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David Correa / Jujuy —
5 de marzo de 2022 01:07 h

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Durante dos horas el tiempo se detuvo en Maimará, Jujuy, en el corazón de la Quebrada de Humahuaca, por el desentierro del carnaval de la comparsa Cerro Negro que se realizó a los pies de un cerro, en un anfiteatro natural inmenso que está a metros de la estratégica ruta nacional 34. Bajo un ardiente sol el lugar se transformó en un caldero humano del que participaron 15.000 personas que volvieron a reunirse después del freno de la pandemia.

Desde las tres de la tarde y como hormiguitas, este domingo 27 de febrero, miles de jujeños, tucumanos y salteños, en su mayoría, más cordobeses, santafesinos, porteños y de otros lugares, caminaron desde la pequeña plaza del pueblo hacia el oeste, pura subida, hasta el lugar en donde desde hace 62 años la Cerro Negro realiza la esperada ceremonia. Excepto en 2021 y por la pandemia, cada año recibe a más turistas, curiosos y promesantes que bajan desde escondidas quebradas a celebrar esta fiesta única que hunde sus raíces en la historia de los pueblos originarios.

Federico Tolay, de Palpalá, no duda: “Esto es único, por eso vienen tantos hermanos argentinos a participar, es un respiro en medio de tantas cosas por las que estamos un poco tristes, como la pandemia. Hoy se festeja, es emocionante”.

No es casual que la UNESCO haya declarado en 2003 a la Quebrada de Humahuaca Patrimonio Cultural de la Humanidad. Febrero huele a albahaca en sus 155 kilómetros de extensión y el carnaval es esperado durante todo el año porque antiguas costumbres han sobrevivido al paso del tiempo. En Volcán, Tumbaya, Purmamarca, Maimará, Tilcara, Huacalera, Uquía y Humahuaca, que van desde los 2.000 a los 3.000 metros sobre el nivel del mar, el sonido que se impone es el de las comparsas. Acompañados por anatas, erkes, sikus, trompetas e instrumentos de percusión, sus miembros cantan a toda hora la copla anónima: “Por fin llegaste carnaval lleno de flores / por fin llegaste carnaval lleno de flores / echando talco y misturas de mis amores”. Y así se abre así la etapa más feliz del año.

Esta festividad es un proceso para quienes viven en la Quebrada de Humahuaca, Un proceso que arrancó el 8 de febrero con el Jueves de Ahijados, siete días después fue el Jueves de Compadres, días más tarde el Jueves de Comadres y todo se corona con el Domingo de Desentierro del Diablo del Carnaval. “Estos jueves son importantes porque nos van preparando para lo más importante, esos días se homenajea a sus protagonistas y se realizan encuentros. Si de verdad uno quiere entender de qué se trata el carnaval, tiene que comprenderlo como un proceso que va preparando el espíritu, no es sólo un domingo festivo”, explica a elDiarioAR Lorena Tolay.

A las cuatro de la tarde no había lugar alrededor del mojón ceremonial ni en el anfiteatro natural, todos atentos mirando hacia lo alto del cerro esperando la bajada de los diablos que daría nicio al momento más esperado de la fiesta. Parado sobre el montículo de piedras, mientras tanto, Jairo Wayar, uno de los miembros más destacados de la comparsa agitaba la previa mostrando los distintivos 2022, la nueva bandera, regalaba talco, serpentina y papel picado, y hacía cantar coplas pícaras que encendían las gargantas. El aire se volvía blanco talco. A esa altura, apenas se distinguían las identidades de los que estaban más cerca, bañados en talco y falsa nieve.

“Qué les parece señores / que haya llegado el carnaval / somos de la Cerro Negro / la Cerro Negro del corazón”, cantaban.   

Hubo casi un delirio cuando Jairo hizo subir al mojón a Laura Cruz, presidenta de la comparsa. Entre los dos sacaron de las entrañas del montículo de piedras cuatro diablos previamente escondidos. Este momento marcó el inicio oficial a una semana de pura fiesta en la que, de acuerdo a la tradición, se liberan los deseos reprimidos y por eso se bebe, baila y se hace lo que se desea. “Los preceptos morales se dejan de lado y el Pujllay (el Diablo) se pasea entre nosotros sin pedir permiso”, reza un dicho habitual en la Quebrada.

Cuando faltaban diez minutos para las cinco de la tarde se asomó a lo alto del cerro el Diablo Mayor. Hubo bombas de estruendo y bengalas de varios colores. Las señales esperadas. En un abrir y cerrar de ojos comenzó a bajar la diablada de 250 integrantes desde la cima del cerro. Cincuenta metros de recorrido por un estrecho camino de pura pendiente en el que los diablos y diablas saltaron y bailaron con un destreza que sorprendió, cuyo destino era llegar hasta el medio de la multitud, en donde estaba el mojón, para rodearlo con las bandas de música al rojo vivo. 

“Para quienes nos visitan es un hermoso espectáculo, comparable a lo que hacen Los Alegres, en Uquía. Pero para nosotros es una ceremonia que tiene su ritualidad. Por ejemplo, antes que llegue la multitud los miembros de la comparsa, de la banda de música y de la diablada, se acercan al mojón. Algunos piden, otros agradecen a la Pachamama, mientras otros hacen promesas, eso es muy personal. Como sea, esperamos que todos disfruten, por eso regalamos todo lo que nos donan, como el talco, la harina y el papel picado”, explica Jairo, quien agita el desentierro pero que en su vida diaria es sargento en el Servicio Penitenciario de la Policía de Jujuy.

El descenso de la diablada no dura más que quince minutos pero tiene una intensidad que pone todo en modo fiesta y emoción. La Paleta del Pintor, el mural inconmensurable a cuyos pies se encuentran el río Grande y se desarrolló Maimará, le dan un color único al encuentro. Se olvidan las penas, las tristezas se guardan y no se negocia el espíritu de algarabía y agradecimiento. El baile continuará más tarde en la plaza del pueblo y en las sedes de las comparsas.

Mientras que para los turistas todo llega a su fin bien entrada la noche, en los pueblos de la Quebrada de Humahuaca saben que aún restan el fin de semana de Entierro de Carnaval y una semana más tarde el Carnaval de las Flores. Son mucho más chicos, en ellos se eligen a las nuevas autoridades de las comparsas, se ponen en marcha los preparativos para el nuevo carnaval. Y, como es bueno que suceda, el proceso comienza de nuevo. “Por fin llegaste carnaval, lleno de flores / por fin llegaste carnaval, lleno de flores / echando talco y misturas de mis amores”.

DV

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