Portugal vivirá este jueves su primera huelga general en más de una década. La protesta, convocada por las principales centrales sindicales del país, rechaza una reforma laboral impulsada por el Gobierno del primer ministro Luís Montenegro (centroderecha) que, según los gremios, representa un retroceso de derechos y una vía abierta a la precarización del empleo.
La medida de fuerza fue convocada por la Unión General de Trabajadores (UGT) y la Confederación General de los Trabajadores Portugueses (CGTP), y afectará amplios sectores del transporte, la sanidad y la educación pública. Los sindicatos advirtieron que los piquetes comenzarán la noche del miércoles y se mantendrán durante todo el jueves, con movilizaciones en Lisboa y otras diez ciudades.
En el centro del conflicto está un proyecto de reforma que modifica cerca de 100 artículos del Código de Trabajo vigente. El Ejecutivo lo presentó a mediados de año y lo defiende como una herramienta para flexibilizar el mercado laboral, eliminar “rigideces” y fomentar la contratación. Pero los sindicatos aseguran que facilitará despidos, promoverá el trabajo temporal y debilitará derechos adquiridos.
Uno de los puntos más críticos es la posibilidad de reinstaurar el “banco de horas individual”, que permitiría extender la jornada laboral hasta 50 horas semanales con un máximo de 150 horas extra por año, sin pago adicional. También se habilitarían mecanismos más simples para despedir “por causa justificada”, con el riesgo, según los gremios, de habilitar despidos arbitrarios o por razones económicas poco claras.
Las organizaciones sindicales alertan además sobre un impacto directo en jóvenes, mujeres y trabajadores con hijos. La reforma permitiría reducir el permiso de lactancia hasta los dos años del menor y condicionaría el acceso a horarios flexibles al “funcionamiento de la empresa”, incluso en casos de hijos con discapacidad o enfermedades crónicas.
Para la CGTP, las modificaciones también debilitan la acción gremial, al restringir la organización sindical en lugares de trabajo donde aún no existen delegados. “Es un paquete que favorece al empresariado y castiga a quienes trabajan”, expresó la central en un comunicado.
Desde el Gobierno, Montenegro aseguró que su gestión no es intransigente y defendió la propuesta como parte de una agenda de “diálogo y transformación”. “Es mentira que este sea un Gobierno que no escucha”, dijo este miércoles, al tiempo que pidió que el país funcione con “la normalidad posible” durante la huelga.
La última huelga general en Portugal ocurrió en junio de 2013, durante el período de intervención financiera de la ‘troika’, cuando el país aplicaba duras políticas de ajuste. Aquella protesta también fue contra un Gobierno del Partido Social Demócrata, el mismo que hoy lidera Montenegro.
Ahora, en un contexto económico más estable pero con desafíos laborales persistentes, la huelga vuelve a escena como una expresión de resistencia frente a una reforma que, para los gremios, reabre una etapa de precarización. La expectativa sindical es alta, con marchas masivas previstas en Lisboa, Oporto, Braga, Coimbra, Évora y otras ciudades.
JJD