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La estrategia de vacunación en Reino Unido y la obsesión del ministro de Sanidad con una película

El ministro de Sanidad británico, Matt Hancock, en un centro de vacunación en Epsom, Reino Unido. EFE/EPA/ANDY RAIN

Archie Bland

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Reino Unido está atravesando un nuevo confinamiento y el número total de muertos por coronavirus ya supera los 100.000. Pero hay un motivo para el optimismo y es la eficacia del programa nacional de vacunas, el más rápido del mundo. Este miércoles, el país superó el umbral de diez millones de personas vacunadas con la primera dosis, es decir, un 15% de la población. La mayoría son personas de más de 70 años y trabajadores sanitarios.

Además del buen trabajo del Servicio Nacional de Salud (NHS, por sus siglas en inglés) y de Kate Bingham, la exjefa del grupo de trabajo de vacunas, acaba de salir a la luz otro inesperado motivo del éxito: la obsesión del ministro de Sanidad, Matt Hancock, con Contagio, una película protagonizada por Matt Damon sobre un virus originado en los cerdos.

Según la información de la cadena Sky News, en los primeros días de la crisis el ministro recordaba constantemente a sus asesores el ejemplo de Contagio, la película de Steven Soderbergh estrenada en 2011 y considerada por muchos como un análisis premonitorio de la forma en que se desarrollaría una pandemia mundial. En particular, Hancock quería que su equipo tuviera en cuenta lo que dice la película sobre las dificultades de la competición internacional en un suministro de vacunas limitado para garantizar que Reino Unido iba por delante.

La escena de la lotería

“Se refería constantemente al final de la película”, dijo a Sky News un antiguo asesor del Departamento de Salud y Asistencia Social. “Desde el principio fue siempre muy consciente, en primer lugar, de que la vacuna era verdaderamente importante, y en segundo lugar, de que cuando se desarrollara una vacuna veríamos una pelea global tremenda por hacerse con ella”.

A Hancock le llamó especialmente la atención la escena de una lotería para racionar el suministro basada en las fechas de nacimiento. No porque pensara que así habría que diseñar la política de reparto sino como una indicación de lo escasa que sería la vacuna.

“No es que él pensara que iba a producirse esta competición sólo por haber visto Contagio”, explica una fuente al Guardian. “El trabajo puesto en marcha en Reino Unido para tener una vacuna no se basó en absoluto en el modelo epidemiológico de una película, pero era un ejemplo ilustrativo; él decía 'todos hemos visto Contagio, ¿verdad?’, era útil”.

“En gran parte se trataba de inyectar una dosis de realidad y de realpolitik”, dice la fuente. “Esto no va solo de la ciencia que hace falta para desarrollarla, también es un asunto de suministro y compra, cosas que tienen que ver con la política y con la naturaleza humana”.

El ministro explicó este miércoles en una entrevista que la película le inspiró, por ejemplo, para empujar por la compra de 100 millones de dosis de la vacuna de AstraZeneca y la Universidad de Oxford, en lugar de 30. Reino Unido, que aprobó la primera vacuna antes de que ningún otro país occidental, el 2 de diciembre, está vacunando ahora con ésta y con la de Pfizer. Es uno de los países del mundo que más dosis ha comprado o reservado por habitante.

El interés de Hancock es “obviamente bastante gratificante”, dice Ian Lipkin, el principal consultor científico de la película y director del centro especializado en inmunidad y contagios de la Universidad de Columbia. “La idea era tratar de informar a la gente sobre lo que tenía que prever”. 

Pero el mensaje para el que Lipkin colaboró con el guionista Scott Burns no era promover el nacionalismo de las vacunas sino alertar de sus peligros. “Tenemos que vacunar a todo el mundo, no hay ninguna duda al respecto”, dijo. “Mientras haya una población que no se haya vacunado, es muy probable que esta cosa siga evolucionando. La gente que no entiende o no aprecia eso, no sólo es poco ética sino que además atenta contra su propio interés”.

Hancock no es ni mucho menos el primero en alertar del inquietante ejemplo mostrado en Contagio, que sigue siendo sorprendentemente pertinente con las preocupaciones actuales por la llegada de la vacuna al mundo en desarrollo.

En un momento de la película, se escucha la voz en off de un presentador de noticias: “Mientras los laboratorios trabajan sin descanso para producir la fórmula que salvará vidas, la pregunta sigue siendo: ¿quién la recibe primero?”.

Más preocupados por EEUU

El mayor riesgo para el suministro de vacunas en Reino Unido parece provenir ahora de la Unión Europea, que ha tenido problemas para asegurar sus suministros y la semana pasada recurrió momentáneamente a una cláusula del acuerdo del Brexit para imponer controles a la exportación de vacunas a Irlanda del Norte (después dio marcha atrás). Pero la principal preocupación de Hancock era la posible amenaza que venía del otro lado del Atlántico, con un presidente cuyo comportamiento era decididamente imprevisible.

“Hancock solía advertirnos de que teníamos que tener nuestras propias cadenas de suministro”, explica la fuente. “Gran parte de esto de garantizar las vacunas y de tener cadenas de suministro con sede en Reino Unido tenía que ver con una ligera inquietud por lo que podría hacer Donald Trump”.

A pesar de su advertencia sobre el nacionalismo de las vacunas, Lipkin dice estar aliviado de que Contagio se haya convertido en una referencia para explicar la crisis, y no algunas de las películas predecesoras. “Hicimos la película así porque, ya se sabe, las películas sobre virus son de zombis devoradores de carne y esas cosas”, dice.

De hecho es un alivio saber que esa fue la referencia de Hancock y no la película Estallido (Outbreak). En esa cinta de 1995, protagonizada por Dustin Hoffman, una madre reconoce a un mono contagiado (interpretado por Marcel, el mono de la serie Friends) tras ver una fotografía y compararla con un dibujo de su hijo, que se ha hecho amigo del animal. El niño termina persuadiendo al mono para que salga y el personaje interpretado por Cuba Gooding Jr. pueda dispararle un dardo tranquilizante. Hoffman entonces extrae la sangre del mono para hacerle una transfusión de “antisuero” a su ex mujer enferma después de escapar de un general enloquecido en una persecución con helicópteros.

De momento, no hay pruebas de que Hancock haya animado a sus asesores a disparar a ningún animal. “Intentamos basar nuestra película en la mejor ciencia que pudimos encontrar”, dijo Lipkin. “En Outbreak ni siquiera acertaron con el mono”.

Traducido por Francisco de Zárate

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