Cáncer y psicodélicos

El Estado financiará un proyecto para tratar con hongos la depresión y ansiedad en pacientes oncológicos

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Ain Stolkiner tiene 35 años, nació en la ciudad de Córdoba, pasó la adolescencia en Nueva York y luego volvió a Argentina. Es médico clínico recibido en la Universidad de Buenos Aires -MN 173182- y ahora hace la especialización de Psiquiatría en el Hospital de Clínicas de San Martín. Hace unas semanas, el Conicet le otorgó una beca doctoral que financia el proyecto que presentó: “Los efectos de retiros de meditación en la reducción de la ansiedad y la depresión mediada por psilocibina en pacientes con diagnóstico de cáncer que pone en riesgo la vida”. La psilocibina es un psicodélico de origen natural que producen los hongos psilocibe, más conocidos como “hongos cucumelo”, cuyo cultivo, uso y venta está prohibido pero que se utiliza de manera recreativa.

Un retiro de meditación para bajar la ansiedad y la depresión tomando el activo de un hongo... ¿Cómo sería? -- pregunta elDiarioAR.

Responde Stolkiner: “Es la terapia asistida con psilocibina la que media la reducción en las mediciones de ansiedad y depresión. Lo que proponemos es una forma de refinar esta terapia usando retiros de meditación. En el retiro los pacientes van a pasar la mayor parte del día sentados, en silencio, sin hacer nada excepto mantener la atención en el aquí y ahora. No hacer nada es una aspiración, y es algo mucho más profundo de lo que puede parecer; significa dejar de desear que las cosas sean distintas a lo que son, dejar de ir, y en la medida de que quienes somos es una construcción mental activa, dejar de ser. 

Stolkiner se crio en una familia de psicólogos y psiquiatras, iba con ellos a retiros de meditación y enseñanzas budistas en Tashigar, en las sierras de Córdoba. A veces recibían a Lamas que llegaban de India y se quedaban en su casa. “Mi papá me hablaba, y lo sigue haciendo, del tipo de experiencias alteradas de conciencia que podían alcanzarse con ciertas prácticas y de sus experiencias personales con psicodélicos. Como mi mamá es psicóloga y mi papá psiquiatra, se hablaba seguido en casa sobre algún caso que estuvieran tratando. Estoy seguro de que todo esto tuvo un efecto en quien soy hoy y no es casual que me esté dedicando a estos temas”, cuenta el investigador.

La idea de Stolkiner es reunir a un centenar de pacientes oncológicos que cumplan ciertos requisitos: que lleguen por derivación y que pasen un protocolo de admisión, aprobado por el Comité de Ética del Hospital Borda, que tenga depresión y/o ansiedad (o un trastorno de ese espectro) asociado a un diagnóstico de cáncer que ponga en riesgo su vida. Las personas con antecedentes de esquizofrenia o psicosis quedan excluidos. El neurocientífico Enzo Tagliazzuchi es su director y la investigación la hará en su laboratorio, COCUCO Lab.

¿Por qué querías que Conicet apoyara tu proyecto? --pregunta elDiarioAR.

Responde Stolkiner: En 2016 me inspiró mucho un estudio que se hizo en la Universidad de Johns Hopkins donde se comprobó que se podía usar la psilocibina, un psicodélico de origen natural que producen los hongos psilocibe, para inducir experiencias de tipo místicas con fines terapéuticos. Vieron que de esta manera en la mayoría de los casos podían llevar a la remisión la depresión y/o ansiedad en pacientes oncológicos. Nuestro objetivo es replicar este estudio en la Argentina y mejorar el protocolo aún más para potenciar los beneficios y reducir los riesgos que de por sí son bajos. Nuestra hipótesis es que podemos lograr esto agregando retiros de meditación de silencio previos a la sesión con psilocibina.

Está previsto que la investigación arranque el mes que viene. Pero Stolkiner y equipo deben terminar antes una serie de trámites. Sucede que para traer la droga de Estados Unidos necesitan el aval del Ministerio de Salud y ANMAT. La psilocibina es, por lo pronto, una de las sustancias más controladas del mundo. Él trabajará con la psilocibina pura, previamente sintetizada en un laboratorio y no con el hongo entero, por varios motivos. Una es que como los hongos no son iguales, la concentración de psilocibina varía y el estudio clínico requiere precisión, es decir, cuál es la cantidad segura y eficaz. Conicet le otorgó una beca por cinco años que le sirve para solventar parte del proyecto.

¿Cuál es, hasta el momento, la evidencia que confirma los beneficios del uso terapéutico de la psilocibina? --pregunta elDiarioAR.

Responde Stolkiner: Este tema se investiga desde mediados del siglo XX, así que hay mucha más evidencia científica de la que pueda citar brevemente. Los estudios clínicos que se hacían en la década del 50´, 60´tenian un nivel de rigurosidad distinto al que se exige hoy en día. En mi opinión la evidencia más fuerte sobre la efectividad y seguridad de la psilocibina para tratar depresión y ansiedad la aportaron las publicaciones de 2021 y 2022 en el New England Journal of Medicine, que es la revista científica más importante del mundo de medicina. Robin Carhart-Harris, el autor que publicó en 2021, vio que la psilocibina empató y en algunos aspectos le ganó al escitalopram para el tratamiento de la depresión. El escitalopram es un antidepresivo que en muchas partes del mundo se considera el tratamiento estándar para esta patología. Y en el estudio de fase 2 que salió en noviembre del año pasado en el New England Journal of Medicine, para pacientes con depresión resistente al tratamiento, observaron que una dosis alta de psilocibina (25 mg) reducía significativamente los síntomas de depresión en comparación a un placebo activo.

Conicet ya había financiado un estudio con psicodélicos. Ocurrió hace siete años cuando Tagliazzuchi, director de COCUCO Lab, junto a los investigadores Carla Pallavicini, Federico Cavanna, Federico Zamberlan y Laura de la Fuente, recorrieron con un electroencefalógrafo portátil para observar como actuaba en 35 personas la molécula N-dimetiltriptamina (DMT), una triptamina psicodélica de acción corta que se encuentra en estado natural en muchas plantas y animales. Aquí lo contó en detalle Revista Mate.

¿Qué sensaciones físicas o emocionales puede experimentar una persona que recibe un diagnóstico de cáncer? --pregunta elDiarioAR.

Responde Stolkiner: Hay aproximadamente un 40% de pacientes que cuando tienen que enfrentar un diagnóstico de cáncer que pone en riesgo la vida sufren tristeza o melancolía, pierden el placer por las cosas que solían disfrutar, a veces pierden el apetito, pueden tener dificultades para dormir, pueden sentirse lentos, sin energía, sin capacidad para concentrase y a veces hasta llegan a pensar a terminar con su propia vida. Cuando al menos cinco de estos síntomas se mantienen por dos semanas o más estamos hablando de depresión mayor. 

¿Y cómo podría acompañarlas la toma controlada de psilocibina?

El “cómo” es una pregunta importante y puede responderse de distintas formas. Desde la experiencia subjetiva de los pacientes te puedo decir que una experiencia intensa con psilocibina muchas veces les ofrece una nueva interpretación de cómo son las cosas y una renovada apreciación por la vida que tienen ahora. En los testimonios de pacientes que han tomado psilocibina y que he podido escuchar, los cambios en los síntomas de depresión tienen más que ver con una forma de sentir las cosas que de pensar.  Con este estudio clínico tenemos la posibilidad de posicionarnos desde la Argentina como líderes en la generación de conocimiento en esta área, a la altura de prestigiosos centros de referencia en el mundo. Los trastornos del ánimo como la depresión mayor están aumentando en prevalencia en muchas partes del mundo y los tratamientos que tenemos para ofrecerles a los pacientes muchas veces no son efectivos. Creo que la psilocibina tiene el potencial para ayudarnos a enfrentar esta crisis de salud mental y a entender los trastornos del ánimo desde otra perspectiva, priorizando la experiencia subjetiva del paciente como mediador terapéutico por sobre los mecanismos biológicos.  

¿Por qué ciertas sustancias de origen natural como la psilocibina siguen bajo riguroso control, aun para ser investigadas?

Las confrontaciones políticas surgidas en los años '60 respectos de los riesgos, el tabú y la desinformación terminaron en la clasificación legal de los psicodélicos como drogas de alto potencial de abuso y sin potencial terapéutico. Solo a fuerza de evidencia y publicaciones se logró desmitificar esto, sobre todo en la última década. Hoy la academia médica vuelve a ponerlas en consideración. En el caso de Argentina todavía estamos esperando del organismo competente los permisos para la importación de la psilocibina y así poder iniciar nuestro ensayo clínico. 

En la Argentina, la psilocibina parece emprender un camino similar al que hizo el cannabis hasta que su uso médico fue legalizado, el año pasado. La diferencia es que el psicodélico va más rápido. Algo más emparenta a una sustancia con otra: cuando de dolor o sufrimiento se trata, las sociedades van una paso adelante que el Estado. Para casi todas las medicinas primero se genera la evidencia de que el fármaco funciona, luego se introduce al mercado y después (y de a poco) los médico la van indicando hasta que se populariza si funciona bien. En el caso de la psilocibina, así como del cannabis, el orden está invertido; primero hubo demanda popular y uso con fines medicinales y a partir de esto se iniciaron los procesos de generación de evidencia para introducirlas al mercado.

¿Por qué no consideramos a la salud mental de la manera que consideramos la salud física? --pregunta elDiarioAR.

Responde Stolkiner: Posiblemente sea un tema cultural que tiene que ver con el materialismo y que abarca mucho más que la medicina. La salud mental es relativamente intangible y difícil de medir comparada a la salud física. La Medicina se interesa más en los “end points duros” que en los efectos de nuestras intervenciones en el bienestar subjetivo de los pacientes, así como nuestros gobiernos paralelamente se interesan más por el producto bruto interno que por mediciones de felicidad.

VDM/MG