INVESTIGACIÓN

La 'Sociedad del Parto Libre': la “secta” de 'influencers' millonarias relacionada con muertes de bebés

Sirin Kale / Lucy Osborne

The Guardian —

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Tras llegar a este mundo, Esau López sufrió asfixia durante 17 minutos. Sin embargo, el ambiente en la habitación donde su madre dio a luz estuvo envuelto de serenidad; incluso de éxtasis. En el modesto apartamento de dos dormitorios situado en un suburbio del estado de Pensilvania, en Estados Unidos, la música acústica siguió sonando. “Sos una reina”, murmuró una de las tres amigas que estaban en la habitación.

Solo la madre de Esau, Gabrielle López, sentía que algo iba mal. Empujaba con todas sus fuerzas, pero su hijo no salía. “¿Pueden ayudarlo?”, preguntó a sus amigas cuando Esau asomó la cabeza. “El bebé está saliendo”, le respondió una de ellas. Cuatro minutos más tarde, López volvió a preguntar: “¿Pueden agarrarlo?”. Otra amiga murmuró: “El bebé está bien”. Pasaron seis minutos. Una vez más, López preguntó: “¿Pueden agarrarlo?”.

López no podía ver el cordón umbilical enroscado alrededor del cuello de su hijo, ni las burbujas que salían de su diminuta boca. Tampoco sabía que el hombro del bebé estaba chocando contra su hueso púbico, como un neumático que patina sobre grava. Pero algo en su interior le gritaba que su hijo estaba atrapado. En términos médicos, Esau sufría una distocia de hombros: su cabeza había logrado salir, pero su cuerpo no. Comadronas y obstetras están capacitados para resolver esta complicación, que se produce en hasta el 1% de los partos. Sin embargo, como López estaba dando a luz de forma libre, es decir, sin la presencia de ningún profesional médico, nadie en la habitación comprendía que, con cada minuto que pasaba, Esau estaba sufriendo una lesión cerebral irreversible. En un parto asistido por un profesional cualificado, un retraso de cinco minutos entre la salida de la cabeza y el cuerpo del bebé sería una emergencia. 17 minutos es inconcebible.

Con un esfuerzo sobrehumano, López empujó con todas sus fuerzas y, a las 22:00 del 9 de octubre de 2022, Esau vino al mundo. Estaba flácido, sin tono, sin vida. Su cuerpo tenía un tono blanco y sus piernas estaban amoratadas: signos claros de una falta aguda de oxígeno. El único sonido que emitió fue un débil gorgoteo. Su padre, Rolando, se lo pasó a la madre. “¿Crees que necesita aire?”, preguntó ella. “Está bien”, le respondió una amiga. López acunó a su hijo inmóvil, con los ojos muy abiertos y la mirada clavada en el bebé.

Todos los presentes estaban asustados, pero lo ocultaban. Poner en palabras lo que todos sentían parecía algo abrumador: no solo habría significado traicionar a López y su capacidad para traer a Esau al mundo, sino también traicionar algo más profundo, casi sagrado: la propia idea del nacimiento. A medida que pasaban los minutos y Esau no se movía, López y sus tres amigas recordaron lo que les había enseñado su mentora, la fundadora de la Free Birth Society (Sociedad del Parto Libre), Emilee Saldaya: el parto es seguro. Tenéis que confiar en el proceso. Así que reprimieron el pánico creciente y esperaron. “Fue como si el reloj se hubiera parado”, recuerda una de las amigas de López.

Un negocio millonario

En realidad, López había conocido a las tres mujeres que la acompañaron en el parto a través de la Free Birth Society (FBS, por sus siglas en inglés), una empresa que promueve el parto libre. A diferencia del parto en casa —dar a luz en casa con la asistencia de una comadrona—, el parto libre significa dar a luz sin ningún tipo de asistencia médica. La FBS promueve una versión que se considera extrema, incluso entre los defensores del parto libre: está en contra de las ecografías y afirma, falsamente, que son perjudiciales para los bebés. También minimiza las afecciones médicas graves y promueve el embarazo salvaje, es decir, sin ningún tipo de atención prenatal.

La FBS fue fundada por la exdoula Emilee Saldaya, y la mayoría de las mujeres que la siguen llegaron a ella a través de su pódcast, que tiene cinco millones de descargas, su cuenta de Instagram, que tiene 132.000 seguidores, su canal de YouTube, con casi 25 millones de visualizaciones, o su éxito de ventas The Complete Guide to Freebirth (La guía completa del parto libre). Se trata de un curso en vídeo creado conjuntamente por Saldaya y su compañera y también exdoula Yolande Norris-Clark, que se puede descargar desde la página web de FBS. El análisis de los registros financieros de FBS realizado por Stacey Ferris, contable forense y académica del Instituto Politécnico de Virginia, calcula que desde 2018 la empresa que promueve el parto libre ha generado ingresos superiores a los 11 millones de euros.

Cuando López descubrió el pódcast, se enganchó al instante. Desde entonces, escuchó un episodio prácticamente a diario. Pagó unos 260 euros para unirse a la comunidad privada de pago de FBS, The Lighthouse (“El Faro”), donde conoció a las tres amigas que la acompañaron en el nacimiento de Esau. Para prepararse para su parto, en mayo de 2022 compró La guía completa para el parto libre. Le costó alrededor de 340 euros, una cifra considerable para una niñera de 23 años.

Tras consumir cientos de horas de contenido de FBS, López se convenció de que el parto libre era la forma más segura de dar a luz a su hijo, lejos de intervenciones médicas que le parecieron innecesarias. Al principio de su parto de tres días, López había visitado su hospital local para hacerse una ecografía, ya que el bebé no se movía tanto como de costumbre. El personal la instó a quedarse, advirtiéndole que corría un alto riesgo de distocia de hombros, ya que el bebé era “enorme”. Sin embargo, López no estaba preocupada. Se acordaba de un boletín que había recibido de Norris-Clark, en el que se afirmaba que los temores de los profesionales médicos a la distocia de hombros eran “muy exagerados”. En La guía completa del parto libre, López había aprendido que “el cuerpo de las mujeres no gesta bebés que no podamos parir”.

En la habitación del parto, cuando finalmente constataron después de unos minutos que Esau no respiraba, el hechizo se rompió. Fue entonces cuando López reaccionó de inmediato: empezó a hacer maniobras de reanimación a su hijo mientras una amiga buscaba instrucciones en Google y otra persona llamaba al 911.Tras ser reanimado por los paramédicos, Esau fue trasladado a la unidad de cuidados intensivos pediátricos, donde permaneció durante 21 días. Sufrió una encefalopatía hipóxico-isquémica, una lesión cerebral causada por la falta de oxígeno.

Nadie se une a una secta por voluntad propia. Crees que te estás uniendo a un gran movimiento

Ahora, con tres años, Esau tiene una discapacidad grave y se alimenta a través de una sonda. “Es un niño dulce y sensible”, dice López. “Quiere hacer cosas como los demás niños, pero se frustra porque su cuerpo no se lo permite”. A Esau le encanta la señora Rachel, una creadora de vídeos educativos para niños pequeños en YouTube, Barrio Sésamo y observar cómo sus padres hacen pompas de jabón. Cuando aprendió a pasar las páginas de un libro ilustrado, López se sintió profundamente emocionada: “Para nosotros sus pequeños logros resultan enormes”.

Cuando recuerda cómo era cuando estaba embarazada, a López le cuesta reconocerse a sí misma. López intenta explicar cómo fue captada por la FBS mientras Esau juega con sus juguetes y, de fondo, se escucha el leve rugido de una autopista cercana. “Nadie se une a una secta por voluntad propia. Crees que te estás uniendo a un gran movimiento”, dice.

Mujeres traumatizadas

Vestida con una túnica blanca vaporosa, Saldaya llevaba una corona dorada con forma de rayos de sol. Sus seguidoras más fieles se sentaron a su alrededor en círculo, bajo la sombra de los árboles. Era junio de 2021. Un centenar de mujeres se había reunido para la primera edición de Matriarch Rising (El ascenso de la matriarca), un festival solo para mujeres celebrado en la finca de Saldaya en las montañas Blue Ridge, en Carolina del Norte, que ocupa unas 21 hectáreas. “Todas esas mujeres se reunieron a su alrededor con sus cuadernos, tomando nota de cada una de sus palabras”, dice Serendipiti Day, de 34 años, exempleada de FBS.

En 2021, Saldaya era la influencer más importante del movimiento que promueve el parto libre. La imagen de ella, semidesnuda, con su corona, posando en un prado, se convertiría en un elemento decisivo de los materiales de marketing de FBS. “Sin lugar a dudas creo que soy la dueña del parto libre”, le escribió a una consultora.

Saldaya presidió un movimiento que decía a las mujeres que les estaba devolviendo algo sagrado que les había sido robado. En un video promocional en YouTube, Saldaya afirmó que estaba “rompiendo con el condicionamiento de más de 100 años de violencia obstétrica” y se autodescribió como “pionera del movimiento de liberación del parto”. Tras su éxito en las redes sociales, FBS recibió una avalancha de correos electrónicos de mujeres que habían vivido partos sin asistencia alentadores. Muchas de ellas habían tenido con anterioridad partos traumáticos en el hospital. El obstetra-ginecólogo que asistió el parto del segundo hijo de la escritora y asistente de partos Kaitlin Pearl Coghill en 2015 le realizó sin su consentimiento un barrido de membranas, un procedimiento interno para inducir el parto. Posteriormente fue inhabilitado para ejercer la medicina por mantener una relación sexual con una paciente. “Era un tipo repugnante”, dice Coghill, de 36 años y residente en el sur de California, sobre su médico. “A mi me trató de forma abusiva, y desde luego yo lo viví como una agresión sexual”.

Después de descubrir el FBS, Coghill dio a luz a su tercer hijo de forma natural en un parto feliz de cuatro horas en 2020. “Cambió mi vida. Nunca había sentido tanto poder en mi cuerpo”, dice.

Soo Downe, comadrona británica y profesora de la Universidad de Lancashire, afirma que, a medida que disminuye la confianza de las mujeres en la atención médica profesional durante el embarazo y el parto, la prevalencia del parto libre, aunque baja, parece estar aumentando en todo el mundo. Se trata de una tendencia especialmente marcada en Estados Unidos, que tiene una de las tasas de mortalidad materna más altas entre los países ricos del mundo. Los expertos señalan diversos factores: la falta de acceso a modelos de atención liderados por matronas; una práctica obstétrica excesivamente intervencionista —en parte motivada por el miedo de los sanitarios a ser denunciados– y el deseo de maximizar los beneficios. Además, el hecho de que en Estados Unidos no exista atención médica universal y gratuita supone que algunas mujeres tienen que pagar por comadronas si quieren un parto en casa.

También existe un enfoque más medicalizado del parto que en otros países desarrollados con una fuerte cultura de partería. “He visto episiotomías [un corte para ensanchar la abertura vaginal] realizadas sin consentimiento”, afirma Ivy Joeva, una doula de la ciudad de Ventura, en el estado de California. “Hay una doctora en Los Ángeles a la que llaman la carnicera porque solo practica cesáreas. Sean o no necesarias”, dice.

Lo que es una locura es que nadie me apuntaba con una pistola a la cabeza. Yo misma me estaba lavando el cerebro

Hermine Hayes-Klein, una abogada de Oregón especializada en derecho de maternidad, dice que habla con madres que tienen tendencias suicidas después de dar a luz. “Las mujeres que conozco que han decidido dar a luz sin la asistencia de profesionales de la salud lo han hecho en muchos casos porque vivieron un primer parto traumático del que siente que sobrevivieron”, explica. “Fueron sometidas a procedimientos sin su consentimiento, resultaron heridas en el proceso, a veces gravemente, y creen que todo volverá a ocurrir si vuelven a parir en un hospital”.

Para estas mujeres, FBS les mostró que había otra forma posible. Se lanzó en 2017, un año antes de que Instagram alcanzara los 1.000 millones de usuarios, y Saldaya fue una de las primeras emprendedoras en aprovechar el poder de las redes sociales, cautivando a las mujeres con imágenes de madres sosteniendo serenamente a sus bebés, a los que habían dado a luz sin asistencia médica en casa. Muchas mujeres empezaron a seguir fielmente su pódcast. Los episodios solían mostrar a Saldaya entrevistando a mujeres sobre sus traumáticos partos, que fueron “saboteados” por médicos y comadronas. Saldaya se enfurecía por los supuestos abusos que presenciaba: bebés muertos por sobredosis de medicamentos, mujeres agredidas sexualmente por los médicos, comadronas que prometían proteger a sus clientas, solo para traicionarlas.

Las mujeres invitadas a su pódcast, muchas de las cuales descubrieron el parto libre a través de su canal, compartían sus historias de parto. A menudo se trataba de epopeyas de varios días, en las que las mujeres eran empujadas hasta sus límites físicos y mentales, antes de salir triunfantes, despojadas de sus inseguridades como si de una piel de serpiente se tratara, y forjando una identidad nueva y heroica como madres que habían dado a luz libremente.

Afirmaciones falsas y peligrosas

Saldaya y Norris-Clark prometieron a sus seguidoras que ellas también podrían experimentar la euforia del parto sin asistencia si dejaban de confiar en una institución médica que, según ellas, a menudo se equivoca en lo que respecta a la salud de las mujeres. Este mensaje resonó entre las mujeres reflexivas y preocupadas por la salud a las que no les gustaba gran parte de lo que veían en la cultura contemporánea —la dependencia de los fármacos y la comida basura, o lo que percibían como una reacción excesiva a la pandemia de COVID-19— y estaban dispuestas a tomar decisiones difíciles en beneficio de sus familias. En lugar de depositar su confianza en un sistema fallido, las mujeres la depositarían en sí mismas. Si una madre sana daba a luz, enseñaba FBS, el resultado sería una madre sana y un bebé sano. Juntas, Saldaya y Norris-Clark codificaron un enfoque del parto libre que enseñaba que la mayoría de las complicaciones del parto eran simplemente “otras versiones” de lo normal.

Argumentaban que el parto libre no solo era seguro sino más seguro que un parto con asistencia médica. Saldaya y Norris-Clark decretaron que la rotura prolongada de membranas, los bebés de nalgas, los partos de una semana de duración y la diabetes gestacional podían ser “otra versión” de lo que se considera un parto normal y, por lo general, no eran motivo de preocupación para la madre que daba a luz de forma libre. En realidad, todos estos factores aumentan el riesgo para las madres y los bebés durante el parto. Según los expertos, las dos socias de FBS también hicieron afirmaciones falsas o peligrosas acerca de las hemorragias, la distocia de hombros, la retención de placenta y la reanimación infantil.

Norris-Clark y Saldaya a veces solían matizar sus consejos con advertencias, subrayando que no eran profesionales de la salud cualificadas y que solo se basaban en su experiencia personal. Reconocían que había situaciones que podían poner en peligro la vida, aunque las presentaban como poco frecuentes, y decían que era la mujer embarazada la que tenía que decidir cómo tener a su bebé y si tenía que ir al hospital. Sin embargo, hablaban con tanta confianza y aparente credibilidad que muchas mujeres confiaron en una información que solo más tarde descubrieron que desde un punto de vista médico era completamente errónea. La investigación de The Guardian también ha podido constatar que Saldaya solía aconsejar personalmente a muchas de las embarazadas, a partir de mensajes, sin poder examinar a la mujer o al bebé, y sin conocimientos médicos. En el foro Lighthouse, en agosto de 2022, una madre publicó que su bebé prematuro, que había necesitado “una hora de respiración boca a boca”, ahora tenía dificultades para respirar por sí mismo. Es probable que un profesional médico hubiera instado a la madre a llevar al niño al hospital o llamar al 911. En su respuesta, Saldaya reconoció que no estaba allí, pero dijo que “todo parece totalmente normal... yo no me preocuparía por las respiraciones superficiales y los gorgoteos”.

“Responsabilidad radical”

Cuando se quedó embarazada ese mismo año, Nicole Garrison, de 34 años, una artista de Nueva Jersey, pensó que daría a luz en un centro de maternidad o quizás en casa con una comadrona. Empezó a buscar en Google y encontró FBS. “En cuanto escuché hablar a Emilee pensé: 'Dios mío, esta es mi tribu”, dice Garrison. Escuchó unos 30 pódcasts, a veces tomando notas. Se sienta con las piernas cruzadas en el suelo de su impecable casa de campo, hojeando los diarios que escribía en aquella época. “Literalmente, siento cómo se me revuelve el estómago al leer lo que anoté”, reconoce con voz profunda y suave.

El 4 de febrero de 2023, escuchó un pódcast de FBS y escribió: “Procesando miedos. ¿Qué pasaría si mi bebé muriera? ¿Qué pasaría si yo muriera? Asumiría toda la responsabilidad”. El 4 de abril de 2023 escribió en su diario: “La responsabilidad radical es el camino... para mi seguridad y la de mi bebé”.

La responsabilidad radical es lo más parecido a una doctrina que tiene FBS. Saldaya tomó el término de un libro de autoayuda dirigido a directores generales y líderes empresariales, Los 15 compromisos del liderazgo consciente. En FBS, asumir una responsabilidad radical significa que una madre que practica el parto libre asume toda la responsabilidad de las consecuencias de su parto, incluida su propia muerte o la de su hijo. Nadie va a venir a salvarla, ni ella quiere que lo hagan. Es totalmente autónoma o, en la jerga de FBS, soberana. “Lo que es una locura es que nadie me apuntaba con una pistola a la cabeza. Yo misma me estaba lavando el cerebro”, dice Garrison.

El 3 de julio de 2023, rompió aguas. Siete días después, su hija nació “rosada y perfecta”, pero Garrison comenzó a sangrar de forma abundante. Su entonces pareja llamó a una ambulancia, pero Garrison la rechazó: FBS afirma que la hemorragia “es casi inexistente” en un parto libre. En realidad, aunque el sangrado grave no es lo más habitual, sin atención médica una mujer puede desangrarse en apenas 15 minutos. Cuando los sanitarios se marcharon, Garrison perdió el conocimiento. Al despertarse, se estaba ahogando con su propio vómito. “Volví de un lugar de absoluto abismo, negro, separada de todos, incluso de Dios. Sé que me estaba muriendo”. Su pareja volvió a llamar al 911. En el hospital, los médicos le hicieron una transfusión de sangre y le extrajeron la placenta.

Garrison había mentido a su familia sobre sus planes de dar a luz sin asistencia médica. En el hospital, cuando vio el dolor en sus rostros, Garrison comenzó a darse cuenta de que “algo estaba mal en las mujeres que promueven estas prácticas. El castillo de naipes que había construido se derrumbó”.

“Quería lo mejor para mi hija”

Como muchos otros negocios —e ideologías— que tienen éxito en las redes sociales, FBS cultiva una imagen edulcorada del producto que promociona. En su pódcast, Saldaya nunca invita a personas que se arrepienten de su decisión de dar a luz libremente. Y habitualmente borra los comentarios negativos en Instagram, como el que publicó a principios de este año una madre que perdió a su hija: “Mi bebé murió a las 41 semanas tras seguir tus enseñanzas y lo lamentaré durante el resto de mi vida”. (La madre también fue bloqueada).

Lorren Holliday fue seguramente la primera mujer que perdió a su bebé tras seguir los consejos de Saldaya. Cuando se quedó embarazada en 2018, entrevistó a varias comadronas, pero no pudo permitirse el anticipo de 4.300 euros por sus servicios. A regañadientes, se resignó a ir al hospital, hasta que, un día, navegando por Instagram, encontró FBS: “Lo que prometían era exactamente lo que estaba buscando”, recuerda. Holliday, una simpática amante de los animales con el pelo corto y rosa, vive en una caravana en un terreno de media hectárea en el desierto de Arizona con su marido, Chris, sus tres hijos descalzos y 35 perros, gatos, patos, cabras, gallinas y pavos. “Quería salud. Quería algo natural”.

Empezó a escuchar el pódcast compulsivamente y se unió al grupo de Facebook de Saldaya sobre el parto libre. Holliday creía que un parto libre le daría a su bebé el comienzo más suave para la vida.

El 1 de octubre de 2018, cuando comenzaron las contracciones, Holliday estaba en su caravana Airstream. Estaba embarazada de 41 semanas. Al tercer día se dio cuenta de que “ya no se espaciaban. Era como una contracción larga”. Holliday comenzó a enviar mensajes a Saldaya para pedirle consejo. “El dolor es insoportable... Solo quiero saber si el parto no avanza”, escribió el 4 de octubre. Dijo que había estado vomitando y explicó un patrón de contracciones que habría hecho saltar las alarmas de un profesional médico. Saldaya dijo que el dolor no era insoportable, que pensar así “es un callejón sin salida, o un camino hacia el parto en el hospital”. Añadió: “Tendrás que experimentar mil muertes y dejar ir todo lo que crees que no puedes hacer”.

Durante los dos días siguientes, Holliday le dijo a Saldaya que estaba hinchada, que tenía un dolor insoportable, que su orina era “marrón” y que estaba “derramando líquidos de color”. También informó de que los líquidos amnióticos tenían un olor fétido, un posible signo de infección, y envió una foto en la que se veía lo que posiblemente era meconio, la primera deposición del bebé. En un hospital, el personal sanitario recomienda realizar un monitorización fetal para evaluar los latidos del corazón del bebé, ya que el meconio puede causar dificultad respiratoria. “A mí ni siquiera me parece meconio”, respondió Saldaya. “Todo parece estar bien y saludable. ¡Soporta esas contracciones, hermana, tus bebés (traducción literal del plural) están llegando! Todo va bien”.

Al mismo tiempo, Holliday estaba publicando en el grupo de Facebook de FBS. La comadrona Ranee LaPointe, miembro del grupo, leyó sus mensajes y recuerda que escribió: “Por favor, ve al hospital”. Y tan pronto como escribía estos mensajes en el Facebook de FBS alguien los borraba. Los administradores de la red social le dijeron a LaPointe que hablar de hospitales iba en contra de las normas del grupo.

En la tarde del 6 de octubre de 2018, tras seis días de parto activo —algo inaudito en un parto asistido médicamente—, Holliday envió a Saldaya una fotografía de meconio verde brillante. Al día siguiente, Saldaya le pidió noticias. Holliday le dijo que el bebé no se movía mucho y que no había podido orinar en 24 horas. Saldaya le dijo que, en ese momento, iría al hospital, pero le sugirió que tal vez sería mejor mentir a los médicos sobre cuándo había roto aguas. Le envió un guion para engañar a los médicos:

  • Saldaya: Algunas mujeres mienten sobre la fecha y el momento en que rompen aguas. Si vas y dices que ha roto hace más de 24 horas, te harán una cesárea inmediatamente.
  • Holliday: Bien... Creo que voy a ir... Me siento fatal por ello... pero no quiero que mi orgullo perjudique al bebé... Sí, no voy a decir toda la verdad, eso seguro... Oh, vaya... ¿debería decir 12 horas?
  • Saldaya: [Dile a los médicos] “Hace poco que he empezado el parto y esta mañana he roto aguas, pero huele mal y he pensado que lo mejor era venir y hacerme una prueba sin estrés y un catéter y ver qué pasa. No estoy segura de querer ingresar todavía, solo quiero que me ayuden a entender qué está pasando”.

En el hospital, los médicos informaron a Holliday que su bebé estaba muerta. Journey Moon tenía el pelo oscuro como su padre. Holliday no sabe de qué color habrían sido sus ojos, pero le gusta imaginar que eran azules.

Tras la muerte de Journey Moon, el Daily Beast informó sobre el caso. A petición de Saldaya, Holliday mintió al periodista, diciendo que Saldaya no la había asesorado durante el parto, y Saldaya dijo que no le había dado ningún consejo. “Manipulamos esa breve entrevista”, dice Holliday con amargura.

Tras la publicación del artículo, tanto Saldaya como Holliday recibieron mensajes amenazantes. Al hablar sobre su decisión de dar a luz sin asistencia médica, Holliday explica que “quería lo mejor para Journey Moon”. “Por eso aguanté tanto tiempo, para darle el mejor parto posible. Cuando la gente empezó a llamarme egoísta y excesiva, me hicieron sentir profundamente mal, porque lo hice por ella”.

Saldaya cerró el grupo de Facebook y creó una membresía de pago. Se jactaba de que cobrar por la membresía había fortalecido el negocio, porque le permitía cobrar cuotas. “Desde entonces, nos va de maravilla”, escribió Saldaya en una publicación de 2023 en Lighthouse. Siempre ha negado su implicación en la muerte de Journey Moon. “En el reportaje se afirmaba que yo había sido su comadrona virtual, lo cual no es cierto. Nunca la asistí. No conocía de nada a esta mujer”, diría más tarde a sus alumnos.

El ascenso al éxito

Cuando se mudó a Los Ángeles con 17 años tras abandonar los estudios secundarios, Emilee Saldaya era alegre y divertida, con una personalidad enérgica que contrastaba con su baja estatura. Nacida en Florida como Emily Benner, había heredado de su madre, enfermera obstetra y ginecóloga, el interés por el parto, y de su padre, que vendía equipos médicos a hospitales, su entusiasmo emprendedor.

En Los Ángeles, Saldaya pasó por varios trabajos: terapeuta de masajes infantiles, camarera, podadora de marihuana a cambio de dinero en efectivo, artista de hula-hoop y asistente en la oficina de una comadrona que atendía partos en casa. Sus amigos recuerdan que su ambición era hacerse rica. “Quería ser alguien importante y ser activista. Pero también estaba muy interesada en ganar dinero”, dice uno de ellos.

A partir de 2010, Saldaya trabajó como doula, proporcionando apoyo emocional y práctico, pero no médico, a las mujeres que daban a luz. Más tarde diría que estaba “obsesionada” por los partos traumáticos que veía en los hospitales, muchos de los cuales percibía como agresiones sexuales.

Feminista comprometida en aquella época, Saldaya se unió a una organización sin ánimo de lucro, LA Doula Project, que proporcionaba doulas gratuitas a mujeres con bajos ingresos. A través de esta organización conoció a su compañera doula Laura Garland. “Hacía cualquier cosa por sus clientas”, recuerda Garland. “Era muy protectora, una luchadora”. Pero Garland reconoce que Saldaya tenía tendencia a exagerar el número de partos a los que había asistido, compartiendo historias de partos atendidos por otras doulas como si ella misma hubiera estado allí.

Saldaya esperaba formarse como comadrona, pero llegó a creer que las comadronas tituladas eran parte del problema, ya que prometían a las mujeres un parto sin intervenciones, solo para “sabotearlo” trasladándolas al hospital, en su opinión de forma innecesaria. Empezó a sentirse muy atraída por los partos sin asistencia y rápidamente lo tuvo todo planeado: un negocio para promover el parto libre. Comenzó con un pódcast y luego ofreció cursos, escuelas virtuales, retiros e incluso un festival.

La llamada

El 1 de mayo de 2017, el pódcast se puso en marcha. Fue un éxito y se descargó 10.000 veces en tres meses. Pero había un problema: Saldaya nunca había vivido un parto libre. Sus pensamientos se centraron en cómo legitimar su floreciente empresa. Garland recuerda que Saldaya le dijo: “Hay una mujer en Canadá que es increíble. Estoy obsesionada con ella y voy a convertirla en mi mejor amiga”. En Nuevo Brunswick, Yolande Norris-Clark estaba a punto de recibir una llamada telefónica que cambiaría su vida.

La llamada de Saldaya llegó en el momento oportuno. Norris-Clark acababa de aceptar a regañadientes un trabajo en marketing y había matriculado a sus hijos mayores en la escuela. Sus autodenominados “días salvajes” —educar a sus hijos en casa, desarrollar proyectos artísticos, hacer repostería y dar paseos descalza por el bosque— habían terminado.

Yolande Norris nació en el seno de una familia de clase media alta en el acomodado barrio residencial de Point Grey, en Vancouver, y la medicina también estaba presente en su familia. Su abuelo, el profesor John MacKenzie Norris, era un historiador médico ampliamente reconocido como experto mundial en la historia de enfermedades infecciosas como el cólera y la peste.

Interactuaréis con bebés que no sobrevivirán

A los veintipocos años, tuvo dos hijos con su primer marido, ambos nacidos en casa con la ayuda de la famosa comadrona clandestina Gloria Lemay, quien despertó su interés por el parto. Lemay está a la espera de juicio por homicidio involuntario, después de que un bebé falleciera tras un parto al que asistió en 2024. (Lemay ha negado los cargos).

En 2005, a los 24 años, Norris se separó de su marido, dejando a sus hijos pequeños con él. Conoció y se casó con Lee Clark, un artista ceramista, y cuando ella y Saldaya se conocieron en 2017, la influencer canadiense tenía siete hijos, cinco de ellos nacidos en casa. (Actualmente está embarazada de su undécimo hijo).

Si lo que Saldaya buscaba era credibilidad en el parto libre, Norris-Clark la tenía de sobra. En ese momento, era una celebridad menor en el mundo del parto online, debido a su popular blog y al hecho de que un vídeo de 2012 que había compartido en YouTube sobre el parto libre de su hijo se había vuelto viral.

“Descubrí cómo hacerme valiosa para ti... [haciendo] que ganáramos mucho dinero”, le diría Saldaya más tarde a Norris-Clark, en un pódcast de 2022. A cambio, Norris-Clark aportaría su experiencia “como auténtica comadrona”. Solo había un problema: Norris-Clark no era comadrona. “Nunca fuimos comadronas”, afirma Lily Smallwood, de 40 años, enfermera y examiga. “No teníamos la formación”. Smallwood y Norris-Clark se conocieron alrededor de 2013 porque vivían en la misma zona y habían dado a luz a sus hijos de forma natural. Las dos mujeres comenzaron a asistir juntas a partos locales, Smallwood asistía a Norris-Clark, a quien consideraba más experta por haber realizado un curso de formación de doula con Lemay en Vancouver.

Siempre cuidadosa de no anunciar sus servicios como comadrona, Norris-Clark se autodenominaba asistente de partos tradicional y cobraba más de 2.500 euros por asistir a los partos, una cantidad considerablemente superior a la que cobraría una doula (A Smallwood se le daba ocasionalmente el equivalente a los honorarios de una doula).

Cuando Saldaya y Norris-Clark se conocieron en 2017, Norris-Clark afirmó en su blog que había “asistido a cientos de partos”. “Me sorprendería mucho que fueran cientos”, dice Smallwood, ya que la red de partos sin asistencia en Nuevo Brunswick era “muy clandestina, muy discreta”. Ella estima que entre 2013 y 2016 Norris-Clark asistió entre una docena y una veintena de partos.

Aunque, según Smallwood, a Norris-Clark le pareció “un poco exagerado” que Saldaya hubiera montado un negocio para promover el parto libre cuando ella nunca había pasado por uno, el momento era oportuno. Aceptó compartir las transcripciones de un libro en el que estaba trabajando, que se convirtió en The Complete Guide to Freebirth. Hasta la fecha, ha recaudado más de cuatro millones de euros.

En enero de 2018, Saldaya intentó su primer parto libre. Con el apoyo de su hermana, una amiga que era enfermera y se estaba formando para ser enfermera-partera, y Johnny, su marido, que trabajaba en la industria del cannabis, Saldaya estuvo de parto en casa durante 50 horas. Luego fue trasladada al hospital, donde le realizaron una intervención para empujar hacia atrás el labio cervical. Después regresó a casa y dio a luz a su hija. En privado, sus amigos dicen que estaba conmocionada, ya que al haber sido trasladada al hospital, no fue un verdadero parto libre. Pero públicamente se declaró victoriosa. “Fue épico”, diría más tarde en un pódcast.

Dogmatismo

En 2020, Saldaya y Norris-Clark habían construido una lucrativa asociación. Norris-Clark era la carismática e intelectual. Con su fotogénica prole, vendía a las madres agotadas que seguían sus cuentas en las redes sociales la promesa de la serenidad. Sus partos eran indoloros y orgásmicos, y tenía muchos más hijos que la mayoría de la gente, pero Norris-Clark nunca parecía agotada ni agobiada. En comparación, Saldaya era mordaz, pero, a diferencia de Norris-Clark, que podía parecer despistada y distraída, Saldaya siempre estaba centrada en hacer crecer el negocio.

Sus amigos dicen que Saldaya solía seguir las pautas ideológicas de su socia. Después de que Norris-Clark decidiera que no creía en la gravedad, Saldaya anunció que ya no estaba “comprometida con la idea [de que la Tierra] fuera redonda”. Cuando Norris-Clark dijo que ya no creía en la teoría de los gérmenes, Saldaya dijo a sus amigos que no se lavaba las manos. Cuando Norris-Clark dijo que ya no se identificaba como feminista y que deseaba someterse a su marido, Saldaya dejó discretamente de promocionar el pódcast como “feminista radical”. Después de que Norris-Clark se inclinara políticamente hacia la derecha, Saldaya la siguió. Comenzó a promover el “embarazo salvaje”, un término inventado por Norris-Clark que significa embarazo sin atención prenatal, y la Nueva Medicina Germánica, defendida por Norris-Clark, que afirma que las enfermedades no son causadas por patógenos, sino por conflictos emocionales no resueltos.

Juntas, la pareja desarrolló un enfoque dogmático en desacuerdo con la comunidad más amplia de partos sin asistencia, cuyos miembros acuden a citas médicas, solicitan ecografías para ayudarles a tomar decisiones informadas y tienen planes alternativos para casos de emergencia. Cuando Coghill dio a luz de forma libre en 2020, preparó una carpeta para su marido con información sobre qué hacer en caso de complicaciones. Por el contrario, FBS enseñaba que incluso contemplar un plan de emergencia era un signo de fracaso moral, porque la mujer verdaderamente soberana confiaba en el parto. “Tienes que elegir un mundo u otro”, dijo Norris-Clark a sus seguidores en una videollamada. “Y si estás preparando un equipo médico en la habitación de al lado, no estás obteniendo lo mejor de ambos mundos. Estás eligiendo el mundo médico”.

A medida que su imperio crecía, Saldaya contempló cómo sacar más beneficios económicos de una práctica que, por definición, es gratuita. Sabía que no todas las mujeres que seguían a FBS estaban preparadas para dar a luz solas. Pero en la mayoría de las jurisdicciones, ejercer la partería sin licencia era ilegal. “Para sortear estas leyes injustas, inventé el término 'cuidadora radical del parto'... Para que quede claro, una cuidadora radical del parto es, en la práctica, [una] auténtica comadrona”, explicó a sus seguidores. En 2020 registró la marca Radical Birth Keepers (Guardianas radicales del parto): su registro indica que ofrece servicios de educación y coaching en “partería”.

Escuelas y un “reino”

La primera escuela Radical Birth Keeper (RBK) abrió sus puertas en 2020 y, a pesar de su coste de 5.000 euros, se agotaron las plazas. Durante los siguientes cinco años, formaría a más de 850 “comadronas auténticas” de todos los continentes. En 2024, Saldaya y Norris-Clark dieron un paso más y pusieron en marcha el MatriBirth Midwifery Institute (MMI, Instituto de Partería), que ya incluía el término “comadrona” y se presentaba como una “escuela virtual que ofrece una formación intensiva para ser comadrona” con un coste de unos 10.000 euros y una duración de un año.

En realidad, las comadronas estadounidenses estudian durante años con comadronas mayores, que las forman en cómo resolver complicaciones del parto que ponen en peligro la vida. La mayoría lleva medicamentos para detener hemorragias, sabe cómo ayudar en el parto de la placenta y está formada en reanimación neonatal.

Las alumnas de la FBS, por su parte, aprenderían a través de un curso en línea impartido por Zoom. La escuela RBK solo duraba tres meses y gran parte del contenido trataba sobre cómo crear y comercializar un negocio y captar clientas por internet. Aunque Norris-Clark y Saldaya reconocían que había algunas emergencias reales que justificaban el traslado a un hospital, en su mayoría se minimizaban y se enseñaba a las alumnas que no les correspondía a ellas hacer de “heroínas” y mantener a salvo a sus clientas. La madre que practica el parto libre asume una responsabilidad radical por su parto, incluyendo, si es necesario, su muerte. Pero algunas de las mujeres que contrataron a las “Radical Birth Keepers” formadas por la FBS por entre 2.500 y 4.000 euros —una cantidad comparable a lo que cobrarían las comadronas cualificadas— no se dieron cuenta de que estaban contratando a mujeres sin conocimientos para salvar vidas hasta que fue demasiado tarde. Creían que estaban contratando comadronas.

Para evitar riesgos legales, Saldaya y Norris-Clark enseñaron a sus alumnas a aceptar regalos en efectivo solo después de un parto exitoso, a no firmar nunca contratos y a evitar el tipo de mujeres que podrían culparlas si el parto salía mal. “Interactuaréis con bebés que no sobreviven al parto”, advirtió Saldaya a sus alumnas en una videollamada, y añadió: “(Si algo va mal en un parto libre) La gente se te puede volver en contra muy rápido”. Si las RBK acompañaban a las clientas al hospital, Saldaya las instruía para que dieran un nombre falso. Si llamaban a la policía por la muerte de un bebé, Saldaya aconsejaba: “Hacéis como que no sabéis nada, como una vecina dulce e inocente”.

Cuando Keelee Sullivan, una madre de 42 años de California, se inscribió en la escuela RBK en 2023, pidió prestados más de 5.000 euros a un familiar, diciéndole, como ella creía, que era “para la escuela de comadronas”. Después de que el primer parto al que asistió terminara en el hospital, Sullivan se dio cuenta de que se había dejado llevar por un optimismo poco realista y que “no tenía la formación ni la preparación” para ser comadrona: “Y no, no estoy dispuesta a ir a la cárcel”. Desde entonces no ha asistido a ningún parto.

Saldaya y Norris-Clark siempre insistieron en que ser una Radical Birth Keeper no es ilegal. “No estás ejerciendo la medicina”, decía Saldaya a sus alumnas. Pero, en privado, Norris-Clark se burlaba de las advertencias médicas. “Consultad siempre con vuestro profesional médico titulado y acreditado”, dijo riéndose en una llamada con sus alumnas. “Esto es solo con fines de entretenimiento, información y expresión artística. Sí, ¿verdad? Todo es pura permormance

Molly Flam, de 34 años, una doula de la exclusiva isla de Martha's Vineyard, situada en Massachussets, que asistió a la escuela de partería insignia de FBS, la describió como “una estafa”. Pagó cerca de 8.000 euros, solo para descubrir que los vídeos pregrabados estaban plagados de incoherencias y sus contenidos no eran profesionales, y contenían consejos médicos inexactos y confusos. “En las clases virtuales aparecían desaliñadas y hablando de temas personales. La formación carecía de una estructura”, dice Flam.

Entre 2020 y 2025, las dos socias impulsaron nueve escuelas RBK y al menos una escuela MMI, generando más de 3,44 millones de euros en ventas. En un momento de 2024, FBS llegó a ingresar unos 138.000 euros al mes, según una exempleada.

A medida que el dinero entraba, Saldaya estableció lo que ella llamaba su “reino”. Compró tres terrenos en Hayesville, incluyendo una casa de cuatro dormitorios en más de tres hectáreas de terreno, una parcela adyacente de 21 hectáreas y una escuela con siete hectáreas de terreno, en cuya renovación gastó decenas de miles de euros. La tuvo que cerrar un año más tarde. Gastó más de 8.600 euros en adornos para el jardín de la escuela y del festival, incluidas unas setas gigantes de decoración. Se compró un Range Rover. Invirtió más de 86.000 euros en una piscina y una cocina exterior en su propio patio. Durante ese tiempo, una amiga recuerda que Saldaya incluso pidió consejo sobre cómo conseguir un avión privado.

“Soldados caídos”

Desde hacía tiempo, su ambición era comprar un terreno y crear una comunidad. Se calcula que, invitadas por la influencer, unas 13 familias se trasladaron a Hayesville, algunas trabajando para FBS y viviendo en yurtas —tiendas circulares de origen nómada— dentro de su propiedad. Para 2023, habían sido tantas las personas de peso dentro de la organización que habían roto con Saldaya que, entre quienes seguían allí, se las empezó a llamar sus “soldados caídos”.

Serendipiti Day, que había visto a Saldaya con una corona en el prado en 2021, es una de las empleadas que terminó decepcionada con la influencer. Había encontrado el grupo después de asistir a partos clandestinos en su comunidad. Pagó cerca de 300 euros para hacerse miembro en 2020, una suma enorme para Day, que entonces era una anarquista sin seguro médico, y destacaba por su intelecto y feminismo radical. Saldaya le pidió que moderara las llamadas de Zoom y le envió clientes para que las asesorara. Rápidamente, Day empezó a ganar más dinero del que había ganado en toda su vida.

A medida que su base de clientes se ampliaba, FBS se volvió más extremista. Dentro de Lighthouse, las mujeres llegaron a comprender que el objetivo era tener embarazos salvajes. Surgió una jerarquía no oficial del parto, con las cesáreas en la parte inferior y el parto libre en la parte superior. Si las parejas mostraban reservas, Saldaya sugería a las mujeres que dieran a luz libremente en hoteles. Comparaba a los familiares que no lo apoyaban con padres homófobos. La retórica contra las comadronas también se intensificó. “Metéis mano a las mujeres durante el parto”, dijo Saldaya sobre las comadronas en una llamada con los miembros de Lighthouse. “Que os jodan”.

A pesar de todo el dinero que ganaba Saldaya y de su imagen pública como defensora de las mujeres, en privado se había cansado de los miembros de su comunidad. Cuando una seguidora de Instagram le preguntó por qué la membresía de Lighthouse costaba más de 400 euros, Saldaya mandó un mensaje a una trabajadora autónoma para desahogarse. “Esa zorra idiota. Me preguntó dónde iba el dinero. ¿A dónde va el dinero de tu trabajo?”, escribió.

“Quería que se respetara mi cuerpo”

Cuando los partos de las mujeres no salían según lo previsto, Norris-Clark y Saldaya ofrecían sesiones pagadas para analizar qué había salido mal. Ninguna de las dos mujeres tenía formación en terapia de duelo o traumas. El 20 de mayo de 2024, Camille Voitot se conectó a una llamada de Zoom con Norris-Clark desde Frontignan, en el sur de Francia. Voitot estaba desbordada y rota de dolor. Dos semanas antes, su hijo Marlow había fallecido durante un parto libre.

Voitot, de 35 años y terapeuta, descubrió el parto libre después de buscar opciones de parto cuando comenzó un tratamiento de fertilidad con su esposa, Jo, en febrero de 2023. Voitot siempre ha sido el tipo de persona que investiga por su cuenta, en lugar de limitarse a aceptar lo que le dicen que haga. “Quería un parto natural”, explica Voitot en su casa, situada a pocos metros de la playa, un espacio acogedor lleno de plantas y obras de arte. “Quería que se respetara mi cuerpo y a mi bebé”.

A lo largo de 2023, Voitot escuchó el pódcast de FBS a diario. Llegó a ver a Saldaya y Norris-Clark como las hermanas mayores que nunca había tenido. Al crecer, Voitot no tenía una relación cercana con su madre y anhelaba el tipo de sabiduría que antes habrían transmitido las mujeres mayores de su comunidad.

Cuando se quedó embarazada en agosto, Voitot descubrió que el seguro estatal no cubría el parto en casa, lo que significaba que tendría que pagar 900 euros por una comadrona, lo que le pareció injusto. Después de comprar la guía del parto de las influencers y el libro de Norris-Clark, decidió dar a luz de forma natural.

Su mujer Jo tenía sus reservas, pero le dijo a Voitot que era su decisión. Sabía que en el pasado Voitot había luchado con sentimientos de vergüenza y trauma relacionados con su sexualidad, y quería apoyarla. Sus amigos también estaban preocupados; más tarde le dirían a Voitot que “no la reconocían”. Pero para entonces ella estaba convencida de que el parto libre “era la forma más segura de dar a luz”, sin el riesgo de sufrir “violencia obstétrica” en un hospital.

Tras la muerte de Marlow, a Voitot la consumía la necesidad de hablar con Saldaya y Norris-Clark. No podía permitirse los 300 euros que Saldaya cobraba por una llamada de una hora, pero Norris-Clark accedió a reducir la tarifa a unos 130 euros. En esta llamada, Norris-Clark le dijo a Voitot que la muerte de su hijo no era necesariamente algo malo. “Existe la creencia generalizada de que la muerte es un mal resultado. Y yo no creo que eso sea así”, dijo. En ese momento, Voitot no podía procesar todo lo que Norris-Clark le estaba diciendo. “Estaba tan impresionada por el hecho de poder hablar con ella directamente que realmente no escuché lo que dijo”.

A medida que pasaban los meses tras la muerte de Marlow, Voitot comenzó a hacerse preguntas. ¿Por qué, en todo el tiempo que había escuchado el pódcast, nunca había oído historias de madres que hubieran perdido a sus bebés tras partos libres y ahora se arrepintieran? ¿Por qué se fomentaba la creencia de que solo se puede tener un resultado positivo?.

Se puso en contacto con Norris-Clark para una segunda sesión informativa. Esta vez tuvo que pagar casi 700 euros. Las dos mujeres hablaron el 29 de septiembre de 2025. La llamada no tardó en ser tensa y desagradable. Voitot le preguntó a Norris-Clark: ¿cómo podía decir que la muerte no era necesariamente un mal resultado?

“Yo no creo en la noción de que la muerte es algo malo”, dijo Norris-Clark. “Pero eso no significa que minimice su importancia”. Reconoció que ella nunca había perdido a un bebé recién nacido. “Es algo terrible, sí, pero por otra parte, no es 'malo', ¿sabes?”.

Dieron vueltas alrededor de una pregunta que había rondado la mente de Voitot durante el último año. ¿Asumía Norris-Clark alguna responsabilidad por haberla influido para que optara por el parto libre?

A Norris-Clark parecía irritarle la conversación, aunque se mantuvo educada. Su respuesta fue no. “Las personas son responsables de sus propias decisiones y acciones. Podrías haber leído otros libros. Podrías haber visitado otras páginas web. Siento mucho tu experiencia, Camille, pero eres una mujer a la que no conozco y que vive en Francia”.

Un patrón

En 2024, cada vez era más difícil negar cuántos bebés morían a causa de las madres que practicaban el parto libre. Las muertes seguían un patrón. Las madres primerizas, cuyos embarazos se consideran de mayor riesgo, intentaban dar a luz de forma libre durante muchos días, incluso una semana, después de embarazos de riesgo. Algunas mujeres llegaban a más de 44 semanas de embarazo.

La mayoría de las mujeres que dan a luz de forma libre consiguen hacerlo sin problema, y para las madres sanas los riesgos son bajos. Pero la versión radical del parto libre que Saldaya y Norris-Clark promovieron causó alarma incluso entre los defensores del parto libre.

Lo más preocupante eran las creencias de las influencers sobre la reanimación de los recién nacidos. Por un lado, los cursos ofrecían consejos básicos para una emergencia, aunque los expertos afirman que sus instrucciones eran erróneas. Pero Saldaya y Norris-Clark también afirmaban que la reanimación era a menudo un acto innecesario que privaba a los bebés de la oportunidad de elegir cómo comienzan sus vidas. En su libro, Norris-Clark lo calificó de “intromisión” y “sabotaje”. Los bebés, dijo Saldaya en un pódcast de 2024, “necesitan aprender a respirar por sí mismos”. Y añadió: “Es profundamente conmovedor detenerse en esta idea de que tu bebé camina por la vida con esa historia a sus espaldas: que sabía cómo nacer. Y que reclamó su primer aliento”.

Si una comadrona formada por la FBS asistía a un parto, Saldaya y Norris-Clark enseñaban que era la madre, y no la comadrona, quien debía decidir si ayudar o cómo ayudar a un bebé que no podía respirar. “Cuando asisto a un parto, nunca reanimaría a un bebé. Para mí, eso es una locura”, dijo Saldaya en un pódcast de 2024.

En 2025, Saldaya habló sus alumnos sobre un parto al que asistió en el que el bebé no respiró durante “un par de minutos” después de nacer. Dijo que la experiencia le resultó difícil porque todavía estaba desaprendiendo el condicionamiento social de “querer oír respirar al bebé”. A pesar de su inquietud, no hizo nada y se limitó a observar. “No hay nada que yo pueda hacer”, dijo. “No voy a reanimar al bebé de otra persona. No voy a llamar a nadie por el bebé de otra persona”.

Pero las madres agotadas pueden no darse cuenta de que sus bebés tienen dificultades respiratorias hasta que es demasiado tarde. O su intuición puede verse alterada por la exposición a contenidos de estas influencers. Solo unos minutos de privación de oxígeno al nacer pueden ser fatales. Si los niños sobreviven, pueden sufrir lesiones cerebrales de por vida, como Esau López. Las formas más leves pueden no ser evidentes durante meses o incluso años.

Para las influencers, es decisión de los padres buscar o no asistencia médica. “Para algunas mujeres, dar a luz en casa a un bebé con graves problemas de salud y permitir que muera con dignidad en brazos de su familia, que lo ama, es un desenlace razonable”, explicó Saldaya a sus alumnos.

La idea de permitir que un niño muera es un terreno legal espinoso. “Los padres están obligados por ley a buscar atención médica si un recién nacido está enfermo o lucha por sobrevivir”, afirma el profesor Warren Binford, experto en derechos del niño de la Universidad de Colorado. “Si un niño muere porque los padres no le proporcionan atención médica, pueden ser procesados por homicidio involuntario, homicidio e incluso asesinato”. El mismo principio se aplica a cualquier otra persona presente que no busque ayuda.

Es como ver a un padre sentado junto a la piscina mientras su hijo se ahoga silenciosamente y no hace nada

Saldaya y Norris-Clark practicaban lo que predicaban. Cuando Norris-Clark dio a luz a su octavo hijo en 2019, este nació “flácido, inmóvil y de color blanco grisáceo”, escribió en 2023. Lo sostuvo en brazos y esperó. “Si hubiera intervenido para acelerar su reanimación, le habría privado de su derecho sobre su experiencia vital y verdaderamente estimulante de pasar de forma independiente a la encarnación completa”.

En 2022, Saldaya hizo lo mismo y más tarde compartió en Internet el vídeo del parto libre de su segundo hijo. A lo largo de un vídeo de cuatro minutos y 40 segundos, su hijo flácido y sin fuerzas gime y muestra signos de dificultad respiratoria aguda. Saldaya no llama al 911 ni lo reanima.

Los expertos que revisaron recientemente el vídeo dijeron que mostraba una situación que ponía en peligro la vida; un profesional médico habría comenzado la reanimación en 60 segundos. “Ver este vídeo me resulta duro”, dice la profesora Michelle Telfer, profesora asociada de obstetricia en Yale. “Es como ver a un padre sentado junto a la piscina mientras su hijo se ahoga silenciosamente y no hace nada”.

“Culto a la muerte”

Tanto los hijos de Norris-Clark como los de Saldaya sobrevivieron. Pero Saldaya, que enseñaba a sus seguidores a tener siempre un “plan para la muerte”, había pensado en lo que diría a las autoridades si uno de sus hijos moría después de nacer. Fingiría que el bebé había nacido muerto. “Sin duda mentiría”, dijo Saldaya a sus alumnas en 2023. “Si mi bebé nacía vivo, luego moría y yo tenía que llamar a la policía, diría que ese bebé había nacido muerto”.

Si un niño moría en un parto libre, Saldaya también enseñaba a sus alumnas a no llamar al 911 de forma impulsiva: “Muerto es muerto”. Si las familias afligidas decidían enterrar ilegalmente a sus hijos en sus tierras, Saldaya les transmitía un consejo que le había dado una comadrona clandestina: “Cavad un poco más profundo”.

Después de trabajar estrechamente con Saldaya durante dos años, en 2023, Day abandonó lo que ella llama un “culto a la muerte”.

FBS no es, según ninguna definición convencional, una secta. Pero los exmiembros suelen utilizar el lenguaje de los grupos altamente controladores para describir el dominio que, según ellos, la organización ejercía sobre ellos, lo que les llevaba a comportarse de una manera que ahora les resulta difícil de entender.

Es difícil cuantificar con exactitud cuántos bebés han muerto en los círculos de las dos influencers, porque muchas “madres que han perdido a sus hijos”, como se las conoce, desaparecen tras sus tragedias. La mayoría no responde a las preguntas de los periodistas.

Solo en Lighthouse, alrededor de ocho mujeres parecen haber sufrido muertes fetales o neonatales en el último año, en una comunidad de unas 600 mujeres, muchas de las cuales no estaban embarazadas.

¿Por qué nadie animó a esta mujer a buscar atención médica lo antes posible, aunque era claramente una emergencia?

Como parte de esta investigación, The Guardian hizo entrevistas en profundidad a 18 madres que sufrieron muertes fetales intrauterinas tardías, muertes neonatales u otros incidentes de daños graves después de que ellas o sus parteras se vieran muy influenciadas por el FBS. Sus relatos fueron corroborados mediante entrevistas con amigos, familiares y parejas, y respaldados por sus reflexiones en sus diarios, notas médicas, grabaciones de vídeo, mensajes o documentos legales. En los 18 casos, las pruebas sugieren que el FBS desempeñó un papel importante en la toma de decisiones de la madre o la persona que la acompañó durante el parto, lo que condujo a tragedias que podrían haberse evitado.

Entre ellas se encuentran Adair Arbor, que nunca habría considerado un parto sin asistencia antes de conocer a FBS y cuya hija, Ilex, nació muerta en enero de 2021 tras un parto de 115 horas, y Amalia Hernández, que casi se desangra hasta morir en marzo de 2024 tras negarse a llamar a una ambulancia, creyendo que su hemorragia posparto se resolvería por sí sola en casa. Ese mismo año, Haley Bordeaux se quedó ciega y sufrió varios derrames cerebrales tras un parto de cuatro días en el que estuvo en contacto con Saldaya, a través de llamadas telefónicas y mensajes de texto enviados por una amiga. Cuando más tarde se informó a Saldaya de que los médicos habían concluido que la pérdida temporal de visión de Bordeaux se debía a una preeclampsia grave, ella respondió: “No tiene preeclampsia grave, eso es una tontería”.

Identificamos otros 30 casos, casi todos de muestres fetales o muertes neonatales, en los que las madres parecen haber sido influenciadas por FBS, según entrevistas con periodistas, publicaciones en Lighthouse o redes sociales, o apariciones en FBS u otros pódcasts. La mayoría de los casos de daños se refieren a madres de Estados Unidos y Canadá, pero también incluyen partos en Suiza, Francia, Sudáfrica, Tailandia, India, Australia, Reino Unido e Israel.

“Existe un ciclo”, afirma una exmiembro de Lighthouse, cuyo bebé nació muerto en 2024. “Los niños mueren. Se sabe en la comunidad durante un tiempo, luego llegan nuevos miembros a Lighthouse y se olvidan. Es como si borraran a nuestros hijos”.

Una comunidad denuncia la estafa

En diciembre de 2024, Norris-Clark, apareció por videollamada desde una habitación de hotel y estaba muy alterada. Anunció a los estudiantes del Matribirth Midwifery Institute que era una “fugitiva internacional”, después de que un parto libre al que había asistido en Nicaragua saliera mal. La madre no pudo expulsar la placenta y comenzó a sangrar profusamente, antes de sufrir una convulsión. Se llamó a los paramédicos. Después, “hubo insultos, gritos y gente amenazándome”, dijo Norris-Clark. Huyó del país por un tiempo, diciendo que ya no asistiría a partos, porque no quería ir a la cárcel. Cuando lanzó el programa insignia MMI con Saldaya en septiembre de 2024, Norris-Clark dijo a sus alumnos que estaba “cumpliendo uno de los objetivos centrales de mi vida, enseñando obstetricia”. Ahora, tres meses después, daba un giro radical.

Una mujer australiana de 23 años embarazada por primera vez era alumna de Norris-Clark. Estaba teniendo un embarazo difícil, sin atención prenatal. El 5 de marzo de 2025, publicó en Lighthouse que llevaba cinco días de parto y que estaba “agotada y sumida en la confusión”. Saldaya respondió: “Suena tan normal y tan difícil. El bebé no tardará en llegar. Tú puedes”.

El octavo día, la madre publicó “sigo adelante”; el noveno día, “el vientre está adquiriendo una forma extraña a medida que tengo contracciones, como dos protuberancias”. Estaba describiendo un anillo de Bandl, un signo de parto obstruido. Para cualquier persona con conocimientos médicos, se trata de una emergencia. Sin embargo, nadie le aconsejó ir al hospital. 

Posteriormente, la madre publicó un vídeo de su hijo. El bebe parecía gemir y luchaba por respirar, con el pecho retraído por el esfuerzo. “Hola a todos”, escribió la madre, “Os parece normal esto en un recién nacido dormido?”. Los miembros expresaron su preocupación, pero nadie le dijo que llamara inmediatamente a los servicios de emergencia. “Con el corazón roto, quiero compartir que el bebé no ha sobrevivido”, publicó posteriormente la madre.

Fue este vídeo de un bebé moribundo lo que finalmente provocó una reacción masiva de conmoción y repulsa en la comunidad de FBS. Días más tarde, el 16 de marzo de 2025, se formó una comunidad en Reddit. r/FreebirthSocietyScam (la estafa de la sociedad de parto libre) se creó para “ayudar a desprogramar el control mental, la atmósfera sectaria y el dogma rígido de FBS”.

El 27 de marzo, una estudiante de los cursos de comadronas falsas publicó un mensaje en un chat privado para sus compañeros. “Me gustaría saber por qué no se ha abordado el hecho de que una mujer de este espacio, de nuestra promoción actual, haya perdido a su bebé... Nadie la animó a buscar atención médica lo antes posible, a pesar de que se trataba claramente de una emergencia médica”, escribió. Saldaya borró su publicación antes de expulsarla del curso. En las semanas siguientes, 13 estudiantes abandonaron el curso o fueron expulsadas.

Saldaya y Norris-Clark parecían preocupadas por las consecuencias legales de lo que estaban haciendo. En mayo, FBS publicó un aviso legal en Instagram en el que afirmaba que su contenido tenía fines “educativos e informativos” y no pretendía diagnosticar, tratar, curar o prevenir ninguna afección médica relacionada con el embarazo o el parto. “Para obtener asesoramiento médico, consulte a su proveedor de atención médica”. En una llamada con sus alumnas restantes después de que se formara la comunidad de Reddit para denunciar la estafa, Saldaya admitió que “[nos] pasamos de la raya al llamar a esto una escuela de comadronas”.

“El negocio más ético”

Las influencers no han respondido a las solicitudes de comentarios de The Guardian. Sin embargo, desde hace unos meses Saldaya y Norris-Clark se presentan como “educadoras virtuales” que forman a “mentoras de parto”. El MMI ha eliminado el término comadrona y ha pasado a llamarse MatriBirth Mentor Institute (Instituto de Mentoras del Parto). Hay indicios de que las dos socias podrían dejar de trabajar juntas: Norris-Clark ha sido eliminada recientemente de la página de presentación del sitio web de FBS, y ahora solo Saldaya aparece en primer plano.

En Instagram, Norris-Clark ha calificado a los críticos de FBS de “patéticos perdedores” y ha defendido su asociación con Saldaya como “el negocio más ético que alguien puede hacer”.

En una declaración en su cuenta de Instagram, Saldaya rechazó la descripción de sí misma como “una líder sectaria manipuladora” y comparó las reacciones negativas en medios de comunicación y en las redes sociales con “publicidad” que “me ha traído una oleada de nuevas seguidoras”. “Que quede claro: no me importa si das a luz libremente”, ha afirmado. “No animo a desconocidos en Internet a hacer nada en absoluto. Eres adulta. Tienes que tomar decisiones importantes. Es importante saber que el parto libre es una opción; la opción que elijas depende de ti... Digo lo que es verdad para mí, desde una vida dedicada a comprender el parto y las dinámicas de poder tóxicas del sistema industrial del parto”, añadió. “Me mantengo firme en mis convicciones. En un mundo en el que las madres y los bebés sufren abusos habituales durante el parto, siempre apoyaré con todo mi corazón a las mujeres que encuentran su propio camino. Y sí, resulta que muchas de ellas prefieren dar a luz en casa, como yo”.

En una llamada con sus alumnos, Saldaya describió a la comunidad de Reddit que califica su negocio de estafa como “un reducido grupo de trolls”. El 8 de agosto, en su noveno mes de un embarazo difícil con su tercer hijo, subió un pódcast con Norris-Clark en el que hablaban de las reacciones negativas. Sus detractoras eran “un grupo de mujeres muy inseguras, amargadas, tristes y solitarias”, dijo Norris-Clark. Saldaya se rio al compararlas con los peces que comen la piel muerta durante las pedicuras. “Repugnante”, se estremeció.

Una semana después de la publicación del pódcast, Saldaya dejó de publicar actualizaciones personales en las redes sociales. Las especulaciones aumentaron entre los exmiembros de FBS, que sabían que estaba a punto de dar a luz, pero Saldaya permaneció en silencio. Y entonces, el 25 de agosto, publicó un anuncio. “Recientemente di a luz a un hermoso bebé, que nació muerto a las 41 semanas de gestación. Nuestro hijo, nuestro bebé, no nació vivo”.

Había 15 profesoras y alumnas embarazadas en la primera escuela MMI. La pérdida de Saldaya elevó a tres el número de mortinatos a término o muertes neonatales en este grupo, todas ellas en un periodo de seis meses.

El mes pasado, Norris-Clark voló a Carolina del Norte para visitar a Saldaya. Después participó en una sesión de revisión del trauma del parto con una madre que había perdido a su hijo. Surgió el tema de la reciente pérdida de Saldaya. “Está integrando esta experiencia de una forma preciosa”, dijo Norris-Clark. Y añadió: “Está muy agradecida de haber elegido el parto libre, especialmente por su hijo”.

Traducción de Emma Reverter.