospital.
Durante las semanas de mayor impacto de la pandemia se produjeron entre un 40-50% menos de ingresos por infarto de miocardio y otras enfermedades cardiovasculares. Algo que, según Sanz, se relaciona con “el miedo a contagiarse al ir al hospital” y que conduce a un empeoramiento en el pronóstico y la demora del tratamiento y, en consecuencia, una peor evolución fruto de un control deficiente.
De ahí que los expertos insistan cada vez más en la importancia de no demorar la visita al hospital ante cualquier problema o síntoma que nos haga sospechar. Cada minuto cuenta. Como recuerda también la Sociedad Europea de Cardiología (ESC, por sus siglas inglesas), los hospitales hacen todo lo posible para tratar a las personas en un entorno aislado y seguro. En la misma línea se manifiesta el Dr. Koldo Villelabeitia, jefe del Servicio de Rehabilitación del Hospital Universitario Infanta Elena, que por ello insiste en que “los pacientes son el centro de nuestra atención y nuestro deber es trabajar para que tengan una vida lo más cardiosaludable posible”.
Los tres factores clave para cuidar la salud cardiovascular
Como hemos visto en los últimos meses, la tecnología ha jugado un papel decisivo en la atención sanitaria, y la rehabilitación cardíaca no es una excepción. Para el doctor Ignacio del Villar, jefe del Servicio de Rehabilitación del Hospital Universitario Rey Juan Carlos, estos cambios se han encaminado a mejorar la calidad de vida, el control de los factores de riesgo, aumentar el bienestar psicológico, la supervivencia y favorecer la reincorporación de los pacientes a su vida.
La clave está, para los expertos, en ofrecer un servicio personalizado en el que destaca la actividad física, sobre todo aeróbica, un mínimo de 45-60 minutos cinco días a la semana, siempre bajo el control del especialista. Igual de importante es la nutrición y llevar una dieta cardioprotectora que ayude a reducir la morbilidad y la mortalidad cardiovascular. Y, por último, pero no menos importante, es fundamental cuidar los efectos psicológicos relacionados con la COVID y las enfermedades cardiovasculares.
En este sentido, los efectos de la pandemia se han traducido en una nueva forma de percibir el mundo exterior que en ocasiones puede llevar asociados efectos como ansiedad, tristeza, enfado o impotencia. Esto, si no se trata de forma adecuada, a la larga puede generar estrés y, en consecuencia, aumenta el riesgo de sufrir o empeorar una enfermedad cardiovascular.
Como recuerdan los expertos, la única manera de prevenir la COVID es la prevención. Mientras continuamos adaptándonos a la nueva situación es muy importante no bajar la guardia y apegarse a las acciones más simples que conocemos: mantener la distancia física, lavarse las manos con frecuencia y usar mascarilla.
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