“En los próximos siete años necesitamos atraer a la economía a 12,2 millones de personas”, afirmó este jueves el presidente de Rusia, Vladímir Putin, al encabezar una reunión del Consejo de Estado en el Kremlin. El diagnóstico del mandatario, centrado en la transformación del mundo laboral, confirma una tendencia que afecta directamente a los trabajadores rusos: la escasez de personal capacitado y el impacto de la inteligencia artificial.
El dato es contundente: Moscú ya registra un déficit de medio millón de trabajadores, mientras que el desempleo a nivel nacional se ubica en un mínimo histórico del 2,2 %. En un país donde se ha restringido fuertemente la inmigración en los últimos años, el problema no se resuelve con mayor demanda, sino con transformación estructural. La receta del Kremlin es una sola: una reforma “a gran escala” en la formación laboral.
Según Putin, Rusia ingresará en una “era de colosales transformaciones tecnológicas” impulsada por la inteligencia artificial (IA). El presidente reconoció que la IA reemplazará empleos, pero también generará nuevas oportunidades que exigirán personal capacitado. Para eso, sostuvo, será necesario “cambiar todo el paradigma de la capacitación del personal”: desde el diseño de los programas educativos hasta el vínculo entre el Estado, las empresas y el sistema científico-técnico.
Aunque el mandatario suele definirse como ajeno al mundo digital —no utiliza teléfono móvil y rara vez navega por internet—, en los últimos años promovió una política nacional de desarrollo de inteligencia artificial, con eje en la soberanía tecnológica. Su hija menor, Katerina Tíjonova, dirige el Instituto de Inteligencia Artificial en la Universidad Estatal de Moscú, una pieza clave del proyecto de reconversión laboral.
El giro tecnológico se presenta como respuesta al cierre migratorio, que desde 2020 redujo drásticamente el ingreso de trabajadores desde los países del espacio postsoviético, especialmente en sectores como la construcción, el transporte y los servicios. La política de sustitución apunta ahora a formar especialistas dentro de Rusia, en sintonía con un modelo de autonomía productiva y digital.
Putin también anunció inversiones estatales en la construcción de centros de procesamiento de datos vinculados a centrales nucleares, una infraestructura estratégica que combinará energía, ciencia y empleo calificado. En ese marco, la formación en inteligencia artificial será obligatoria en todas las regiones del país, para garantizar una inserción equitativa en el nuevo mercado laboral.
La proyección oficial de 12,2 millones de nuevos trabajadores en siete años implica una reconfiguración profunda del trabajo en Rusia, que enfrentará simultáneamente la automatización, el envejecimiento poblacional y la competencia internacional por el talento digital. Para los trabajadores y trabajadoras rusas, la promesa del Gobierno es una sola: reconversión o exclusión.
JJD