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La huerta en casa: cómo cultivarte tu propio jengibre

Rizoma de jengibre

Eva San Martín

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Puede que pienses que plantar jengibre en tu departamento o casa es un exotismo, pero es fácil cambiar de idea cuando descubrís que una sola raíz fresca del súper puede proveerte de jengibre gratis para siempre. Además, es bastante fácil. No solo tendrás jengibre fresco eternamente, en lugar de pagar por él en la verdulería.

Tampoco te faltará en tu casa el polvo de jengibre, la especia que venden seca y bastante más cara.

Si te gusta la cocina japonesa, china o india, sabes que el jengibre, técnicamente Zingiber officinale, es un ingrediente básico de estos platos. Pero no solo: emparentado con la cúrcuma y el cardamomo, ahora está por todas partes; y cada vez es más habitual encontrártelo en todo tipo de platos, guisos y ensaladas.

Se cuela hasta en las sopas y también en la repostería. Además de ser un habitual en bebidas y tés que todo hípster o aspirante a foodie que se jacte de serlo, debe conocer, ya que se le atribuyen, entre otras, propiedades antiinflamatorias y contra el mareo.

Aunque fresco solemos llamarlo raíz, lo que nos comemos del jengibre es en realidad su tallo subterráneo o rizoma: la parte nudosa con ese sabor picante y cítrico que lo ha catapultado a la fama. Además, tendrás una bonita planta verde todo el año (sus hojas son perennes), similar al bambú, alegrando tu piso. Y, todo ello, también gratis. [Hace unas semanas te contamos cómo multiplicar tu planta de albahaca del súper y que te dure casi para siempre.]

Jengibre para siempre con un trozo del súper o la verdulería

Multiplicar un trozo de jengibre en tu piso es más fácil de lo que puedas creer. Y ahora resulta tan buen momento como otro para intentarlo. Lo primero: escoger un trozo (raíz o rizoma) lo más fresco y grande que puedas. Un truco es fijarse en que tenga “ojos”, esto es, pequeñas protuberancias puntiagudas que asoman y que es de donde surgirán los tallos.

Cuantos más “ojos” tenga tu jengibre, mejor; porque crecerá más rápido, obtendrás más tallos y más hojas (que decorarán antes tu piso y de un modo más exuberante); y, lo que nos interesa ahora, antes tendrás tu jengibre listo para hincarle el diente. [Si te gusta la cocina árabe, prueba a obtener tus propios limones fermentados, un modo sabroso de alargar su vida].

Planta cada trozo en una maceta (puedes hacerlas en casa con objetos que te sobran), con una tierra de jardinería apropiada, y grava o piedras redondeadas en el fondo para que no se encharque. El tamaño de la maceta también importa: puesto que crece en horizontal, cuanto más ancha sea tu maceta, más jengibre comerás. Pero no la entierres demasiado, le bastan unos centímetros. Y regala muy bien con agua caliente.

Otro truco: para mantener la humedad de la tierra (tené en cuenta que es una especie tropical), al principio puedes cubrir la maceta con una bolsa de plástico transparente. Tendrás un pequeño invernadero casero; también gratuito. Y recuerda regarla a menudo durante su época de crecimiento.

Jengibre gratis en casa: ¿cómo lo saco?

Si todo va bien, en unas semanas, asomarán los primeros tallos. Si la dejas en un lugar luminoso y una habitación calurosa, en cuestión de meses, tu jengibre se convertirá en una bonita planta frondosa y siempre verde que puede alcanzar entre medio metro y casi uno. Hay más: sus hojas esparcirán una fragancia fresca por tu apartamento.

Entre seis y ocho meses después, puedes recoger los primeros trozos de jengibre fresco. Para ello, extrae la planta de la maceta, sacude la tierra, y limpia las raíces, que es lo que quieres comerte. No olvides cortar y guardar un trozo de entre cinco y siete centímetros para empezar otra planta. [Aquí te contamos los trucos para empezar un pequeño huerto en la cocina de tu apartamento.]

¿Cómo convierto el jengibre en especia seca o polvo?

Para conservar la raíz de jengibre fresca, podés congelarla o bien ponela en un recipiente hermético dentro de la heladera. O podes secarla y proveerte de una especia seca para usar todo el año. Para ello, limpia bien tu trozo, córtalo en rodajas finas, y mételas en una deshidratadora para que seque bien.

Lo sabrás cuando las rodajas se retuerzan. Una vez que las tengas, puedes meterlas en un molinillo de café para machacarla. Plantar, comer y plantar. Tendrás jengibre eternamente, fresco o en polvo en tu cocina, y verde en tu salón. Y, todo ello, gratis.

ESM

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