El cambio climático multiplica las tormentas de granizo gigante y potencialmente mortal

Antonio Martínez Ron

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La tormenta de granizo que se desató el pasado 30 de agosto de 2022 sobre el municipio de Bisbal d’Empordà, en Girona, España, dejó al país con el corazón encogido. Las bolas de hielo de hasta 12 centímetros de diámetro mataron a una bebé de 20 meses y dejaron 67 heridos. Las imágenes grabadas por algunos vecinos muestran los enormes pedriscos cayendo en las piletas como una lluvia de meteoritos, una escena apocalíptica que ahora sabemos que tuvo un culpable directo: el aumento de la temperatura atmosférica producido por la actividad humana.

Un trabajo liderado por Carlos Calvo Sancho y publicado esta semana en la revista Geophysical Research Letters demuestra mediante simulaciones numéricas que la intensidad de la tormenta solo se explica por la abundante energía atmosférica y la ola de calor marino que experimentaba ese verano el Mediterráneo. Y, lo más importante, que sin el calentamiento inducido por el ser humano no se habrían formado granizos de ese tamaño, el mayor registrado hasta ahora en España y el primero en matar a una persona en las últimas dos décadas.

Más granizo gigante que nunca

“Cuando realizamos la simulación con las que serían unas temperaturas del mar normales para ese momento del año, no desaparece la supercélula que se formó sobre Girona, pero no se forma el granizo de tamaño gigante”, asegura Calvo Sancho, investigador predoctoral de la Universidad de Valladolid (UVa). “En los últimos tres años —de 2021 a 2023— tenemos los mismos eventos de granizo gigante o muy grande que en todo el periodo de 2011-2019, y a nivel europeo se está hablando de que el granizo es la amenaza más potente relacionada con tiempo severo que va a acontecer en el futuro, por los daños directos a personas, cultivos y bienes que provoca”, añade. 

Los precedentes más recientes en España son las granizadas de Mora de Rubielos, en Teruel, el 23 de julio de 2017 y de Albalate del Arzobispo, el 5 de septiembre de 2018, ambos con piedras de granizo de 10 centímetros de diámetro, que los autores de este trabajo proponen analizar para conocer si también se pueden atribuir al cambio climático y la temperatura del Mediterráneo. 

“La novedad del estudio es que es la primera vez que se demuestra científicamente una influencia del cambio climático en el granizo”, asegura Juan Jesús González Alemán, autor principal del trabajo y experto en dinámica atmosférica de AEMET. Como sucedió con el estudio que él y su equipo realizaron hace unos meses sobre la violenta tormenta que se produjo en agosto de ese mismo año sobre el Mediterráneo (un fenómeno conocido como derecho), cuando los científicos reproducían las condiciones de la era preindustrial en la simulación, el modelo daba tamaños de granizo normales, nada que ver con las monstruosas piedras que cayeron aquel día sobre la localidad de Bisbal d’Empordà. Es lo que se conoce en ciencias climáticas como un estudio de atribución de eventos extremos

La novedad del estudio es que es la primera vez que se demuestra científicamente una influencia del cambio climático en el granizo

 “Una tormenta de verano se desarrolla y a las dos o tres horas desaparece”, explica González Alemán. “Aquí, como en el caso del derecho, se dio una convección organizada en forma de una supercélula, y las corrientes ascendentes son tan fuertes que son las que más potencial tienen de dejar un granizo más grande, porque hacen que permanezca más tiempo rotando dentro de la nube y que vaya creciendo”. Lo que indican los datos, afirma el especialista, es que estas tormentas con granizo extremo serán más frecuentes y con potencial de tener un tamaño cada vez mayor. “Lo que encontramos a futuro, en los peores escenarios de calentamiento, es un aumento del tamaño del granizo de hasta el 200% en algunos puntos”, asegura Calvo Sancho. “Si seguimos así, no sería raro ver granizos de 20 cm en un futuro, cerca del límite físico que pueden alcanzar estas bolas de hielo”.

Avisos a la población 

Los autores quieren contribuir ahora a diseñar un protocolo de avisos para que, si se repiten condiciones parecidas en el futuro, los servicios meteorológicos puedan dar un aviso a la población para que se refugie a tiempo. “Es uno de los principales mensajes, porque creemos que este tipo de muertes se pueden evitar, con una alerta que llame a la gente a no salir de casa en esas horas, que es la única manera de salvarse”, explica González Alemán. “Ya ha habido situaciones el pasado verano, como la de Herrera de los Navarros, en las que se podía haber avisado del peligro de estas supercélulas”, informa Calvo Sancho. “Ahora falta la divulgación, que llegue al resto de compañeros meteorólogos para empezar a establecer un protocolo”, añade González Alemán.

Si seguimos así, no sería raro ver granizos de 20 cm en un futuro, cerca del límite físico que pueden alcanzar estas bolas de hielo

“Este estudio establece que el fenómeno no habría tenido esas consecuencias tan extremas sin esa ”ola de calor“ marina, que es una manifestación más del calentamiento antropogénico”, asegura el meteorólogo Ángel Rivera, que no participó en el estudio. A su juicio, el trabajo es importante porque se adentra en un territorio poco explorado como es de la atribución de fenómenos convectivos extremos. “Al mismo tiempo destaca la necesidad de potenciar los sistemas de avisos en relación con estos fenómenos dados los peligros, incluso mortales, que pueden tener estas tempestades de granizo”, señala. “Todo ello debe estar unido a un sistema eficaz de difusión de avisos en tiempo real así como un esfuerzo de concienciación de la población sobre la creciente peligrosidad de estos fenómenos en el contexto del cambio climático”.

Para González Alemán, el problema de fondo es que empezamos a ver nuevos fenómenos en regiones que no están acostumbradas como consecuencia de la crisis climática, y esto afecta a las predicciones meteorológicas y las herramientas que están cada vez más desbordadas. Estos nuevos monstruos que aparecen en el horizonte, como el derecho que arrasó el norte de Italia, son los que nos advirtieron los climatólogos que aparecerían a partir de mediados de siglo si seguíamos con el aumento de temperatura y ahora tenemos que prepararnos para un nuevo escenario.

“Nos tenemos que adaptar, pero para ello tenemos que saber a qué nos enfrentamos”, concluye el experto. “Ya no son solo olas de calor, ya podemos empezar a estudiar otros impactos asociados a fenómenos extremos como derechos, tornados o estos granizos gigantes, que seguirán sucediendo y serán cada vez más frecuentes si seguimos profundizando en el cambio climático”.

AMR/CRM