Investigación de la Universidad Nacional de San Martín

Femicidios en situación de trata y prostitución: el 47 por ciento de los agresores eran “clientes”

Cuando se piensa en femicidas, se piensa en los novios, maridos o familiares de las víctimas. Cuando se piensa en el lugar del crimen, las estadísticas arrojan que el hogar o la vía pública son los principales escenarios de los asesinatos. Pero, ¿qué sucede con los femicidios en trata y prostitución? ¿Quiénes las matan, por qué, dónde? Esas preguntas guiaron a las investigadoras del Programa de Estudio, Formación e Investigación sobre Trata y Explotación (PEFITE) de la Secretaría Académica de La Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) , quienes plantearon como la prostitución, al ser una forma de violencia sexista distinta a las del ámbito doméstico o conyugal, aguiza el riesgo de femicidio.

La prostitución, al ser una forma de violencia sexista distinta a las del ámbito doméstico o conyugal, aguiza el riesgo de femicidio

La investigación hecha luz a un fenómeno poco investigado en la región y en el mundo: los asesinatos cometidos contra las mujeres en situación de prostitución y trata.El estudio fue presentado en la Feria del Libro 2022 por PEFITE en el stand de la Defensoría del Pueblo. Mediante un minucioso relevamiento de los 38 femicidios (identificados en medios impresos y digitales, locales y nacionales) cometidos en la Argentina en el periodo 2015-2020, las investigadoras analizaron los puntos en común y la cobertura mediática que recibieron; dos ejes clave para comprender no solo quiénes las mataron, cómo, dónde y por qué, sino cómo sus historias fueron contadas por los medios de comunicación.

Desarrollada durante el 2020 y 2021, la investigación fue dirigida por la directora del PEFITE, Alika Kinan (la primera sobreviviente del delito de trata con fines de explotación sexual que impulsó y ganó un juicio contra sus proxenetas y el Estado), y coordinada y redactada por la doctora Esther Pineda, socióloga e investigadora en materia de femicidios. Fue integrada, además, por un grupo multidisciplinario de jóvenes de entre 21 y 24 años -Candela Fernández Casabat, Lucía Rennella, María Flores, Sofía Becce, Sol Tobía y Victoria Pinillo- comprometidas con la lucha contra la trata y prostitución.

Mediante el proceso de relevamiento y sistematización de los casos, las profesionales se aproximaron a la problemática y caracterizaron el fenómeno a partir de información clave sobre las víctimas, sus agresores, las modalidades, motivaciones y el sitio del crimen y el estatus procesal de los casos.

En el transcurso de la investigación identificaron 38 víctimas de femicidio directo por trata y prostitución entre los años 2015 a 2020. 3 de estos casos identificados fueron cometidos durante el año 2015, 10 de ellos en 2016, 5 en el año 2017, 10 a lo largo de 2018, 5 en 2019 y 5 en el año 2020.

En los registros oficiales de Argentina, la cifra de mujeres en situación de prostitución y trata víctimas de femicidio alcanza el 3,6% (del 2017 a 2019). Para las investigadoras, sin embargo, existe un sub registro de estos crímenes porque en oportunidades no son reconocidos como femicidios por las autoridades y las investigaciones se cierran rápidamente, lo que provoca que las víctimas sean revictimizadas.

14 de los casos fueron perpetrados en la Ciudad Autónoma y Provincia de Buenos Aires, dato que denotaría cómo en el ámbito urbano las mujeres tienen más riesgo de ser víctimas de femicidio en el contexto de la trata y prostitución. Le siguieron las Provincias de Santa Fe, Chaco y Neuquén, las cuales, según índices del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), alcanzan altos índices de pobreza, particularmente las ciudades de Resistencia con 52%, Neuquén con 33,5% y Gran Santa Fe con 38,6%. “Esta situación de existencia de mayores índices de precariedad en determinadas localidades podría estar favoreciendo que las mujeres sean captadas por las redes de trata, incrementando el riesgo de que sean víctimas de diversas formas de vulnerabilidad, violencia sexista y del delito de femicidio”, ilustra la investigación.

De las 38 víctimas, 35 estaban en trata -lo que equivale al 92%-, y solo en 3 de los casos existió la agravante de secuestro -lo que corresponde al 7,8% de los casos-. Este dato rompe con uno de los imaginarios más comunes de la trata de personas con fines de explotación sexual: que las víctimas son captadas únicamente mediante el secuestro y que únicamente las mujeres que son captadas de esta manera son las “verdaderas” víctimas. Para las investigadoras, existe una gran diversidad de métodos de captación y situaciones de vulnerabilidad que ponen a las mujeres en riesgo de ser víctimas de las redes de trata o que las llevan a estar en situación de prostitución.

“Para el imaginario social, la única forma en que una mujer puede ser captada por una red de trata es mediante el secuestro en una Traffic blanca”, dijo Alika Kinan a elDiarioAR. “Este imaginario tranquiliza a la sociedad: sus hijas y mujeres no correrían peligro. Pero nosotras luchamos contra esta teoría, porque los métodos de captación son cada vez más diversos e inimaginables. Los tratantes hacen uso del enamoramiento y/o de la condición previa de vulnerabilidad de las mujeres, como la pobreza”. En países donde hay un contexto económico hostil sobre las mujeres, dijo Kinan, el secuestro ni siquiera es necesario: las mujeres ‘acceden’ a la prostitución para poder sobrevivir; “no hay una iniciativa o voluntad libre, sino que son empujadas por la pobreza, la cultura, y la falta de oportunidades”.

Otro dato interesante arrojado por la investigación es que la gran mayoría de las víctimas fueron mujeres de nacionalidad argentina, una tendencia en aumento en los últimos años. Según las estadísticas del Programa Nacional de Rescate y Acompañamiento a las personas damnificadas por el delito de trata del Ministerio de Justicia, entre el 2017 a 2021, 78% de las víctimas de trata sexual identificadas -en los llamados recibidos en la línea 147- fueron de nacionalidad argentina. En el 2021, el número de las víctimas argentinas alcanzó el 92% del total. Según el PEFITE, estos datos permiten desmontar el imaginario de que la mayoría de las víctimas son mujeres extranjeras trasladadas a otros países para ser explotadas, al mismo tiempo que pone de manifiesto la gran magnitud y gravedad que esta problemática alcanzó en Argentina.

La edad promedio de las víctimas de femicidio total de Argentina en el 2020 fue de 38 años, siendo el grupo etario con la tasa más alta el de 35 a 44 años (Corte Suprema de la Justicia de la Nación). En lo que respecta al grupo etario de las víctimas de trata y prostitución, las investigadoras identificaron que la edad promedio es de 31 años. El que la mayoría de las víctimas se encontraran en edad reproductiva dio indicios de que la expectativa de vida de las mujeres es baja, o que, en concordancia con los cánones y expectativas de belleza instalados en la sociedad, la industria de la explotación sexual se sostiene principalmente en la explotación de las niñas y mujeres jóvenes, por lo cual sus cuerpos dejan de ser considerados rentables y explotables cuando superan los 45 o 50 años.

Según la investigación, 18 de los crímenes fueron perpetrados por un varón “cliente” prostituyente, en 10 de los casos el agresor fue el tratante, proxeneta o explotador sexual; en 3 de los casos el femicidio fue cometido por el secuestrador que privaba de su libertad a las mujeres para explotarlas sexualmente, 1 de los casos fue perpetrado por la pareja o expareja de la víctima y no existe información para los 6 casos restantes.

El grupo etario de los agresores va desde los 17 años hasta los 70, teniendo como edad promedio los 40 años, dato que contribuye a desmitificar los estereotipos construidos en torno a los hombres prostituyentes, quienes: “Siguen siendo asociados a hombres de avanzada edad y pertenecientes a los estratos más pobres de la población”. Al mismo tiempo, el dato mostró como la cosificación de las mujeres y la socialización de los varones para el ejercicio de la violencia sexista se inicia a muy temprana edad.

Con el fin de presionar su legalización, el discurso más fuerte frente a estos femicidios (proveniente, por ejemplo, de los sindicatos de mujeres prostituidas) tiende a mostrarlos como una consecuencia directa de la falta de regulación en las condiciones del “ejercicio” de la prostitución. Sin embargo, para el PEFITE, ya sea en hoteles, departamentos o la vía pública, las mujeres en situación de prostitución se encuentran en riesgo de ser víctimas de femicidio con independencia del lugar donde estén siendo explotadas.

“Ante la ocurrencia de estas agresiones sexistas contra las mujeres víctimas de trata y explotación sexual, pocas veces se imputa o juzga por el delito de femicidio”, aclara el informe hacia el final. La mayoría de los condenados lo fueron bajo la tipificación de homicidio simple o por homicidio agravado, y solo dos de ellos fueron condenados a cadena perpetua, lo que pone de manifiesto que si bien los crímenes cometidos contra las mujeres son en menor medida perseguidos y sancionados: “Este desinterés, negligencia e impunidad se profundiza cuando la víctima es una mujer que se encontraba en situación de trata y explotación sexual”.

Motivaciones de los agresores para la comisión del delito de femicidio de mujeres víctimas de trata y explotación sexual

Por último, las investigadoras identificaron las motivaciones para la comisión del delito que sirven para comprender más a fondo esta problemática.

“En oportunidades, los crímenes son perpetrados durante los encuentros sexuales,  ante la resistencia de estas mujeres a realizar algún tipo de práctica sexual o ante el desacuerdo en las condiciones establecidas para el encuentro sexual”, dice el informe. Ante esta situación, el agresor arremete contra la mujer con violencia letal. Otras veces, sucede tras la consumación del acto sexual y el surgimiento del temor a ser descubiertos por su entorno familiar, laboral o comunitario, es decir, cuando ven amenazados su contexto de vida tradicional, status y privilegios.

Algunas víctimas con frecuencia son asesinadas por sus tratantes y proxenetas como mecanismo para afirmar su autoridad cuando las mujeres intentan o desean salir de la explotación sexual, para evitar saldar deudas con las mujeres prostituidas, o cuando estas dejan de ser consideradas útiles y rentables por estos explotadores sexuales. Así mismo, otras víctimas son asesinadas en el contexto de la trata con fines de explotación sexual con agravante por secuestro: “Estos casos con frecuencia tienen lugar cuando la desaparición ha sido denunciada y la víctima es buscada, lo cual se realiza como último acto de agresión contra la mujer y como un medio para evadir la justicia”.

Para Alika Kinan, los femicidios en trata y prostitución desenmascaran una cruda realidad: los varones se consideran dueños de las mujeres por haberlas pagado. “Los prostituyentes no pagan por sexo, pagan por la impunidad de violar”, explicó la sobreviviente a elDiarioAR. “El femicidio es la última instancia de un cúmulo de violencias que se practican previamente sobre la mujer en situación de trata o prostitución: violencia económica, patrimonial, sexual, psicológica y simbólica”.

LR