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El valor de informar en tiempos difíciles: cinco años de elDiarioAR

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Cada nota que se publica en elDiarioAR ofrece al lector la posibilidad de avisarnos si encontró algún error. De todos los avisos que nos llegan, los que más me conmueven son los que señalan la falta de algún tilde. Me gusta cuando el lector se toma el trabajo de advertirnos algo tan pequeño porque, en definitiva, nos muestra cercanos. Es como cuando uno va a la casa de un amigo muy amigo y se permite acomodarle un cuadro torcido porque siente que esa también es su casa.

Hoy elDiarioAR cumple cinco años y uno de nuestros mayores logros es haber creado esta comunidad de lectores, nuestros socios. Lectores que sienten que esta es también su casa y que pueden alinearnos los cuadros o avisarnos que nos faltó un tilde.

Hace cinco años, en plena pandemia, nacía este proyecto con una apuesta innovadora: un medio que se sostenga con el aporte de los socios, donde la transparencia de las finanzas sea una declaración de principios tan importante como el compromiso con la calidad y la honestidad con que ejercemos esta profesión. Parecía una locura. En un clima marcado por las noticias virales y un bombardeo constante de información, elDiarioAR proponía volver a informar sin ruidos: un regreso a las fuentes, al periodismo que se toma el tiempo que haga falta para ofrecer un producto transparente y de referencia.

A lo largo de este tiempo hemos tenido tropiezos. No es fácil mantener a flote un medio independiente en las turbulencias económicas de este país. Pero cinco años de vida no es poca cosa. Todavía no alcanzamos el objetivo de solventarnos plenamente por medio de los socios, pero estamos en ese camino y, mes a mes, vamos sumando nuevos adherentes que nos ratifican que estamos haciendo las cosas bien. Es cierto que no siempre tenemos los recursos para contar todo lo que queremos, pero nuestros lectores saben bien que lo hacemos con total honestidad y transparencia.

En estos años, nuestros lectores pudieron leer la investigación sobre los Pandora Papers, una de las mayores filtraciones de documentos de la historia; también las notas sobre las sociedades offshore y las propiedades en Florida, Estados Unidos, vinculadas a Romina Diago, la esposa del diputado Cristian Ritondo. Fue en elDiarioAR donde comenzó la investigación que vinculó a José Luis Espert con el presunto narcotraficante “Fred” Machado.

Los lectores de elDiarioAR saben que nuestros principios no se negocian, que controlar el poder en todas sus formas es una de las tareas más importantes del periodismo y que la independencia editorial es parte de nuestra genética.

Desde julio de este año ocupo la dirección del diario. Mis antecesores —Martín Sivak, Silvina Heguy y Delfina Torres Cabreros— dejaron la vara muy alta. Cada uno de ellos se preocupó por ofrecer un producto de excelencia y comprometido con los lectores. Espero continuar por ese camino que ellos fueron trazando: la loca idea de hacer periodismo en estado puro. De un lado, los lectores; del otro, los periodistas; en el medio, un pacto de confianza no escrito.

Tengo la suerte de contar con el mejor equipo de profesionales, que cada día trabaja con un compromiso admirable para hacer de elDiarioAR un medio respetado.

Vivimos un tiempo difícil para el periodismo. Al descrédito de los medios se suman los ataques del poder, con el Presidente y su frase “no odiamos lo suficiente a los periodistas”. No son solo enunciaciones. El fotógrafo Pablo Grillo sigue intentando rehabilitarse después de que un proyectil de gas lacrimógeno impactara en su cabeza. La imagen de reporteros con máscaras de gas en las manifestaciones ya dejó de sorprendernos y forma parte del paisaje urbano. Contar la pobreza, retratar el hambre y la desesperación, mostrar la violencia contra las mujeres y la comunidad LGBT, o relatar la reaparición de defensores de la dictadura genera angustia e impotencia. Pero aquí estamos porque creemos firmemente que este es nuestro compromiso y que no podríamos hacerlo de otra manera.

Gracias a quienes nos acompañaron a lo largo de estos cinco años. Es un camino maravilloso que vale la pena recorrer.